AHORA ME VES 2: la ilusión de una gran secuela
Suele decirse que segundas partes nunca fueron buenas pero hay títulos que hacen trizas dicha afirmación, como El Padrino II, La jungla 2 (Alerta roja) o Aliens, el regreso, por poner algunos ilustres ejemplos. La defensa no implica que sean mejores, se trata de títulos a la altura de las leyendas que les dieron luz verde.
El 19 de julio de 2013 llegaba a España una de esas cintas que rompen moldes, por su originalidad en un Hollywood con tendencia a repetirse y por su capacidad para devolverle a la industria norteamericana toda la magia que remakes, reboots y segundas partes le están quitando: Ahora me ves… Un grupo de ilusionistas se hacían con la taquilla veraniega de aquel año con el mérito del que realiza el mejor truco de la temporada y recibe millones de aplausos por ello.
Convertido en un título mítico del cine del nuevo siglo, la secuela no se ha hecho esperar, y lo que en su día fue un alarde de imaginación, al que se unía la estupenda dirección de Louis Leterrier, el francés responsable de inaugurar la saga Transporter, se transforma en el presente en un reto con un listón demasiado alto.
John M. Chu, artífice de Step Up 3D o de G. I. Joe: La venganza, da esta vez las órdenes y está claro que, visto el resultado, fueron poco contundentes. No se trata únicamente de incluir una música electrizante a cargo, en este caso, del mismo compositor de la primera entrega, ni de afinar en el montaje o de contar con una postproducción que retoque todos los efectos que hacen posible que nos creamos las maravillas que son capaces de hacer los magos, sino de tener un guion que apasione más allá de la base fácil de un triunfo consolidado.
Se trata de medir los tiempos que duran las escenas sin llegar a cansar al espectador con la reiteración de lo brillante confiando en que el asombro seguirá ahí a pesar de lo estático de la fórmula. Y por qué no, también se trata de mantener a los actores al nivel que la historia precisa en lugar de convertirlos en extensiones de sus exhibiciones. Porque una cosa son los movimientos con los que las manos logran distraer y otra muy distinta la sobractuación con el espectáculo como excusa.
Jesse Eisenberg, Mark Ruffalo, Morgan Freeman o Michael Caine repiten presencia en un film coral lleno de estrellas a las que se unen la de Daniel Radcliffe, muy alejado de la infancia y adolescencia de Harry Potter, y el rostro de Lizzy Caplan, visto en Monstruoso o en Chicas malas. A ambos se les pide más de lo que aquí nos ofrecen, primero porque son capaces de darlo y segundo porque cuando tus zapatos se colocan al lado de nombres legendarios, tu par ha de responder con la máxima solvencia y caminar al ritmo de los maestros. Cualquier intento de aventajarlos quedará expuesto al sonrojo comparativo.
Nada hay en Ahora me ves 2 que justifique haber rodado una segunda parte. Ni siquiera la grandeza de la puesta en escena que requiere la magia a tal escala. El efectismo, aparentemente necesario para la trama, se torna aquí artificial, y el cine consiste precisamente en que lo imposible se vuelva tan real que no dudemos de que en la ficción en que la historia se enclava, la acción elegida resulte la única opción para avanzar en su desarrollo.
James Bond realiza proezas asumidas por las características de su personaje, los chicos de Fast & Furious son cada vez más atrevidos, auspiciados por secuencias tan poderosas como fascinantes, y para no seguir poniendo ejemplos ajenos, Ahora me ves… resultaba, dentro de su contexto mágico, una lección de increíble verosimilitud. En la segunda parte casi todo se nota forzado en la creencia de que cuanto más se retuerzan los recursos fantásticos mejor quedará el conjunto. Es entonces cuando la ilusión, nunca mejor dicho, de ver una gran secuela, desaparece.
Silvia García Jerez