La hija de un ladrón: Greta Fernández a por el Goya.
Este fin de semana llega a los cines una de las grandes triunfadoras del pasado Festival de San Sebastián: La hija de un ladrón. La ópera prima de Belén Funes, que gracias a su calidad pudo competir sin complejos en una sección oficial del más alto nivel.
Tan conmovedora como desgarradora, La hija de un ladrón construye una realidad y unos personajes llenos de matices, que son reflejados a la perfección por un elenco en su mayoría desconocido, pero lleno de talento. Y todo ello plasmado sin la necesidad de recurrir a un pasado, o tan siquiera a una explicación para poder intentar comprender aún más su procedencia. Estos interrogantes no sé resuelven ya que no es necesario. De hecho, sugerir en vez de enseñar es un recurso más arriesgado y menos habitual a la hora de construir un relato, pero a su vez, ofrece un resultado más realista. Algo que es imprescindible a la hora de hacer películas de carácter social. Un género y una forma de hacer cine que ya vimos en “La inútil” o en “Sara a la fuga”, ambos cortometrajes de la realizadora catalana. Éste último ganador de la Biznaga de Plata al mejor cortometraje en el Festival de Málaga de 2015, y precursor de este primer largometraje.
Eduard Fernández aparte: actor para quien se han acabado los calificativos. El peso total recae en la sobresaliente Greta Fernández, piedra angular del proyecto, cuyo trabajo camaleónico, logra conseguir hacer atractivo un personaje “normal”. Y quizás en eso radique su mérito y su más que posible Goya.
En definitiva, una película notable que bebe del cine de los hermanos Dardenne y Ken Loach. Una experiencia enriquecedora que nos humaniza y acerca a las personas que invisibilizamos diariamente. Le deseo una buena taquilla porque seguramente dará mucho que hablar en las próximas ediciones de premios.
Guillermo Asenjo Lara