LA VIEJA GUARDIA: Mercenarios de élite
La vieja guardia podría formar parte de ese grupo de películas en las que se incluyen todas aquellas que cuando nos cuentan su argumento, basado en este caso en el cómic de Leandro Fernández y Greg Rucka, son irresistibles pero que cuando nos enfrentamos a su guión, es decir, a la película en sí, al desarrollo de la historia y a la dirección que viene después y que nos da el resultado final, éste nos decepciona.
Para ser justos con ella, hay que aquilatar que La vieja guardia no decepciona por ser una mala película, porque no lo es, sino por no ser todo lo que prometía en un principio. Por no pasar de convencional. Probablemente en manos de un director como, pongamos por caso, John Frankenheimer, habría sido no solo ejemplar sino un título a recomendar encarecidamente. De este modo, en las de Gina Prince-Bythewood, responsable de la flojísima La vida secreta de las abejas, no levanta la calificación de un aprobado del que uno acaba su visionado pensando que no ha estado mal, que ha pasado un buen rato, pero que la cinta no entrará entre las más destacables del año.
La plataforma Netflix es la productora de La vieja guardia y en ella se estrena el 10 de julio, con Charlize Theron como protagonista y como empresaria productora dentro de la compañía. Y a ella debió acercarse con el cómic y lo cierto es que es de imaginar que no le debió costar mucho trabajo que aceptaran su adaptación, porque el planteamiento es excelente.
Por nuestra parte solo diremos de él, de su argumento, la idea más general posible porque no queremos destripar nada de la cinta, ya que quien esto firma nada sabía de ella y la experiencia fue, de esta forma, más grata. Así que me limitaré a decir que los personajes protagonistas son unos mercenarios de élite, que tienen una misión personal que cumplir y el resto ya se verá a raíz del Play del espectador.
La vieja guardia va definiéndose, contando en qué consiste, quiénes forman en realidad este grupo de mercenarios y sus particulares características a lo largo de la primera hora de metraje, y lo cierto es que no hay nada que objetar a lo que vamos descubriendo sobre ellos.
Es en la forma de contar la historia lo que desluce la idea de la que parte, el hecho de que dé la impresión de que hemos visto ya esa película unas cuantas veces, porque las luchas, los tiroteos, las coreografías del cine de acción ya nos las sabemos.
Pero la cinta cuenta con algún que otro giro argumental bastante interesante, que se enclava de nuevo en la historia de la que La vieja guardia parte y que conforma una de las dos bazas importantes de la película.
La otra, por descontado, está en su protagonista, una Charlize Theron que vuelve a demostrar que como heroína de acción no tiene rival. Aeon Flux, Atómica o su mítica Imperator Furiosa de Mad Max: Fury Road, han hecho de ella una estrella fuera del género dramático, en el que también es invencible.
Y precisamente su personaje aquí, en La vieja guardia, no solo tiene que pelear, también que enfrentarse a sus demonios del pasado y Charlize lo hace con el arco que siempre desarrolla en sus interpretaciones. Es asombrosa la capacidad que tiene de sacarle partido a la expresión de su rostro con los ojos o con pequeños matices que sin necesidad de recurrir a la sobreactuación nos da cuanto el personaje necesita para transmitir lo que le pasa por dentro. Eso no está al alcance de muchas actrices.
La vieja guardia, por lo tanto, pudiendo ser un referente no pasa de mero entretenimiento. Que está muy bien, pero Hollywood no debería rebajar tanto el listón pudiendo subirlo y ofrecernos obras imperecederas que duren más allá del tiempo que se tarda en visionarlas. Cuando Hollywood tiene el prestigio con el que cuenta no es gracias a películas como la presente, y eso es una lástima para quienes esperan de una gran industria algo más que una cinta con la que evadirse.
Silvia García Jerez