PREPARATIVOS PARA ESTAR JUNTOS UN PERIODO DE TIEMPO DESCONOCIDO

Preparativos para estar juntos un período de tiempo desconocido es el larguísimo y sugerente título de una producción húngara que nos llega a los cines para demostrar que no hay nacionalidad ante la que ser escrupulosos como espectadores sino historias que valgan la pena contarse y maneras de hacerlo bien o mal. Y en este caso está bien, muy bien.

Preparativos para estar juntos un período de tiempo desconocido cuenta la peripecia de Marta (Natasa Stork), una neurocirujana de 40 años, con mucho éxito en su vida profesional, tanto es así que ha desarrollado parte de su carrera en Estados Unidos, pero allí se enamora de Janos Drexler (Viktor Bodó), quien ha planeado volver a Budapest y no seguir en este otro continente.

Allí, en Estados Unidos, quedan en encontrarse en el Puente de la Libertad y Marta lo deja todo en América para estar junto a Janos, acudiendo sin falta a esa cita. Pero él no se presenta.

De vuelta a la rutina, Marta encuentra a Janos en el aparcamiento del hospital y éste le dice que no es quien ella cree, que no se conocen y que le está confundiendo con otra persona.

Desconcertada por la situación y la circunstancia, Marta no parará de encontrarse a Janos y ni éste de actuar de manera extraña en su presencia. Como si la conociera y como si a la vez no la hubiera visto nunca.

Preparativos para estar juntos un período de tiempo desconocido. Detalle del precioso cartel de la película
Detalle del precioso cartel de la película

Preparativos para estar juntos un periodo de tiempo desconocido es un drama con el envoltorio de una película de suspense. Con un tempo suave, en el que la tensión se va colando en la rutina de una mujer que trata de aceptar que la persona a la que quiere no es la que dice ser. No hay música épica que subraye nada, no es una película americana en la que todo quede sobreexpuesto, sino una película europea en la que la naturalidad es la que guía el relato.

Así las cosas, cada vez nos sumergimos más en la experiencia de Marta, para desentrañar el motivo de que ahora Janos no responda a sus expectativas. Y sí, a medida que avanza el metraje vamos a conocer las respuestas que buscamos, y no siempre van a ser las que esperábamos.

Una película tremendamente humana, que nos acerca a la vida tal y como es y no como nos gustaría que fuera. Un ejercicio cinematográfico con el aura de la obra de Krzysztof Kieslowski, director polaco responsable de, entre otras maravillas, La doble vida de Verónica, de la que este film húngaro bebe en atmósfera y en ideas.

Pero la presente la dirige Lili Horvát, en la que es su ópera prima, su interesantísima primera película tras toda una trayectoria llena de cortos y algún que otro capítulo de series de televisión en su Budapest natal.

Horvát, con Preparativos para estar juntos un periodo de tiempo desconocido, nos adentra con acierto en la mente de dos personajes cuyo presente es distinto del que imaginaron cuando vivían ese pasado que Marta pretende convertir en perpetuo. La vida en Budapest solo se aguanta si está el otro, por mucho que se engañen y aparenten que no es así.

El romanticismo que desborda la historia en nada se parece al del cine americano comercial que batía récords de taquilla en los 90 y hoy son clásicos que las televisiones emiten cada semana. No, aquí el amor se adueña de la pantalla a escondidas, pidiendo permiso en miradas, en roces, en caricias que no siempre encuentran respuesta porque hay que procesar el momento en el que se sienten. No importa la fuerza de los sentimientos si el árido día a día no invita a darles alas, también esa es la supervivencia.

Ahí radica la belleza de Preparativos para estar juntos un periodo de tiempo desconocido, en mirar sabiendo hasta dónde se puede bucear en el alma humana habida cuenta del dolor que hay en ella. En intentar empatizar con una situación extraña que nos lanza al abismo de lo desconocido en personajes que deberían estar definidos desde el comienzo pero cuyos lados oscuros emergen cuando necesitan defenderse de lo real.

Y por eso es una película tan bella, tan estremecedora, con un plano final que es pura metáfora de lo que vendrá, de dónde hemos llegado y de dónde estamos, de la fragilidad de lo que nos hace ser quienes somos. Un plano final que da sentido al título de la película y que cierra una obra que en su conjunto contiene todo el cine que le pedimos al cine.

Silvia García Jerez

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