PARQUE LEZAMA: Un escenario lleno de talento
Hay que darle las gracias a Grupos Smedia por traer a España Parque Lezama. Es la obra de Herb Gardner adaptada y dirigida por el argentino Juan José Campanella, ganador del Oscar a la mejor película extranjera por El secreto de sus ojos, y cuyo trabajo más reciente ha pasado por las pantallas de cine este mismo verano: El cuento de las comadrejas.
En El cuento de las comadrejas, Campanella tenía a Luis Brandoni entre sus protagonistas, en la silla de ruedas del marido de la protagonista, y de nuevo trabaja con él en esta pieza en la que varios personajes pasan por el Parque Lezama pero quien lo acompaña como inseparable interlocutor, a su pesar, es el también maravilloso Eduardo Blanco.
Dos actores argentinos míticos que demuestran sobre el escenario que son grandes por algo. Ambos realizan interpretaciones colosales en las que el cuerpo juega un papel fundamental, por lo que es de imaginar que terminarán agotados cada función que representan. Y tal vez por eso mismo solo podrá verse en Madrid, no harán gira por España. Uno ve la obra y lo entiende. Y de hecho lo que no entiende es que hayan salido de Argentina para venir a la capital a deleitarnos con este trabajo estratosférico tan complicado de realizar. Insisto en que hay que darles las gracias por ello.
En Parque Lezama, dos hombres que comparten banco, uno con su bastón y otro con su periódico, son el centro del relato. El primero, al que da vida Luis Brandoni, es un hombre que no deja de hablar y al que le pierde la lengua, en todos los sentidos.
Y el segundo, aquel Eduardo Blanco, que se inició en el cine en El mismo amor, la misma lluvia, junto al protagonismo de Ricardo Darín y al propio Campanella en la dirección, es un tipo callado que solo quiere estar a lo suyo, sin que lo molesten. Pero no va a ser posible. Y este tira y afloja va a dar lugar a situaciones que los van a exponer, a los dos, a una tensión constante que pondrá a prueba la improbable amistad que los une.
Dicen que Parque Lezama es una comedia y yo me permitiría rebatir semejante afirmación. De acuerdo en que por momentos estalla la carcajada en el patio de butacas, no voy a negarlo, pero Parque Lezama es ante todo un drama, terrible en según qué tramos, con un toque de comedia que adorna de locura algunas situaciones.
Pero ante todo es un drama de dos ancianos que quieren vivir su vida, que recuerdan su pasado, pero que luchan por su presente. Un presente que no los quiere, que o bien los quiere jubilar o los quiere meter en un asilo. Actos ambos loables planteados en la obra tal y como ésta lo hace, pero que uno siente, como espectador, porque los actores lo transmiten de maravilla, que no es el momento para ninguna de las dos cosas, que la libertad ante todo de seguir los dos con su día a día.
Es decir, la obra repasa la vida de estos dos hombres, rozando la fantasía e incluso cayendo en ella, pero dejando claro que han vivido mucho y que, como llega a decirse en un brillante diálogo, no es nada fácil tener 80 años.
Solo como homenaje a la tercera edad valdría la pena ver la obra, pero con la presencia de Luis Brandoni y su palabrería desatada y de Eduardo Blanco y su continuo temblor, que no lo detiene nunca porque forma parte del personaje, las razones para verla se multiplican y lo cierto es que lo que recibimos de ellos desde el escenario es una lección de buen hacer, de profesionalidad y de saber emocionar gracias, de nuevo gracias, en esta ocasión a sus respectivos talentos.
Parque Lezama: Teatro Fígaro de Madrid hasta el 1 de diciembre
Silvia García Jerez