TENET de Nolan – Palíndromo al infinito


Christopher NOLAN estrena una imponente cinta, volviendo a jugar con el tiempo en sus manos desde todos los planos y sobre s
í mismo, componiendo un artefacto casi perfecto entre el alucinante malabarismo de su montaje, la apabullante música desplegada, la fascinante fotografía y todo un alarde de interpretaciones. 

TENET revela al visionario director como el auténtico observador e intermediario del futuro, a través de su asombroso cinque anticipa ciencia y realidad

Para empezar, les propongo un juego. Fíjense en el título. 

Giren la palabra, denle la vuelta, reflejen sus letras; TENET, esas cinco, en mayusculas, formando el palíndromo perfecto. 

Se mire cómo se mire, desde cualquier ángulo y cualquier perspectiva, esta única palabra es idéntica, pudiendo significar infinitas posibilidades. Llámenlo X, pues viéndola de principio a fin, hacia adelante y atrás, de un lado a otro, de dentro a fuera, TENET se expande y repite hasta infinito, como la misma película a la que da nombre, resultando un deleite de enigma entre mundos paralelos, paradojas temporales y viajes omnipresentes.

Un algoritmo, una lista contactos, la clave para salvar al mundo de una tercera Guerra mundial… Eso es TENET de Nolan. 

Una vuelta más a la obsesión por el tiempo y esa curiosidad científica que el director ya planteaba en sus anteriores películas, representando cuestiones sobre la conciencia, consciencia y realidad, siempre en una contrarreloj de adrenalina y en metrajes de más de dos horas, sin perder ni un ápice de espectáculo, diálogos sin desperdicio y un despliegue de medios que suele deslumbrar. 

En TENET, Nolan domina el ritmo entre misiones imposibles y posibles espías con la herencia de la Guerra Fría presente, aún con alguna licencia narrativa que propicia la cuadratura del círculo para que todo encaje y funcione el espejismo, incluso la música a contracorriente, utilizada con todo el sentido. 

El pasado, pasado está y el presente no existe. En el ocaso no hay amigos… Todo es futuro. 

Y el de Nolan discurre similar al nuestro entre corporaciones, gobiernos y negociaciones secretas, mercenarios, mafiosos, especialistas en Arte y hasta un grabado de Goya, siendo además una historia de celos, poder y venganza como las de de toda la vida, como desde que el mundo es mundo. 

TENET ya en cines

Una sabe que le puede estallar la cabeza ante lo que Nolan estrene.

Con TENET (se) repite, pero es genial.   

Y visto lo visto, no deja de sorprender en ninguno de su filmes. 

Ocurrió en Memento narrando con tatuajes cada recuerdo. Y con su versión de Batman, El caballero oscuro, comenzando con un trepidante robo a un banco para acabar con un final de traca, entre unos ferries que navegaban más allá de la convencional moraleja de héroes y villanos. 

Llegó después Origen con sus ladrones del sueño, montando un puzzle de planos y coreografías invertidas en edificios y peleas cuerpo a cuerpo, jugando con la memoria y el subconsciente, al son de La vie en Rose. 

Más tarde Interstellar proponía una odisea en el espacio a través de un emocionante viaje paternofilal para hablarnos -como nunca antes se había enseñado y aconsejado por profesionales de la NASA- sobre planos temporales, agujeros de gusano y paradojas del destino familiar. 

TENET ofrece una vuelta de tuerca a la filmografía de Nolan, quien participa también en el guión, con ese futurismo que se alimenta de Back to the future (plutonio, incluido), Primer (esos encuentros con uno mismo) y Fringe (entre universos paralelos), emparentándose de alguna manera con esos visionarios como J. Verne, K. Dick y Tesla -que lo encarnó Bowie en otra cinta de Nolan, de magia y experimentos, en El truco final– , esos verdaderos intermediarios de lo que vendrá, lanzando esa imaginación que en algún momento será realidad. 

Nolan consigue con TENET una avalancha de precisión y elegancia que hace imposible dejar de mirar la pantalla. Ya sea en los momentos más dramáticos, como durante la acción, cuando comienza ese malabarismo en el montaje alterando velocidades, avances y retrocesos, en unas alucinantes idas y venidas temporales que ocurren en el mismo presente. 

Y sin escapársele ni un detalle. Pudiendo seguir lo que esta pasando aunque parezca un sinsentido y todavía no sepamos quién es quién. Ya sea en Italia, India, o Rusia. Entre camiones, coches, trenes y barcos. 

Mientras van desfilando actores como Martin Donovan y Michael Caine -estupendo en su breve charla sobre el snobismo-, junto a unos personajes femeninos de los que depende toda la historia, destacando Elizabeth Debicki, que se deja la piel y sus cicatrices -como en la vida real- para marcar el cambio y recordar el pasado. 

Sin embargo, todo el meollo queda repartido entre Robert Pattinson -ese nuevo hombre-murciélago, por cierto, y antiguo vampiro adolescente- que está estupendo en su mezcla de Bourne-Bond, y John David Washington -manteniendo la perplejidad desde su intervención en KKKlan-, como si no se enterara de nada y buscando constantemente su protagonismo en la ecuación, ya sea disfrazado con chaleco reflectante y sujetando un portapapeles que le abre cualquier puerta, que trajeado al estilo inglés. 

No obstante es Kenneth Branagh quien se come pantalla. Y literalmente como un tigre rugiendo, según grita, o cruelmente cuando escupe, mientras es capaz de controlar sus pulsaciones tras un vodka a palo seco, infundiendo terror a cada trago… Branagh está fantástico demostrando la maldad sin histrionismo y aguantando unos primeros planos que no sé si vendrían por guión, pero sólo él los tiene y durante todo el metraje. 

Con una sola palabra, TENET, y al servicio de una espiral, a Nolan no se le va la pinza aunque las olas rompan al revés.

Si se meten en su juego, disfrutarán de un bucle del que no querrás salir.

Y no es difícil entrar. Empezando con un impresionante asalto al teatro de la Ópera y terminando con un puntito emocional que nos deja dándole vueltas a todo lo visto, mientras aparecen los créditos finales y K. West sonando, por si quedaba algún público por convencer…

Acabáramos. ¡Qué sabio y qué listo es Nolan! 

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Mariló C. Calvo

2 comentarios en «TENET de Nolan – Palíndromo al infinito»

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