THE BATMAN: Oscuridad y corrupción en Gotham City

Hay un momento en The Batman en el que vemos al superhéroe boca abajo, al revés. Es el punto de vista de un personaje determinado que en un momento dado lo ve de ese modo, pero se trata de toda una metáfora de lo que resumiría el concepto de este nuevo Batman: poner del revés el universo del personaje tal y como lo hemos conocido en el cine.

Esta aventura iniciática, en la que todos los personajes van tomando forma hacia lo que más adelante van a ser, incluyendo el coche, que no es un personaje pero es un complemento que también le es característico, le da una vuelta a lo que habíamos conocido de él hasta ahora en la gran pantalla. Y el resultado es tan espectacular que vale la pena someterse a ese vuelco narrativo para sumergirnos en una película profunda, valiente y llena de cine del que se escribe con mayúsculas y acaba pasando a la Historia más allá de la taquilla que consiga, que no se prevé escasa.

Inspirada en El largo Halloween, de Jeph Loeb y Tim Sale, The Batman ego, de Darwin Cooke y en Batman Año I, de Frank Miller y David Mazzucchelli, estamos en el segundo año de Batman combatiendo el crimen y se va a tener que enfrentar a un enemigo muy peligroso, al que no solo no es capaz de detener, tampoco de identificar. Lo apodan Enigma por su afición a proponer acertijos para ir anticipando sus siguientes movimientos: asesinatos de peces gordos de la ciudad que conocen los tejemanejes que se cuecen bajo la realidad aparente y que, además, forman parte de ellos.

Batman (Robert Pattinson), con ayuda de Selina (Zoë Kravitz), una camarera del local donde se dan cita estos grandes de la maldad, y del comisario James Gordon (Jeffrey Wright), luchará con todas sus fuerzas, y sus habilidades, para llegar a resolver lo que Enigma le propone y así poder acorralarlo.

Batman (Robert Pattinson) y Catwoman (Zoë Kravitz)
Batman (Robert Pattinson) y Catwoman (Zoë Kravitz)

The Batman es un acontecimiento. Uno va al cine esperando que una película del sello DC con Matt Reeves al timón, el director que firmó El amanecer del planeta de los simios y La guerra del planeta de los simios, sea buena. Y resulta que es mejor.

Reeves nos sumerge, como él mismo avisó que haría y Warner le ha permitido, en un submundo de corrupción, oscuridad y puro cine negro que es un auténtico deleite. Hacía mucho tiempo que una película no nos mantenía sobrecogidos, pegados a la butaca de esta manera. Y dura 3 horas que se hacen cortas.

Reeves comienza la película con un plano subjetivo de Enigma, de quien no voy a revelar el nombre del actor que lo interpreta aunque sea fácil de encontrar por la red, pero por mantener el suspense hasta que el lector lo descubra, porque es deslumbrante lo que hace, menudo villano de leyenda. Vemos lo que ven sus ojos, oímos su respiración. Él va a ser nuestro dueño de ahora en adelante. Nuestro y de Batman, al que va a tener completamente a su merced.

A partir de ahí, este Batman iniciático, que conocemos como vigilante de Gotham City, se verá envuelto en una bajada a los infiernos en los que encontrará todo aquello que debería eliminar.

Y va a ser una bajada total, en la que nos vamos a ver tan inmersos que nos va asfixiar. Esa atmósfera malsana en la que se mueven sus personajes es asombrosa, y la dirección de Reeves extremadamente potente, no solo en secuencias de gran calibre, también en las más íntimas. De género negro todas ellas. Pero parece que en la confrontación personal fueran a flaquear, a estar menos logradas, a ser menos intensas, y es donde más se crece, desenfocando la violencia o dándole un carácter de contundente cine negro a lo que en otra película sería un entretenido juego de adivinanzas.

Tanto es así, tal es la perfección que alcanza The Batman, que por momentos olvidamos que estamos viendo una historia protagonizada por un superhéroe con súper villanos como enemigos. Porque lo que estamos viendo es un viaje tan radical a los infiernos que resulta incluso raro ver a superhéroes por la trama. Parece que se hubieran colado entre tanto mafioso. Nos extraña que la policía esté ahí para nada porque han de dejarle paso al señor de la capa. Y la solemnidad es tan abrumadora que incluso dejándole paso hay algo que nos descoloca al contemplar a un hombre disfrazado entre tanto uniformado con placa e insignia.

Y es que lo que estamos viendo es una reminiscencia del Zodiac de David Fincher con toques de su Seven, un nivel como el de Batman Begins, de Christopher Nolan, como el de Logan, aquel Lobezno crepuscular que elevó al personaje y a Hugh Jackman metido en él. Superhéroes enlazando con la épica del prestigio.

Uno de los elementos que también la logran es la calidad de sus villanos. Están superlativos. Bien perfilados en el guión y mejor trasladados a la pantalla. Los que llevan maquillaje hasta ser irreconocibles, caso de Colin Farrell, que se transforma en el Pingüino, como los que no lo llevan, y no citaré nombres para no desvelar nada.

Es una película de malos y buenos, pero sobre todo de malos. Son los más contundentes, los que más se van a recordar. Aunque también se hagan imprescindibles tanto la interpretación como la presencia de Zoë Kravitz en el cuero de Catwoman y la majestuosidad de Andy Serkis, el simio Caesar, el Alfred de este Batman, un hombre entregado a su señor hasta el extremo.

Interpretaciones prodigiosas (entre las que no se encuentra la de Robert Pattinson, demasiado encorsetado en su intento de atormentar al personaje), una música portentosa firmada por Michael Giacchino o la fotografía de Greg Fraser hacen de The Batman una de las mejores películas de la criatura ideada por Bob Kane y Bill Finger.

Silvia García Jerez

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