ANNETTE: El resentimiento hecho arte

Annette, la última película de Leos Carax, esa que supuso la apertura del festival de Cannes 2021, tras la cancelación del certamen el pasado año debido a la pandemia, llega ya a nuestros cines de la mano de la plataforma filmin, que la produce, y de Elástica films, distribuidora de nueva creación que se encarga de llevarla a las salas.

Decía Lars Von Trier que el musical es el género más alegre, en el que los personajes están siempre contentos, y cantan su vida con alegría y todo acaba siempre bien y que él iba a demostrar que un musical podía ser un género tan estresante como cualquier otro y extraordinariamente dramático. Y rodó Bailar en la oscuridad. Y, por cierto, ganó con ella la Palma de Oro, hablando del festival de Cannes, años antes de ser declarado Persona Non Grata en él. Y años antes de que el festival le permitiera volver tras aquello.

En la misma línea de musical devastador, Annette no ha ganado la Palma de Oro, pero sí el premio al mejor director. Y es que Leos Carax realiza aquí un trabajo deslumbrante, siempre en la cuerda floja, en ese hilo tan frágil que te puede hacer caer en el esperpento en lugar de alcanzar como lo hace la cumbre de la crítica siniestra al mundo del arte que expone en la película.

Porque Annette cuenta la historia de Henry (Adam Driver), un cómico de monólogos que se enamora de Ann (Marion Cotillard), una cantante de ópera que está en el momento álgido de su carrera. Ambos  conocen el triunfo de una forma arrolladora, están en la cúspide de sus trayectorias. Y los dos viven un romance que, por supuesto, se hace mediático. Y en su matrimonio tienen una hija a la que llaman Annette.

En sus monólogos, el humor de Henry se caracteriza por ser muy extremo y muy particular, tanto que puede llegar a ser hiriente, pero su público lo ha aceptado y así se ha hecho famoso, hasta que un día deja de conectar con quienes lo veneran y lo que en un principio era humor negro se transforma solo en negrura. Su vida se vuelve oscura y nada de cuanto le rodea vuelve a ser como era antes. Y claro, Annette no va a salir menos perjudicada.

Adam Driver y Marion Cotillard, la pareja que tanto se quiere en ANNETTE
Adam Driver y Marion Cotillard, la pareja que tanto se quiere en ANNETTE

Annette es un musical total, completo, absoluto. Prácticamente todo se dice cantando, y más a medida que avanza la historia, en la que ya ni los diálogos se recitan, solo se cantan. Eso puede llegar a cansar, a no ser que estés muy metido en la historia y lo asumas. Si no, te hartas. No creo que haya término medio.

Ron Mael y Russell Mael son los hermanos que lideran The Sparks, la banda que se encarga de las canciones de Annette, que desde el primer tema, So may we start?, nos introduce en esta historia meta cinematográfica que comienza en el estudio de grabación de las canciones y de todo lo que va a ocurrir a continuación. Puro teatro, no se ofendan.

El equipo nos da la bienvenida con esa introducción. Espera que disfrutemos de lo que vamos a ver. Nos lo desea. Pero puede que sí o puede que no. Es una historia peculiar con personajes peculiares. Hay que tener la mente abierta para aceptarla.

Sería justo reconocer que Leos Carax hace maravillas para sumergirnos en esta atmósfera cada vez más sofocante, en la tormenta de este matrimonio, en esta película llena de metáforas pero probablemente la más asequible de su director, sobre todo para quienes no soporten su film anterior, el tan alabado como discutido Holy Motors.

En Annette, Carax pone música a lo que es de imaginar es el infierno que viven muchas celebridades, tan queridas y envidiadas pero en el fondo tan poco felices si no logran el grado de éxito que pretenden o si no lo pueden mantener. El sensacionalismo de una sonrisa no siempre continúa cuando no están los focos pendientes de ella. Y se produce el naufragio.

Annette sería un thriller si su alma no fuera musical. Cine negro en su plenitud. Pero Carax opta por hacerlo más llevadero y sus personajes nos lo cantan todo. Y ni así consigue ser más alegre. Al contrario, nos hundimos con la tragedia de una existencia amargada. Lars von Trier podría haber firmado esta película.

Annette. Un romántico paseo musical de la pareja protagonista del film
Un romántico paseo musical de la pareja protagonista del film

La música, el montaje, el ritmo frenético de Annette hace que sus más de dos horas apenas se noten. Pero también lo consiguen sus actores. Marion Cotillard, siempre maravillosa, Simon Helberg, en su interpretación más importante si no contamos a su Howard Wolowitz de la serie The Big Bang Theory y, por supuesto, el gran titán de esta película: Adam Driver.

Adam Driver merece una tesis aparte, un monumento, una calle, una plaza… el Oscar no se plantea con una película de estas características, tan alejadas de lo que los académicos votan, de concepción tan minoritaria, rozando el género fantástico, pero si fuera el estilo de drama que suele gustarles, también deberían dárselo. Es un actor descomunal al que ya nominaron por Historia de un matrimonio sin acabar premiándolo, porque ganó Joaquin Phoenix por Joker. Enorme competencia ese año con Antonio Banderas por Dolor y gloria disputando también el galardón a ambos.

En ella, y en ésta, lo que queda claro es que Adam Driver saber sufrir muy bien en la pantalla. Ya lo hizo en El hombre que mató a Don Quijote y estuvo sensacional en Infiltrado en el KKKlan, por la que también lo nominaron al Oscar, entonces como mejor actor secundario. Le ganó Mahershala Alí por Green Book. Y quien lo vea en Annette pensará que debería ganarlo ya. Es mejor que algunos que ya lo tienen.

Aquí Adam se deja la piel interpretando a Henry. Ya cantaba en Historia de un matrimonio, en la escena de karaoke que nos dejó a todos con la boca abierta. Pero claro, su recital en Annette es continuo, y como ya sabemos que tiene talento de sobra, lo pasamos mejor porque somos conscientes de que estará a la altura. A su propia altura.

Canta, se enamora, es feliz, desgraciado… la cantidad de registros que exhibe es fabulosa. Y además hace monólogos. Los monólogos son asombrosos. Estuvieron de moda, ya conocemos el formato de sobra, y aún así nos impacta lo que Adam Driver hace sobre el escenario. Su dominio en él no tiene precedente. Ni su forma ni su fondo. Hace cosas que no esperas y te descoloca, a la vez que su performance encaja con la concepción vanguardista del conjunto del film. Es un prodigio. Lo que hace Adam Driver es, simplemente, un prodigio.

Y luego está Annette, la hija, el personaje. De la que no se puede hablar. Símbolo, metáfora, alma del film que por lo que implica y por lo que significa es una niña inolvidable. Por quién es y por cómo es. Y por quién será. Otra genialidad dentro de una película irrepetible.

Porque Annette es eso, una rara avis irrepetible. A muchos gustará, a otros producirá rechazo, habrá a quien le dé incluso grima por momentos, y todo será comprensible y lógico. Un musical que nace para provocar y para concienciar sobre la fama y los artistas que la sufren. Porque no todo en la fama es bonito y Annette nos lo cuenta de la manera más original posible. El resentimiento hecho arte. Ese sería el resumen de la película más oscura y más redonda de Leos Carax en lo que llevamos de siglo.

Silvia García Jerez

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