A REAL PAIN: Conociendo sus pasados
A real pain es la película que le ha dado el Globo de Oro al mejor actor secundario a Kieran Culkin, el hermano de Macaulay, aquel niño que se quedó Solo en casa en las navidades de 1990 y se hizo mundialmente famoso. Tanto que a pesar de que su hermano esté ahora en primera línea informativa, no sólo por los premios de los que está disfrutando, también por su aparición en la serie Succession, la referencia, al hablar de Kieran es que es el hermano, uno de los seis, inmediatamente posterior de aquel niño que una vez estuvo en boca de todos por esa película que resultó ser un fenómeno de masas. Y en la que, apuntemos como curiosidad, él interpretó a su primo.
Ahora es el turno de meterse en la piel de otro. De otro primo. En este caso del que interpreta Jesse Eisenberg, actor que además escribe y dirige ésta, su ópera prima. Una cinta en la que dos primos se embarcan en una aventura peculiar, ya que quieren conocer Polonia, la tierra de su querida abuela, y se montan en el avión y luego en el tren que los llevará al lugar en el que su abuela vivió sus últimos momentos antes de ser una de las mujeres que formara parte del espantoso Holocausto. Y por el camino se introducen en un grupo de turismo por Polonia, cuyos componentes hacen también la ruta con ellos.

A real pain no sólo compitió en los Globos de Oro en la categoría de actor secundario, que no divide las películas por géneros, sino que lo hizo también Jesse Eisenberg en la de mejor actor, y como ésta si está dividida por géneros a Eisenberg lo situaron en mejor actor de comedia o musical. De comedia o musical. Contando esta historia… Es cierto que el tono surrealista de la película está ahí: dos protagonistas -Kieran no es secundario pero las productoras eligen cómo colocar a sus actores en función de las posibilidades que tengan de ganar en las categorías- personajes tan peculiares, opuestos entre sí y peculiares cada uno con su propia particularidad, con un ritmo interno acelerado pero pausado en el tempo narrativo que logra una percepción aún más extraña de estos dos primos… Y no es gracioso. Nada de lo que les pasa es gracioso porque todo aquello que rodea su historia es un drama enorme, aunque el surrealismo esté siempre presente, que es el que le da la posible comicidad al relato.
A real pain es una película complicada. De ver y de asimilar. Descartar de un plumazo una cinta con el tema del Holocausto de fondo es duro. Y es una pena, pero es que A real pain, asimilémoslo, es exactamente lo que su título en inglés indica, una auténtica pena.
Una historia que en realidad no interesa porque sus protagonistas realmente no interesan. Son agotadores, cargantes, insoportables. Uno por defecto y el otro por exceso. Tienen un pasado, además del que pretenden descubrir por el argumento, cada uno el suyo, más o menos, pongamos menos, definido, de modo que tampoco podemos conocerlos tan bien como ciertos detalles que sí acabaremos sabiendo nos indican que queremos tener. Eisenberg, como guionista, no nos los perfila más y nos quedamos en una superficie que nos parece muy escasa.
Tampoco como director Eisenberg deslumbra. Es mejor que focalice su carrera en proyectos ajenos en los que intervenga como el solvente actor que es. Ya nos fascinó en La red social, por la que tenía que haber ganado el Oscar al que fue candidato, y nos encogió el alma con la sensacional Vivarium, un ejercicio de ciencia ficción que en realidad era una visión muy brutal de la esclavitud que supone el matrimonio, una película sensacional que es un punto de inflexión en su filmografía. Quedémonos con ellas en el recuerdo y no dejemos que A real pain empañe esos logros.
Silvia García Jerez
Por lo tanto,