Malasaña 32: El Terrorífico Fantasma Del Rechazo
Malasaña 32, como buena película de contenido paranormal, que lo es, ha de ser vista con cierta credulidad aperturista para ser disfrutada, ya que como en otros tantos expedientes de época aquí las referencias se perciben por doquier, pero quedan tan bien ensambladas que acaban dando en la diana de inquietar a la platea.
Buena parte de este resultado, óptimamente tenebroso, es del curtido en cortos, al alimón con Caye Casas, y 50% de la dirección del singular largo de debut Matar A Dios, también a cuatro manos con su colega de cortas correrías, Albert Pintó, que en Malasaña 32 se echa a toda velocidad, solo y sin parar en área de servicio alguna, a la nada fácil carretera perdida del cine de miedo, haciendo buen uso del socorrido recurso que convertido en leyenda publicitaria queda más que resultón en los posters promocionales, dando relativa verdad a lo inventado; supongo que lo han adivinado: Basada En Hechos Reales.
De aquellos hechos estos entramados. Malasaña 32, como sucede, repuestos de la sorpresa final, en un segundo análisis de El Sexto Sentido, trasciende el concepto de fantasma de manual, y del más allá, envolviendo la trama desgranada en esa paradójicamente densa nebulosa atemorizante fruto de los que piensan que la libertad tiene dueño, pero que, muy torpes éstos, no saben que siempre llega el temido momento en que habremos de pasar por ese purgatorio donde todas las cuentas por saldar deberán ser saldadas, donde todas las esquinas oscuras habrán de ser iluminadas, a golpe de mechero de gasolina si fuese necesario, aún a riesgo de incendiarlo todo. ¿Me siguen? Donde hubo fuego quedan siempre rescoldos, o más bien al revés.
Los que mucho cine de terror/suspense/intriga vemos, no tenemos duda de que en el tipo de cinta que es Malasaña 32 es del todo necesario un buen reparto, como el que nos ocupa que, salvo por algunas muy reconocibles colaboraciones excepcionales, se compone de actores de los que podríamos pensar que no sabemos demasiado, pero que al final resulta que forman parte de mil proyectos de las no menos de mil plataformas de la actualidad del séptimo arte. Aunque qué más da, no hablamos de estrellas del celuloide, hablamos de actores que afrontan su cometido como se ha de hacer: creyéndose lo que podría parecer increíble, y que no lo es. ¡Bien por todos ellos! Mantengamos el misterio, que de eso se trata.
Casas ¿encantadas? de ser habitadas, personajes con esqueletos en el armario, con fantasmales pasados en épocas pasadas que siguen dando miedo a día de hoy por aquello de no haber cosido del todo la brecha, la herida, el tajo. Pasillos en penumbra, rellanos destartalados en edificios con historia, e historias, que igual también pueden contar, entre sus vecinos, con los habitantes cinematográficos de Musarañas, Verónica, Darkness y El Espinazo Del Diablo, o con los inquilinos televisivos de Para Entrar A Vivir, Regreso A Moira y La Habitación Del Hijo.
Malasaña 32 no inventa nada, cierto, pero sí que deja bien abierta la chirriante puerta para que veamos, y sintamos, un trabajo cinematográfico hecho con ganas, con ganas de contar, y ¿por qué no? asustar. Vayan y disfrútenla, o tiémblenla, porque vida, como muerte, solo hay una.
Luis Cruz