EL HOMBRE QUE MATÓ A DON QUIJOTE
En un lugar de Navarra
de cuyo nombre no quiero acordarme,
en septiembre de hace dos décadas
comenzaba un rodaje abominable.
El hombre que mató a Don Quijote,
vuelta de tuerca al clásico cervantino,
se titula el sueño de un hombre
al que un hidalgo puso en vilo.
Así las cosas, no fue fácil la gesta,
por esto o por lo otro el rodaje se retrasa,
Johnny Depp por Jack Sparrow deserta.
Miedo y asco en Las Vegas fue una fiesta,
éxito desbordante, pero, cosas que pasan,
surcar los mares le cerró esta otra puerta.
Jean Rochefort y John Hurt tienen que dejarlo,
por sus enfermedades no pueden alcanzar el horizonte,
y a ellos el director Terry Gilliam ha dedicado
las más de dos horas de este Quijote.
Tras problemas con diversos productores,
entra en la producción la española Tornasol,
y los actores Jonathan Pryce y Adam Driver
al formar el reparto servirán como colofón.
Cuando estaba casi todo en orden
y tras muchos años pueden estrenar en Cannes,
llega el productor Paulo Branco, uno de aquellos, a demandar.
Pide sus derechos y que al festival no la envíen,
pero Terry Gilliam consigue seguir con su plan
y el mejor festival del mundo con su peli clausurar.
El certamen galo la recibe
con más peros que alabanzas,
dicen: es demasiado el declive
de este loco con su lanza.
Pero yo estoy en el lado de los defensores:
Terry Gilliam ha rodado un film muy bello,
lleno de locura, sí, y de aciertos atronadores
en los que deja claramente su sello.
De qué bonitos momentos consta este engranaje,
esos flash-backs hilados con el presente,
y la confusión de personajes…
Traslada el universo del Quijote a un rodaje,
y el director, a lomos de su moto, impotente,
se verá inmerso en diferentes pasajes.
Hay que dejarse llevar por el reto,
este Quijote es una delicia,
incluyendo el segundo segmento,
más oscuro, lleno de malicia.
Jonathan Pryce es un Quijote perfecto:
entre su caracterización y su talento
desde el comienzo se gana nuestro afecto
enredado en los molinos de viento.
Y Adam Driver, el director de la historia,
quien fuera Paterson o Kylo Ren,
borda aquí a su Toby fiel.
Juntos consiguen que el público ría,
aunque habrá quien no se tome bien
la mezcla de ironía y surrealismo a granel.
Tendrá defensores y detractores
más de los segundos que de los primeros,
pese a que su director y actores
la hayan hecho con tanto esmero.
Con los años, el tiempo y su paso
la acabarán poniendo en su lugar:
este Quijote que a Sancho no hace caso
es absolutamente ejemplar.
Miguel de Cervantes creó un personaje
que Terry Gilliam leyó con interés…
y fue transformando al trote.
El ingenioso hidalgo se puso otro traje
al hacerlo suyo el inglés,
y así nació El hombre que mató a don Quijote.
Silvia García Jerez