MENUDAS PIEZAS: La fiesta del ajedrez
Menudas piezas. Qué título más bonito. Es un juego de palabras muy acertado que hace referencia tanto a la expresión coloquial que designa a aquellos alumnos socialmente complicados a los que cuesta encarrilar dentro del sistema educativo como a las piezas del ajedrez, juego de concentración y disciplina al que su profesora Candela (Alexandra Jiménez) los convierte en adictos.
Todo comienza cuando Candela pierde su trabajo en un colegio de élite y además se divorcia de su marido (Alain Hernández), sin ninguna posibilidad de mantener nada de lo que compartía con él. Por lo tanto, tiene que volver al barrio del que partió, a su casa de la infancia, con su hermana (María Adánez) y su padre (Francesc Orellá), un hombre demasiado parecido a Candela, tanto que siempre han discutido por todo.
Y tiene que buscarse un nuevo trabajo. Lo encuentra en un colegio modesto, nada que ver con el ambiente pijo que conocía y en el que se movía. Aquí los alumnos son chicos marginales sin ninguna esperanza de conseguir algo en la vida. Es por eso que incluso pasan de estudiar, de prestar atención en clase o de demostrarle respeto alguno al profesor. Candela lo aprende pronto. Su aire de niña bien es el primer motivo para el enfrentamiento. Habrá más, de todo tipo, hasta pelea de gallos a modo de rap.
Pero Candela no se da por vencida. Quiere que esos chicos salgan adelante, ella sabe que pueden, sólo tienen que querer, y en un momento determinado encuentra la forma de atraerlos. Se llama ajedrez. Ahora, a aprenderlo, a dominarlo… y a ganar. Partidas entre ellos y lo que es más importante, con cualquier contrincante. Los chicos van a descubrir en el ajedrez un modo de vida que no sabían que les apasionaba.
Menudas piezas es el nuevo trabajo para la gran pantalla de Nacho G. Velilla, director de series como 7 vidas o Aída, que también ha estrenado comedias de éxito, caso de la estupenda Fuera de carta o de Perdiendo el norte o Villaviciosa de al lado. De una carrera con unos cuantos éxitos tal vez sea Menudas piezas su cinta más redonda. En ella cuenta la historia real de un profesor, Enrique Sánchez, que consiguió que cinco alumnos del colegio Marcos Frechin de Zaragoza llegaran a ser campeones de España de ajedrez en el año 2017.
Menudas piezas cambia el sexo del profesor pero relata la gesta de la forma más comercial y emocionante posible. El tono de la película es de comedia, y tiene sus momentos graciosos y divertidos, pero en general es un acercamiento al drama de unos alumnos marginales que encuentran en el ajedrez una vía de escape, una ilusión que los aparte del mundo en el que viven. Al menos durante un rato.
Menudas piezas es realista a la hora de mostrar cómo son los chicos en el grupo. Realista a nivel comercial, con humor blanco, nada hiriente, no hay acoso escolar ni uso de drogas explícito ni escenas de sexo. Sabemos que los jóvenes pueden tener comportamientos muy oscuros pero también es realista verlos en actitudes pasotas, porque no todos se drogan ni todos practican el sexo sin control. La estadística no es el total. Lo que sí ocurre con los de Menudas piezas es que podemos reconocer esos perfiles, también como ellos los hay. Se meten en problemas pero la película no los juzga, sólo los expone, nos los presenta, y los vemos en momentos nada recomendables pero sin remarcar hasta qué punto sus horizontes pueden llegar a ser verdaderamente negros.
El tono de comedia es importante en la película. No por casualidad Telecinco Cinema es una de las productoras. Pero la música juega un papel fundamental en el metraje. Los zaragozanos Amaral han compuesto Zaragoza para que suene a lo largo del mismo y lo cierto es que funciona tan bien como escuchar Hoy puede ser un gran día, de Joan Manuel Serrat o los temas en rap improvisado que cantan los chicos en sus peleas de gallos. La música es fundamental en Menudas piezas y no puede estar mejor integrada en la historia. De hecho, es uno de los elementos que más emocionan dentro de la narrativa de la película.
Pero no es el único. Para empezar, el guión es magnífico. Equilibra muy bien la vida privada de la protagonista con el reflejo de su trabajo: la presentación de sus alumnos, cómo lidia con ellos y cómo con aquellos que los rodean, sus entornos, sus familiares y las influencias que los chicos reciben más allá del aula. No se deja nada por explorar. Y ese guión lo combina de maravilla con una dirección de actores estupenda, un reparto que encaja a la perfección tanto en sus rostros conocidos como en los nuevos, y un ritmo impecable con el que mantiene al espectador absorto en su butaca. Además de un tratamiento especialmente acertado del trabajo en equipo.
Menudas piezas es una gozada. Una de esas películas de las que uno sale encantado del cine. Una comedia comercial cuidada con mimo, realizada sin brocha gorda, con enorme elegancia y un gusto exquisito a la hora de hacer gala de chistes eficaces. No todas las comedias españolas gozan de un nivel semejante y es digno de aplauso que un proyecto así haya podido llevarse a cabo, porque Menudas piezas es una fiesta pero a la vez una lección de vida. Y de las más bonitas que se pueden ver en una pantalla.
Silvia García Jerez