Érase Una Vez… En Hollywood: El retrato elegante de la madurez Tarantiniana

Cuando Quentin Tarantino anunció que se retiraría en su 10ª película, los fans elevaron las expectativas de lo que le quedaba por mostrar a niveles estelares. Lejos de pensar en la eterna incógnita de ‘Kill Bill 3’, sus devotos seguidores empezaron a conformarse con los primeros detalles de ‘Érase una vez… En Hollywood’. Y es que, la que prometía ser la película del año, empezó a ganarse el título con sus primeras noticias.

Sus primeros detalles pasaron con el casting, que ya prometía el reparto más estelar de toda la filmografía del californiano. Pero pasaron los -muchos- meses, y las primeras expectativas se vieron resueltas en Cannes. Resultó el tándem de Leonardo DiCaprio interpretando a una estrella -estrellada- del Hollywood de finales de los 60 y Brad Pitt como su inseparable doble de acción, podría no superar lo que esperaba la gente de ella.

Pero la trama no se quedaba ahí -¿en serio alguien creyó que el director de Pulp Fiction podría quedarse ahí?- y es que la guinda del plano hollywoodiense que nos presenta la pone su contexto: Los vecinos de Dalton serían nada más y nada menos que Sharon Tate (Margot Robbie) y Roman Polanski (Rafal Zawierucha), que con un año de matrimonio cumplidos se establecen en un barrio en la que la secta de Charles Manson rondaba libremente por California cometiendo asesinatos satánicos.

Brad Pitt en 'Érase Una Vez… En Hollywood'
Brad Pitt en ‘Érase Una Vez… En Hollywood’

Este popurrí de casualidades históricas de la historia pop estadounidense al más puro estilo ‘Cuéntame’ se vendía como un producto sólido, capaz de llenarse de elogios solo con haberla sacado a salas. Pero, una vez vista, ¿es ‘Érase una vez… En Hollywood’ lo que se espera de Tarantino? Depende.

El director ha querido consagrarse con una verdadera carta de amor -término que se verá en cualquier tipo de artículo sobre la película, seguramente- dirigida al cine y a la ciudad que le vio crecer; realizando a su vez todo un retrato que casi roza lo onírico en una ciudad repleta de neones, de cánones setenteros sobre la masculinidad y el arte y, sobre todo, de mucho Hollywood.

El ritmo se ve atropellado por las continuas incursiones de películas -protagonizadas a modo de flash back por DiCaprio- que, a cambio, reformula el aura de la cinta hacia todo un cuento americano sobre el mundo del espectáculo. Los personajes que campan por este arco, a su vez, conforman uno de las mejores bazas de la cinta: Se puede jugar al «quién es quién» la búsqueda de caras conocidas en pantalla, ya sean artistas actuales o caracterizaciones de los iconos que marcaron la década de los 70.

La crónica hollywoodiense de Tarantino no es más que un retrato histórico de esos que ha demostrado adorar en su filmografía tardía, aunque dentro de su universo -cigarrillos Red Apple incluidos-; con una visión única que no sabíamos que necesitábamos hasta que ha retratado sus iconos y referencias en pantalla. Quizá roce el estilo Scorsese, pero el estadounidense sabe cuidar los detalles en una película que presumiblemente ha hecho sabiendo que se miraría con lupa. Añade, además, todo un ejercicio de reflexión sobre la industria del espectáculo y analiza el fenómeno del fracaso desde una perspectiva interesante.

Por supuesto, el rigor histórico le lleva a dejar a segundo plano la acción made in Quentin, aunque su delicada narrativa no le hace renunciar a los diálogos existencialistas de los personajes -mención especial al momento de debate sobre el Like A Virgin de Madonna en ‘Reservoir Dogs’- aunque eso conlleve recargar escenas hasta hacerlas excesivamente largas. Dicho esto, el público puede no encontrar los paralelismos que la crítica ha establecido con títulos anteriores como ‘Pulp Fiction’ o ‘Jackie Brown’, porque quizá peque de un estilo demasiado único al primer visionado; aunque sí que recordará inevitablemente a otras películas.

El Hollywood de Tarantino ha llegado como la consagración de uno de los directores con el imaginario más amplio del mundo de cine, aunque quizá no como la película que el mundo esperaba. Su marca prevalece, aunque no como una continuación de lo ya visto, sino como una evolución lógica y normal teniendo en cuenta lo que nos presenta. Glamour, trama intensa e historia, pero poca sangre. ¿Será el coste de oportunidad de la elegancia hollywoodiense?

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