ELENA BLANCO: Una trilogía devastadora
Elena Blanco es la inspectora que protagoniza las tres novelas escritas por Carmen Mola que están revolucionando el panorama de la novela negra.
Carmen Mola irrumpió en él con La novia gitana, una historia brutal, especialmente gráfica y bastante desagradable en algunos tramos de la investigación de Elena Blanco y del resto de la Brigada de Análisis de Casos con la que trabaja, algo que siempre es de agradecer por los lectores a los que nos gustan las emociones fuertes en el género.
La novia gitana era un relato enormemente original sembrado de grandes momentos en los que fuimos conociendo a los compañeros de trabajo de la inspectora: Zárate, Orduño, Chesca o Mariajo, particularmente mi personaje favorito de entre todos ellos, una hacker de avanzada edad que no por serlo tiene menos peso en el equipo.
A todos ellos nos los volvemos a encontrar en la segunda novela, La Red Púrpura, una secuela cuya trama arranca en la primera, ya que en ella Elena Blanco pasa mucho tiempo estudiando, gracias a la cámara que tiene instalada en la terraza de su casa, en la plaza Mayor de Madrid, a cada una de las personas que pasan por ella para encontrar a alguien, al culpable de sus desvelos.
Tal vez la parte en la que en La novia gitana se hace referencia a la búsqueda de quién se llevó a Lucas, su hijo desaparecido desde hace ocho años, sea la más pesada de un primer encuentro con los personajes que en realidad no se hace aburrido, porque el ritmo no decae un segundo, pero derivar la atención del caso de las hermanas gitanas al suyo propio es algo que como lector quieres que pase más rápido de lo que página a página se hace. Pero es necesario. Lo es para situarte en la acción de la segunda parte.

Y cuando nos ponemos con La Red Púrpura, todo se eleva. Carmen Mola, su anónima autora, comienza la novela cuando la Brigada lleva ya meses detrás del caso que nos ocupa ahora, esta red sádica que opera en la Deep Web de internet. Nada de ponernos en situación con recordatorios, desde el arranque ya estamos inmersos en ella.
Por lo tanto, la secuencia de acción que da lugar a la apertura de la novela nos deja ya asombrados. Pero es que si La Red Púrpura da comienzo en un momento álgido, es a esa altura a la que va a seguir estando hasta el final del libro.
Es asombroso lo que consigue Carmen Mola con la segunda parte. Una novela muy superior a la primera, pero muy superior también en lo que a crueldad se refiere. No es tan gráfica como la primera, no tiene unas descripciones tan extremas, pero conceptualmente, en el fondo del relato, éste es mucho más duro.
A qué se exponen los personajes para resolver el caso, que no es otro que desmantelar la Red, en la que todo lo que ocurre es de un sadismo extremo, va a dejar secuelas de por vida a los personajes. Especialmente a Elena y a Orduño, que son a quienes más va a tocar en lo personal cuanto ocurra para poder hacer bien su trabajo.
A los amantes de la novela negra les va a parecer un ejemplar que cumple con creces con lo que se le pide a una novela de estas características.

Llegados a este punto da la impresión de que Carmen Mola no puede llegar más lejos, y entonces no es que se pase tres pueblos, que es se pasa ya varios planetas. Si La Red Púrpura era dura, La Nena, última entrega por el momento de los casos de la Brigada, va mucho más allá. Es indescriptible hasta qué punto Mola se adentra en el horror más absoluto y expone a los personajes a espantos sin límite.
Exactamente así es como se publicita la novela. Sin Límites. Y de verdad que no los tiene. Es complicado prevenir a los lectores del nivel de espanto que contiene sin destripar nada de lo que pasa, pero digamos que de esta nueva entrega no esperas la crudeza que contiene. Ni siquiera es bueno hacer alusión a La Nena que le da título, hablar de ella, de ese personaje, es desvelar partes de la trama que han de permanecer ocultos ante el lector que quiera saborear como se debe la originalidad, una vez más, de esta nueva propuesta.
En esta ocasión se centra en Chesca, una de las agentes de la Brigada, una mujer de la que vamos a ir descubriendo secretos oscuros cuando un día en el que se la espera en los juzgados de la Plaza Castilla para dar testimonio de un caso que estaba llevando, no aparece.
Su desaparición pone en guardia a la Brigada y según se van revelando los detalles de esta investigación van descubriendo la cara oculta de una agente a la que creían conocer y de la que en realidad concluyen que saben más bien poco, o directamente nada.
La Nena es igual de vertiginosa que La Red Púrpura. La acción no para y todo lo que ocurre es importante. Nada se hace pesado. Al contrario, a veces nos gustaría que hubiera un poco de descanso porque lo hubiéramos necesitado. Y pocas veces pasa algo así mientras lees una novela. No porque otras sean malas, sino porque por mucha crueldad que haya en sus páginas, nunca, y Pierre Lemaitre en novelas como Álex es apabullantemente tremendo, y American Psycho no estaba tampoco en baja forma, he leído algo tan salvaje.

La Nena es una de esas novelas que te ponen en la disyuntiva de si recomendarlas o no. Sabes que debes hacerlo porque su calidad está presente desde la primera página, pero a la vez no puedes aventurarte a que un lector no ducho en el género se introduzca en ella.
También es cierto que aunque las tres aborden casos distintos necesitas ir paso a paso, novela a novela, para no perderte en los detalles, porque La Red Púrpura enlaza continuamente con la trama ya citada de La novia gitana, pero es que en La Nena se vuelve a hacer referencia a lo ya leído en las dos anteriores. Así que se hace obligatorio ir por orden. Pero como nadie nos va a mirar mal si no las leemos en orden, adentrarse en la tercera directamente aunque sea por saciar el morbo de aquello ante lo que prevengo, me parece una mala idea pero perfectamente ejecutable.
Eso sí, como bien se dice en ella varias veces, Nadie regresa indemne del infierno. Y eso es precisamente lo que nos vamos a encontrar en La Nena. Un auténtico infierno. Así que, un consejo más: si te parece demasiado dura La Red Púrpura, aléjate de La Nena. La Red Púrpura a su lado es una comedia romántica de Sandra Bullock.
Si soy sincera, comprendo la decisión de Carmen Mola de no revelar su identidad. De no firmar con su nombre real y hacerlo únicamente con pseudónimo. Posiblemente sea la mejor decisión que haya tomado después de la de ponerse a escribir estas novelas, porque son tan extremas que uno debe permanecer en el anonimato para que su fama de escritora superlativa no se vea empañada por la de la mujer oscura que habita en sus relatos.
Aunque si Eli Roth, el director de cine macabro, autor de películas como Hostel o El infierno verde, es capaz de exponerse, quién sabe el éxito que le esperaría a Carmen Mola si todos sus admiradores pudiéramos decirle en persona cuánto nos gusta lo que hace. Nos vapulea, nos deja devastados, pero es que esa es la función de la novela negra extrema. Y en el género ella es una auténtica maestra.
Silvia García Jerez