LA LA LAND
LO LO VALE
Bonito, brillante y valioso, como una joyita. Así es el musical con aires de clásico inmediato que ha conseguido 14 históricas nominaciones de Oscar para su encantadora historia de amor por el cine, el jazz y la ciudad de Los Angeles.
La La Land evoca y renueva el género más genuinamente americano con ese juego de iniciales y notas, que danzan en el mismo titulo. Como desde su mismísimo comienzo, asentando los pasos a seguir con bailes, canciones y magníficos guiños nostálgicos que rinden homenaje casi en cada plano y en cada esquina, a La ciudad de las estrellas y su fábrica de sueños.
Su enamoramiento con la industria ha sido su mejor marketing y aunque quizá tanto bla bla bla sobre La La Land podría ocasionar cierta decepción, hay tanta magia en este esta fábula que es imposible no dejarse atrapar por ese chico que conoce a la chica en pleno atasco de verano. Como es impensable no continuar su romance de película por todas las estaciones del año y de la relación, aún con el éxito y las ilusiones rotas de por medio.
Así es el musical que seduce con su espíritu de antaño, sin renunciar a su cóctel de originalidad, conquistándonos para siempre con su portentoso final, que redondea el género que hizo grande a Hollywood; de ahí que sea inequívoco su merecido reconocimiento en la próxima ceremonia de las doradas estatuillas, como lo fue en los pasados Gonden Globes.
Y es que funciona todo en La La Land; tanto la química entre entre Ryan Gosling y Emma Stone, nada empalagosa ni artificial aún en escenarios coloristas y teatrales, como la critica al show business y su juego de cine dentro del cine. También sus coreografías corales y las más sencillas, de baile a dos. Las melodías originales y el revival con los hits de los ’80… Y por supuesto, la dirección de Damien Chazelle, confirmando que lo suyo con la música y el cine es memorable, tras su estupenda Whiplash.
El joven director mueve la cámara, danzante, envolviéndonos entre paneos circulares o acercándonos a cada protagonista cuando un simple foco les ilumina, brillando sólo para ell@s. Ella, aspirante a actriz y el pianista de jazz, lucen en cada secuencia con una impecable puesta en escena y un fascinante juego luces durante todo el metraje; ya sea en paisajes de noche con sus garitos de ciudad, como en los interiores cargados de pura emoción. Como los destellos reconocibles de Once, Corazonada, Casablanca, Sombrero de Copa, Un americano en París, Eva al desnudo, Grease y por supuesto, Rebelde sin causa, recorriendo los mismos lugares del mítico filme. Una joya.
Guste o no el musical, La La Land se queda en la retina por gusto propio. Y ha conseguido que todo el mundo quiera verla aunque se para decir «bueno, no es para tanto…» Pero hasta ese ta ta tanto hay mucho que ver en más dos horas que te harán volver a soñar.
Mariló C. Calvo