TRES: Desincronizarse de la vida
Eso es exactamente lo que le pasa, en Tres, a C (Marta Nieto), su protagonista, una profesional especialista en mezclar el sonido de las películas en el estudio donde trabaja. Poco a poco y fuera de campo, antes de que el film haya comenzado, nos cuentan que ya había mostrado síntomas de desincronización con la vida. Cuando nosotros conectamos con ella, en plena grabación de los efectos en la sala para ajustarlos a los frames de una película, no es capaz de hacerlo porque ella misma no lo está fuera de su trabajo. Y si no sabes cuándo encajan los sonidos en tu vida, menos aún acertarás cuando has de conseguirlo en la ficción.
Es decir, C da una palmada y el sonido llega un pelín después. Primero es apenas perceptible, pero día a día la diferencia va a ir creciendo hasta el punto de que pueda llegar a un sitio y el sonido de lo que pasó en él hace un par de minutos sean lo que ella escuche entonces, cuando en tiempo real ese sonido, ese diálogo, ya había tenido lugar.
Una auténtica locura que C no entiende y que lleva muy mal, cada vez peor. En el estudio ya no la dejan estar, no es capaz de sincronizar nada en las películas e Iván (Miki Esparbé), compañero de trabajo, que entiende que ella no pueda estar allí, se solidariza con ella. Lo que le está pasando es increíble, pero él está a su lado y va a tratar de ayudarla. Lo complicado es que el camino para resolver el enigma va a ir más allá de lo que ella hubiera creído posible.
Tres es una película asombrosa. Es original, está construida sobre una premisa única (nunca una mujer se había desincronizado de la vida) y eso, que es tan llamativo como punto de partida, ha de saber ser consistente en el desarrollo de su relato. Ahí es donde puede generar divisiones, donde va a desconcertar más, si es que hasta aquí lo había hecho poco, y donde generará sus mayores detractores, porque hasta entonces todo estaban siendo defensores.
Y es que es muy fácil estar a favor de una idea así. Una mujer que cuando camina no se escucha caminar, ya lo hará un poco más tarde, es una genialidad, pero esto debe llevarnos a algún lado. Y esa meta, que sale del cine fantástico para llevar la propuesta al mundo de la magia, puede convencer menos. Pero es que cuando un creador se arriesga, tal y como muchos les pedimos siempre, puede que no acierte, aunque si lo logra, el resultado se convierte en un hito.
En este caso Juanjo Giménez Peña, cuyo cortometraje Timecode fue nominado al Oscar en 2017, realiza en su ópera prima un ejercicio absorbente en el que los pasos a dar podrían resbalar pero en su caso son de una solidez apabullante.
No es fácil enfrentarse a un proyecto como éste. Ni debe ser sencillo llevarlo a cabo, con una sincronización espectacular para conseguir la desincronización deseada. Marta Nieto está fabulosa en su desconcierto, en su impotencia, en su desesperación absoluta. C, su personaje, que de por sí no es demasiado expresivo, llega a ser aquí la encarnación del no saber a qué atenerse. Esto no le ha pasado a nadie. Nunca. Ahora le pasa a ella. Y está perdida. Y nosotros fascinados.
Miki Esparbé, compañero de reparto de Marta, tiene el personaje agradecido de la función, aunque tampoco sea fácil: no aparece demasiado y cuando lo hace es para creerse todo lo que ella le cuenta, lo cual en la vida real no resultaría muy verosímil. Pero tomárselo como él lo hace genera una de las secuencias más bellas que hemos visto este año en una sala de cine.
Tres se titula en inglés Out of Sync, es decir, ‘Fuera de sincro’. Lo que le ocurre a C resumido en el cartel. Pero que se llame Tres en España no se justifica demasiado a menos que se entre en la película. Un trabalenguas para medir la sincronización será lo que más identifique el espectador con el sentido del título. Porque otra de las razones era que originalmente, en las primeras versiones del guión, había solo tres personajes: A, B y C. Posteriormente éste es el único que se ha mantenido en la historia definitiva, pero ni se trata de un dato demasiado conocido ni de una razón de peso para titular la película de esta forma.
El título, por lo tanto, es mejorable. Y no resulta nada llamativo si no se sabe en qué consiste la historia que nos cuenta. Pero con él tiene que lidiar en una cartelera llena de superhéroes y de películas pequeñas más reconocibles. Eso sí, quien decida descubrirla va a experimentar sensaciones nuevas en una sala de cine.
Es desconcertante enfrentarse a una experiencia de este calibre. Qué harías tú si te pasa eso, esa es la gran pregunta. C, en su caso, lo que hace es tratar de descubrir por qué le ocurre, y la respuesta la lleva a un lugar que no esperaba. Ni ella ni el espectador.
Pero en su camino a resolver el enigma hay mucha introspección. C es muy callada, y ahora más. Cualquier ruido es para ella un tormento. Una conversación se vuelve un laberinto. Hay que escribir, es el recurso más práctico. Hay que volver al origen de la comunicación para poder sincronizarse con el momento, y en lo que respecta a su trabajo eso equivale a sumergirse en el origen del cine. Unir esos dos conceptos y ser testigos de cómo lo cuenta Juanjo es una preciosidad. Es una de las razones por las que Tres es tan recomendable.
Tres no es una película más. Es puro amor por el cine. Y por la vida. Con un cuidado extremo en las interpretaciones, en la mezcla de sonido, en que la historia tenga una coherencia, por muy fantástica que sea, es una película delicada, destinada a un público dispuesto a dejarse arrastrar por algo inusual y a pensar en lo que le han contado una vez concluya el relato. Cine atípico, de ese que tanto se pide, tan poco se obtiene y a veces tan poco se aprecia. Pero aquí tenemos un ejemplo de una película diferente que viene dispuesta a formar parte de nuestras preferencias.
Silvia García Jerez