LA MIRADA DE ORSON WELLES – Dibujando a un icono
Este documental sobre una de las grandes leyendas del séptimo arte merece un apartado especial. De hecho, me parece que abre un nuevo espectro a la hora de analizar la filmografía de cualquier autor. Da la sensación de que el director, Mark Cousins, es un pequeño genio. Cámara diminuta en mano nos regala un documental excelente pero para el que hay que estar preparado.
La complejidad se basa en la admiración de Cousins por el ya desaparecido director, que intenta y consigue con éxito descifrar a través de los cuadros y dibujos de Orson Welles su talento cinematográfico. En el largo tributo se esclarece la sinceridad de esta carta de amor al cineasta.
Un análisis del revelador de alto ‘standing’. El trayecto de casi dos horas puede ser algo espeso, pero las mentes más lúcidas y apasionadas quedarán repentinamente fascinadas por el esplendor de una obra profunda y matizada a través del arte. El escondrijo más sofisticado será revelado a los ojos de los telespectadores con maestría y claridad evidentes.

Es entonces cuando la excentricidad conocida del autor de ‘Ciudadano Kane’ se multiplica de forma exponencial. El ego, la vacuidad, el frenesí y la inseguridad batidos en la personalidad de este genio. Desmenuzadas y analizadas al detalle.
Descubrimos a un Welles contradictorio, tremendamente talentoso creando universos pictóricos y con una dosis de locura propia de los incomprendidos. Conocemos el por qué de su pasión por los reyes, la caballería o el lienzo. De puntillas por una vida personal amenizada por la literatura y el arte, recompone la estructura intelectual enraizada en la literatura Shakespeariana.
Desde los países en los que el protagonista encontraba cobijo espiritual, dibuja y escribe algunos de los fragmentos que darían vida a sus imperecederas obras. España era uno de sus rincones fetiche.
Durante la travesía localizamos el declive del artista. También sus traumas, relaciones tormentosas o amistades venidas a menos por un carácter enrabietado y bipolar objeto de un degradante alcoholismo. Se adentra con profunda admiración a sus más famosos encuadres: Mr. Arkadin, Sed de mal o La dama de Shangai son algunos de los ejemplos de ese talento desbordante.

Pieza imprescindible para entender la obra de uno de los directores más brillantes de la historia del cine. Desde su prisma más artístico comprendemos el mundo que giraba en torno a Welles.
En su contra corre el excesivo metraje. La precisión del relato invita a un respiro. Sin embargo, aquí la densidad es calidad. Un canto de admiración a un visionario. Una carta de amor cercana a una de las leyendas del séptimo arte.