TARDE PARA LA IRA: arranque de genialidad

Desde el primer minuto, desde el arranque tanto de la historia como del coche que espera a los delincuentes que dan sentido a lo que luego vendrá, Tarde para la ira demuestra que ha nacido para ser deslumbrante. No para deslumbrar, verbo en tiempo presente, sino para ser deslumbrante, para perdurar a lo largo de las décadas, abrumando en todas ellas como título de referencia para obras posteriores.

Ruth Díaz y Antonio de la Torre en un momento del film
Ruth Díaz y Antonio de la Torre en un momento del film

«Cuando elegí hacerla no pensé que iba a ser una de las grandes.», afirma Antonio de la Torre, protagonista de la película junto a Luis Callejo. «Tenía claro que llevaba ocho años hablando con mi amigo de que iba a hacer su primera película, de que me apetecía mucho trabajar con él, que podía ser una experiencia bonita, que me iba a dirigir muy bien, y nunca me planteé no hacerla, pero no pensé en si iba a ser grande o chica. Lo hice por lealtad y porque pensé que me lo iba a pasar bien y que iba a ser interesante.»
Ese amigo del que De la Torre habla es Raúl Arévalo, una promesa que ahora se adentra en el complicado mundo de la dirección tras haberse consagrado como uno de los actores más versátiles y admirados de nuestro país. Su trabajo al frente de Tarde para la ira es escalofriante, de una solidez y una perfección inusual para una ópera prima, con planos de maestro como el de esa habitación de hotel que aloja a dos hombres, cada uno con su conflicto interno, o secuencias aparentemente sencillas, como pueda ser la que protagoniza una comida, que no da tregua a la tensión acumulada.
Luis Callejo, coprotagonista de la cinta, no oculta su admiración por Arévalo: «Creo que es algo con lo que está todo el mundo de acuerdo. Es que Raúl nos ha sorprendido a todos, hasta a los que estábamos metidos en el proyecto. No es el caso de un actor que de pronto quiere dirigir, en realidad es un director que siempre ha sido director y entre medias ha estado actuando. Se ha estado preparando para ser director mucho tiempo, y se nota.»

En TARDE PARA LA IRA la tensión nunca descansa
En TARDE PARA LA IRA la tensión nunca descansa

Tarde para la ira es una alegría, hacía tiempo que el cine no nos ofrecía un material tan potente, tan lleno de vida, aunque hable de sentimientos desgarradores, de esos que marcan para siempre y suponen un antes y un después en la existencia de los personajes.
Antonio de la Torre nos habló de la manera en que se enfrentó a José, el hombre al que interpreta: «Cuando un personaje está en esa situación es que cómo lo abordas, ¿no? David Pulido, el coguionista, es también psicólogo, y consideraba que alguien que haya pasado por ese trance seguramente estaría lleno de tics y seguramente tendría ya toques patológicos. Pero también pensamos que eso, desde el punto de vista de una película no era tan interesante porque era muy importante que la gente empatizara con el personaje desde el punto de vista del relato, porque si no, llega un momento en que la gente se harta de él y solo quiere perderlo de vista. Y con este tema yo también tenía un ten con ten con Raúl. Él me decía que dejara de sonreír y de estar tan campante porque mi personaje no está para risas, es un tío que está quemado. Por eso mi personaje tiene esa dificultad.»

José y Curro son los personajes protagonistas de TARDE PARA LA IRA
José y Curro son los personajes protagonistas de TARDE PARA LA IRA

Ya el arranque, como antes decíamos, es una declaración de intenciones. Un plano secuencia de los que hacen célebres las películas, caso de 10.000 Km, por poner un ejemplo de nuestro cine reciente, aunque podemos poner también el de El desconocido si no nos importa recordar otro aún más cercano, aunque dicho plano secuencia no sea el que abra el largometraje. El que ahora nos ocupa deja sin aliento y nos prepara para un viaje físico y emocional en el que el espectador también se va a sentir involucrado.
Callejo nos habla del rodaje de ese inicio… de película: «El plano secuencia inicial yo lo habría hecho ochenta veces más. Me gusta mucho conducir y me gusta la acción, aunque me dieron clases unos especialistas, porque la hice yo. Quedamos un día, porque en realidad no hacía falta más que unas horas, porque tengo muchos años de carnet, pero sí que aprendí la sensación de que el coche aguanta más velocidad en las curvas de lo que nos pensamos. Hay que andarse con cuidado al hacerlo, aunque luego en el rodaje fue más sencillo que lo que habíamos ensayado. En cuanto a velocidad no hacía falta ir tan rápido porque había una cámara detrás y si íbamos demasiado rápido no se veía lo que pasaba. Era mejor ir más despacio porque la sensación de velocidad sí que quedaba plasmada. Pero rodamos en Móstoles, y como no era un circuito cerrado, aunque había permisos y demás, había unas sesenta personas del equipo que hacían de viandantes por las calles por si acaso alguien salía a hacer la compra o a coger el coche, y discretamente les decían que había un rodaje y que se fueran hacia otro lado.»

Antonio de la Torre y Luis Callejo frente a frente
Antonio de la Torre y Luis Callejo frente a frente

Luis Callejo y Antonio De la Torre forman una pareja peculiar e inolvidable y a ella se le suma la espectacular interpretación de Manolo Solo, actor camaleónico al que la Academia nominó al Goya como mejor actor de reparto por B, la película, donde bordaba a un perfecto juez Ruz, y al que no incluyó en las candidaturas por La isla mínima, en la que su pequeño pero importante personaje compartía escenas con quien en la presente lo dirige. Muy poco, o absolutamente nada, se puede contar sobre su intervención en Tarde para la ira, si no se quiere estropear la sorpresa del descubrimiento de su trabajo en ella, pero Luis Callejo define como nadie el resultado: «Manolo Solo yo creo que es un actor muy admirado ya por mucha gente, por muchos trabajos que ha hecho, pero esto ya es la guinda. Lo que él hace como actor es absolutamente maravilloso. Es de una destreza rara de ver.»

No hay nada en Tarde para la ira que no haya quedado impecable. Ese guion que va armándose poco a poco para tomar cuerpo y estallar en la pantalla como los fuegos artificiales, esa banda sonora que remata con ímpetu la precisión de las imágenes o una fotografía hipnótica que acompaña a los personajes y nos muestra incluso sus estados de ánimo… Raúl Arévalo arranca extraordinariamente bien en la dirección. Que no pierda de vista su puesto tras la cámara.

Silvia García Jerez

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