LAS FURIAS, estuvimos con su director Miguel del Arco

Cine de puro teatro 

 

Lo suyo es el teatro y lo sabe. Pero Miguel del Arco, actor antes que director de escena, se estrena ahora en el cine con Las furias; dirigiendo un film teatral, tras haber probado antes en alguna serie televisiva.

Sin embargo, toda su vida gira en torno a las tablas (lo último, una arriesgada y divertida renovación de la Zarzuela) y desde hace varios años, su nombre se repite en los premios Max por unos montajes siempre interesantes con unos repartos harto seductores, enlazando temporadas con las localidades agotadas. Coleccionando éxitos con su compañía Kamikaze que ahora, incluso, tiene hasta un teatro en el antiguo Pavón de Embajadores.
Rodeado de socios y amigos, casi como en casa, del Arco elige a casi todos con los que ya ha trabajado para lanzarse a la gran pantalla; dejándose arropar por un elenco de sobra conocido para el público y más por él mismo, que interpreta magistralmente a una familia -reflejo de la teatral y de tantas otras- en una mitológica reunión.

Se vende la residencia de verano del clan. El patriarca, un ex actor aquejado de Alzheimer (José Sacristán) y la matriarca algo atípica (Mercedes Sampietro), convocan a su descendencia para decidir enseres y recuerdos a repartir del caserón familiar, cerca del mar. Durante un fin de semana, los distintos miembros de distintas generaciones compartirán deseos y resentimientos; ecos de secretos, culpas y mentiras.
También el olvido entre la perversión de la palabra y la memoria, mientras cada uno representa su papel en la familia, y a cual mejor: Carmen Machi, Alberto San Juan, Gonzalo de Castro, Bárbara Lennie, Emma Suárez, Elisabet Gelabert, Raúl Prieto y Macarena Sanz, que merecen el aplauso individual y la ovación coral.

 

Estrenada en la pasada Seminci veremos cómo funciona en taquilla porque parece que a la critica en Valladolid no le convenció el final; un tanto desconcertante, es verdad, pero es puro teatro y la catarsis tiene muchas formas; ésta con buenos diálogos y excelentes interpretaciones se encuentra en la frontera del exceso, pero es que el histrión siempre es buen espejo e invitado.

El tema de la familia no es nuevo y de alguna manera, aparece en un sinfín de películas; desde los Panero a Chencho, pasando por Doce en casa y hasta Star Wars, con su conflicto padre e hijo.
En Las furias es el quid de la cuestión y reconocemos esas reuniones con sus emociones y enfrentamientos como en Celebración o Agosto pero además encontramos algo de la Familia de Aranoa, de las neuróticas de Woody Allen y las dramáticas de Wes Anderson (más cercanas, quizá, a la realidad de estos encuentros)
En esa paradoja de encerramiento en la finca de los Ponte Alegre que ahoga la convivencia, los egos, los miedos y también el cariño, del Arco arriesga en bruscos cambios de tono en la farsa de la farsa familiar.

Nadie elige el clan pero todos tenemos uno, aunque formar una familia es otra historia y a veces deberían exigir examen previo; como la estupenda presentación de los personajes a través de los ojos de la más joven de la saga, comprobando quiénes duermen juntos; ya que si no, parece que todo es mentira en ese amor de sangre que justifica la existencia.

Pero en estas Furias, si existen, se desata la rabia de la esperanza. Y aún con los vaticinios del padre-abuelo a lo Shakespeare (que tanto gusta al director, al ser maestro en identidades), el optimismo prevalece frente a los traumas.

Al final, siempre se vuelve a la familia.

 

Miguel del Arco en los camerinos del Pavón Kamikaze
Miguel del Arco en los camerinos del Pavón Kamikaze

Hablamos con Miguel del Arco, el director de cine, junto a otros compañeros de oficio.

Todo un gentleman y perfecto anfitrión en su teatro; elegante, educado, encantador. Con un espíritu contagioso, cargado de entusiasmo; vehemente y crítico, fue un gusto de charla.

Le deseamos mucha mierda.

La Cronosfera: Vienes del teatro y juegas con él en tu cine. ¿Cómo trabajaste con el reparto?, ¿funcionas con la misma metodología que sobre un escenario?

Miguel del Arco: Primero, decirte que trabajar con este elenco es ya una cláusula de seguridad. Con todos he trabajado en teatro, salvo con Pepe y con Mercedes, y ya había una complicidad establecida. Pero es que con Mercè y Pepe fue muy fácil, porque tienen esa cualidad de los grandes que hacen fácil todo lo que hacen y que parezca fácil, y además, el trato es de una generosidad brutal. Son dos personas muy de teatro, también; con lo cual, ya en los ensayos esa complicidad estaba creada desde el inicio. Y hemos trabajado igual que en teatro. Cambia la perspectiva, la parte técnica de lo que tienes que desarrollar; entonces, hablas con los escenógrafos, con los sonidistas… En todo lo que está sucediendo hay un intermediario que es la cámara, en la que tienes que pensar, que planificar e interiorizar absolutamente; y además para una primera película que tienes que ir más preparado y era además una película complicada de rodar. Ibamos muy justos de tiempo y para poder improvisara e ir un poco más sueltos, eso que tenías planificado en 12 planos, hay que rodarlo en 3 y si no lo llevas bien interiorizado, acabas cagándola. Entonces, toda esa preparación para mi fue absolutamente básica. Pero también ahí estaba la complicidad con Raquel Fernández, que es mi directora de fotografía y con todo el equipo en general, que sabía que teníamos una película muy apretada y muy complicada.

-Se nota la complicidad.

M.d.A: Es que si no, no se trabajar. Me recuerdo en el combo y me decía, ojalá tenga el talento, solamente, para haber puesto lo suficientemente bien la cámara y haber recogido lo que acaban de hacer porque ha sido alucinante. Bueno, ya lo era en los ensayos y la mayoría ha sido muy cómplice conmigo desde las primeras 18 páginas escritas de Las furias, que envié a Carmen Machi de las primeras. Los personajes se han ido cerrando, han crecido con ellos; aunque siempre, la historia demanda. Las furias apareció después del divorcio de los padres de una amiga que se separaron con casi 80 años. Copié la formula de mi amigo Alfredo Sanzol -yo soy muy copión-, que se basa en entrevistas a sus personajes y empecé entrevistando a Marga (Mercedes Sampietro) A partir de ahí, aparecieron más historias y fui componiendo un árbol genealógico. Después de muchas entrevistas y muchos folios escritos empezó a surgir la trama… Y además, es que somos unos privilegiados; tenemos una profesión que es nuestra vida, que se confunde y que nos fascina… Yo ahora, me paso 15 horas en el Pavón, pero podrían ser las 24, sin problema ¡No quiero salir de aquí! ¡Soy feliz! Y no duermo aquí porque vivo cerquita (risas) Creo que hasta me viene bien salir y volver, así voy pensando… Pero realmente hacer una cosa que te fascina, rodeado de gente a la que admiras y quieres, no hay mejor sitio donde poder hacerlo, para hacer bien las cosas… No lo sientes como trabajo. No se quién me dijo, no hace mucho; estas trabajando demasiado, a ver si te vas a olvidar de vivir. Al revés, la vida aquí es infinitamente más intensa. Un día como hoy ¡voy a presentar mi película en mi teatro! Me lo dices haces cuatro meses, no más, y me hubiera revolcado de risa, te hubiera dicho ¡ojalá, un sueño! Soy ambicioso en los sueños y en principio, nada es es imposible; siempre digo ‘ya veremos’, pero ¡esto!? No lo hubiera asumido como algo real.

-Es un sueño hecho realidad.

M.d.A: Sí, que huele mucho a sudor, porque hay que lucharlo y defender constantemente para hacerlo posible. Me acuerdo mucho de Enrique Urbizu que hace diez años, me parece, con No habrá paz para los malvados se llevó taquilla y premios Goya. Pues Enrique no ha vuelto a rodar desde entonces y me consta que no es porque no haya querido. Sacar una película es un milagro, levantar proyectos en este país es muy difícil… Cuando oigo hablar de cultura a los políticos, no lo entiendo. Es una industria que mueve dinero y trabajo. La Cultura no está en las agendas de los políticos, no se la tiene en cuenta y es la identidad de un país. Estamos más familiarizados con la cultura americana que con la nuestra porque ¡nos inundan con sus películas! Como político tienes la obligación, porque además manejas presupuestos que vienen de los impuestos, en que revierta sobre el ciudadano para que estén más formados y sean más libres. Todo esto se consigue a través de la educación y la cultura. Pero todavía no hay una Ley de Educación y seguimos con un 21% ¡Eso es un crimen! No hay otro país del mundo ¡del mundo!, ni Portugal, que está aquí al lado con una crisis tan grande como la nuestra y tiene un 13%. En un proyecto como el Pavón, si seguimos con el 21, tendremos que cerrar; no paramos de pagar impuestos. Yo no tengo un sueldo; vivo de otras cosas y porque además soy hormiguita, pero estoy malviviendo. La libertad me cuesta malvivir. No vengo a llorar, pero hay que entender que mis otros socios y yo no tenemos sueldo. Se nos va todo en impuestos y en pagar a los acomodadores, técnicos, la agente de prensa… Nos va bien, sí, pero no es viable; incluso para las producciones, porque sin recuperar no puedes producir. Falta una buena ley para emprendedores y falta sentido común. Si no cambia, la temporada que viene no estamos; no es sostenible a taquilla.

-¿Y los Amigos Kamikaze?

M.d.A: Es como un abono; más como fidelización, que para mi es importantísimo, pero no es sostenible. ¡Y yo quiero tener siempre el teatro lleno! Cuando dicen que soy comercial, sí, ¡quiero llenar y soy comercialisíssimo! (risas) Y quiero también que venga mucha gente joven. Yo estoy siempre dispuesto a cualquier encuentro con el público, con los medios… Voy a saco pero hay algo en la estructura gubernamental que me hunde.

Las Furias

-Volviendo a la película ¿Tiene algo de autobiográfica?

M.d.A: Deberías preguntárselo a mis padres (risas) No, absolutamente no. En mi familia, somos 7 hermanos, ha habido momentos de furia, claro, pero somos una familia muy bien avenida… Que alguno de repente se volvió loco, o tonteó con las drogas y fue un escándalo; eso, en todas, pero confío mucho en la condición del ser humano, soy un tipo optimista. Creo que nos perdemos por el camino pero confío… Lo que pasa en mi película, al fin y al cabo, como me dijeron en la Seminci, es la falta de empatía. Es lo mismo que pasa en España: la incapacidad de pactar, la dificultad de hablar, de aniquilar la voz del otro sin querer siquiera escucharle. Al final, la familia es el microcosmos donde se nos prepara para vivir en el macrocosmos con otras familias.

-¿Por qué Las furias?

M.d.A: Son seres de la mitología. Es la narración que inventaron los griegos para explicar las emociones y los arrebatos incomprensibles. La parte que se relaciona contigo, lo que te toca. Y mejor contarlo en un relato que por una definición; para entender un arrebato, o un brote psicótico. Las Furias vienen a actuar en contra de lo que va contra la familia. En el fondo, es la conciencia del ser humano y las cosas que nos preocupan.

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-¿Lo más complicado durante el rodaje?

Miguel del Arco: Rodar con tantos actores protagonistas. Planificar para 10 actores con acción dramática es complicado. Y me he visto todo para aprender a poner la cámara con tanta gente: Celebración, Un cuento de Navidad de Desplechin -muchas veces-, La joya de la familia con Sarah Jessica Parker y A casa por vacaciones de Jodie Foster… Con tanta gente en escena es complicado. En teatro me resulta más fácil por la experiencia, pero en cine…

La Cronosfera: Es tu primera vez. Habrá más. O convocaremos a Las Furias… (risas)

 

 Mariló C. Calvo 

 

 

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