LA DESCONOCIDA: Suspense en el parque

Llegada directamente desde el festival de Málaga, en la promoción del estreno de La desconocida, sobre todo en redes sociales, se hace mucho hincapié en que no llegues tarde a la proyección -no se dejará pasar a la sala a quien lo haga-, en que no desveles la trama ni los arcos de los personajes y que, por supuesto, no cuentes el final. Eso va por la prensa, la que la ve antes, y para todo el público que vaya pasando por taquilla, que ya sabemos que la gente es muy dada a difundir aquello que ya ha visto y los demás aún no.

Y es una buena promoción, hay que reconocerlo. Si te dicen que te calles algo, que no destripes la película -lo que hoy se conoce como ‘no hacer spoilers’- te entra un morbo mayor saber por qué, conocer qué hay detrás de esa petición, descubrir qué se esconde tras el misterio.

Así que sólo diremos que La desconocida es la historia de una chica, Carolina (Laia Manzanares) que queda con alguien al que conoce en un chat, Leo (Manolo Solo, ganador del Goya como mejor actor secundario por Tarde para la ira) del que sólo sabe que tiene 16 años y que le gusta mucho el cine de Alfred Hitchcock. A partir de ese encuentro todo va a tambalearse.

Leo (Manolo Solo) y Carolina (Laia Manzanares) en su cita en el parque

Es normal pedir que no se cuente más, no lo haríamos en cualquier caso, la pregunta ahora es si esa petición responde a una base que realmente justifique, más allá de la lógica que tiene no desvelar nada ni de esta ni de ninguna otra, tanta insistencia en el hecho de que se trate de una cinta de la que vayas a salir impresionado.

La respuesta es no. También podría ser ‘depende’. Y depende del cine que se haya visto y de las expectativas que se tengan con ella. Si la película alude específicamente a Alfred Hitchcock ya desde los carteles en los que Laia Manzanares señala su reloj como hacía el maestro del suspense, uno espera que sea como uno de sus títulos. Nada más lejos de la realidad. De hecho, La desconocida se hace incluso larga y la razón fundamental por la que esto pasa es por la cantidad de flashback que tiene en medio del clímax. No necesitamos tanta vuelta atrás, tanto recuerdo del pasado, para saber por qué estamos en el presente. Se puede contar todo con diálogos desde ese mismo presente.

De hecho, es lo que hace la película a la que, más que al cine de Alfred Hitchcock, nos recuerda esta. Obviamente no podemos decir cuál es, pero se trata de un film de culto cuya narración sí es lineal, y cuyos giros funcionan mucho mejor que aquí por mucho que ésta quiera plantear temas tan interesantes como los límites de Internet, la seguridad que ofrece el anonimato del ordenador, etcétera. Siempre son pertinentes: el mundo cambia con rapidez y hay que mostrar los nuevos peligros que se nos plantean como sociedad, pero no sólo hay que cuidar el mensaje, también hay que saber exponerlo en la pantalla.

Es una lástima que La desconocida no funcione como la promoción promete, que ni siquiera los actores estén tan brillantes como pide una obra que ha de destilar sensaciones tan angustiosas. Solo transmiten una intensidad que no requiere la historia. Una naturalidad mayor hubiera sido mejor recibida, incluso requerida, pero todo aquí parece forzado, el metraje extendido y los flashbacks no acaban de engrasar una película que sabe a poco respecto a las expectativas que la publicidad había generado.

Silvia García Jerez

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