LANGUAJE LESSONS: Amistad por videollamada

Languaje lessons es una delicia. Cuenta la historia de Adam (Mark Duplass), a quien su marido le ha contratado 100 clases para mejorar su español. Él vive en Oakland, California, y su profesora en Puerto Rico, por lo que las clases serán online, a través de videollamada. Por eso y porque están en pleno confinamiento y ninguno de los dos puede salir de su casa.

Él acepta a regañadientes el regalo de su marido: no es muy amigo de romper sus rutinas y no sabe cómo encajar una clase de una hora por la mañana, por lo que comienza incluyendo a Cariño (Natalie Morales), su profesora, en ellas y conecta con las clases mientras está nadando en su piscina. Porque Adam es un tipo rico de Norteamérica, y aunque se siente culpable por ello, él vive en un sitio privilegiado para pasar el tiempo de encierro obligatorio, momento en el cual la película fue rodada.

Pero todo da un giro cuando ocurre una tragedia que afecta directamente a la vida de Adam. Y aún así, él quiere seguir con las clases. Lo que ocurre es que éstas no serán iguales. La relación profesor alumno se ve modificada por el estado de ánimo de Adam y la comprensión de Cariño de que Adam prefiera hablar, desahogarse, a seguir el esquema de una clase tradicional porque igualmente hablan en español y él practica.

Y lo que tenían que ser unas clases, 100, una hora a la semana, unos dos años en total, se acaba convirtiendo en una amistad por videollamada en la que tanto la profesora como el alumno van a descubrir que a pesar de la distancia y la diferencia económica entre ambos, los dos necesitan lo mismo: alguien con quien hablar, alguien con el que contar y en quien apoyarse.

Cariño (Natalie Morales) pasándoselo bien escuchando a Adam (Mark Duplass)

Languaje lessons comienza como una comedia, con Adam y su marido (fuera de campo éste, solo le oímos la voz) discutiendo porque Adam no acaba de ver bien lo de las clases, y a medida que avanza se va transformando en un drama en el que dos personajes van quedando expuestos frente a la pantalla. El tono de comedia no desaparece pero el drama se interpone y va creciendo porque la relación entre los dos se va volviendo más importante y lo personal toma un cuerpo mayor que el profesional.

Pero a pesar de todo, a pesar de ese drama, que lo tiene, es una película deliciosa en la que vemos a dos seres humanos tratando de salir adelante con sus vidas. Natalie Morales, Cariño en esta ficción, es la directora de la película, y lo cierto es que le imprime una frescura que se agradece. El Zoom ayuda a conseguirlo, es una herramienta muy contemporánea y el estar frente a la cámara continuamente consigue que los dos actores nos den unas perspectivas más humanas de sus personajes. No en vano, es la manera en la que muchos se han comunicado durante el confinamiento, por lo que nos resulta tan cercano como familiar.

Conversaciones pero también música, una combinación adorable que se da en Languaje lessons a lo largo del metraje. Música un tanto distorsionada, porque ninguno de los dos es bueno en eso, pero tal circunstancia no les va a arruinar la diversión. Tampoco la nuestra, porque disfrutamos de sus arranques de espontaneidad. Y así van pasando el confinamiento, entre prácticas del español y confesiones que los hacen más humanos. Y ver todo el proceso, el recorrido emocional entre amos, es una gozada.

Languaje Lessons es una película sin pretensiones y tal vez por eso nos llega con más facilidad que otras que sí intentan trascender. De este modo, Adam y Cariño se quedan con nosotros, les vamos cogiendo precisamente eso, cariño, a dos seres vulnerables que solo necesitan que alguien los escuche. Y qué mejor que una videollamada para eso, una herramienta gracias a la que te enfrentas cara a cara con tu interlocutor. Y de paso con el espectador, al que hablas de manera directa, rompiendo la cuarta pared cinematográfica la mayor parte del metraje. Una nueva forma de que el cine nos cuente una historia de amistad en la que los elementos más sencillos cobran la importancia que normalmente no les damos.

Silvia García Jerez

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