FALLING: Te quiero, papá

La ópera prima de Viggo Mortensen nos habla de la vejez y el perdón. Se dice de esta última que es la más importante de las virtudes. Y eso es Falling, querer mostrar como un acto de perdón se complica cuanto más estrecho es el vínculo: en este caso un lazo retorcido que conecta a un padre retrógrado al borde de la demencia con su hijo, quien vive con su novio y la hija adoptiva de ambos. La ironía de la vida acentuando un conflicto clásico donde se enfrentan lo viejo y lo nuevo. Un vía crucis ineludible, que terminará liberando los demonios internos de Viggo Mortensen en una escena de catarsis absolutamente increíble que obedece, sin duda, al momento más impactante de la película y del que presume el póster principal.

Como siempre, Viggo Mortensen consigue emocionarnos, pero esta vez con un personaje mucho más humano y contenido que los tratados en películas como: Promesas del este, Green Book, o Captain fantastic. ¡Ojo! No digo que sean mejores interpretaciones, solo que consigue ser más humana. Esto es gracias a los conflictos y los duelos sin resolver que, sin saberlo, han ido socavándole.

Lance Henriksen y su nieta en Falling
Lance Henriksen

Para este reencuentro, o mejor dicho, intercambio de golpes, tenemos a Lance Henriksen (Alien: El regreso, Terminator) un anciano hastiado de su rural y solitaria vida que se convierte en un sparring perfecto. Sin duda es lo mejor y menos impostado de la película: a ratos irregular, pero en general cercana y entrañable, gracias, principalmente, a este no tan venerable anciano que no solo actúa como hilo conductor de la película, sino que también interviene en parte de la estructura, ya que esta se articula a base de flashbacks. Recuerdos concluyentes, pero, en su mayoría, quizá demasiado divergentes. Esta construcción a base de recuerdos consigue ensanchar la historia, pero en ocasiones llega a resultar caótica y redundante, quizá el problema de jugar con dos líneas narrativas sea que ha intentado abarcar demasiados acontecimientos y no se ha centrado en el meollo del asunto. Aún así es un drama más que correcto que recoge muy bien esa máxima de: “carácter es destino». Un mensaje a tener en cuenta con amigos y familiares.

Guillermo Asenjo Lara

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