4 LATAS: El viaje más destartalado
El género de las road movies es muy agradecido. Desde Rain Man a Thelma & Louise pasando por Pequeña Miss Sunshine, desde Easy Rider hasta Duel (El diablo sobre ruedas), de Dos en la carretera, del recientemente fallecido Stanley Donen a The road, con Viggo Mortensen o Mad Max.
Es raro citar un título que encaje dentro de las road movies y que no sea brillante, pero alguna vez ocurre, porque en todos lados hay excepciones, y lo cierto es que 4 latas es una de ellas.
La idea de Tocho (Hovik Keuchkerian) de ir a Mali a visitar a su amigo Joseba (Enrique San Francisco) al saber que éste está muy enfermo y querer estar con él antes de que fallezca, llevando consigo a su otro amigo de viajes en los 80, Jean Pierre (Jean Reno) y a su hija Ely (Susana Abaitua), quien además desempolvará el 4 latas de su padre para que puedan ir todos en él, es estupenda.
El comienzo de 4 latas es tan prometedor como el de cualquier otro film que tenga un viaje por delante. Cuenta, además, con diálogos afinados que aparentemente sirven de aperitivo para los que vendrán a continuación. Lo malo es que ni estos llegan ni el viaje es tan estimulante como su premisa nos hacía pensar.
Por supuesto, dentro del desierto en el que tiene lugar el metraje, distintos acontecimientos se van dando cita, las situaciones cambian, los personajes salen y entran de la pantalla propiciando unas nuevas, pero ninguna de ellas absorbe al espectador como en otras películas se consigue.
4 latas es, además de una road movie, una comedia, que ahonda en clave de humor en las relaciones de amistad, de pareja o paterno-filiales, con sus roces y sus afectos, con cuanto implican unas y otras con los demás y entre ellos. Pero ese humor, ligero, tampoco a nivel de gag ni de chistes marcados con los que se quiera propiciar la carcajada, ni siquiera nos funciona.
Resulta llamativo que a estas alturas, con el celuloide ya con más de un siglo de vida y bien expuestas las bases de los géneros por los maestros del cine clásico que las inventaron, estemos todavía enfrentándonos al humor de caca culo pedo pis, que decíamos de pequeños, y que en esta película es verdaderamente literal. Incluso sumaría los tampones a esta lista de exquisiteces.
Y lo cierto es que da rabia que esto ocurra, porque la película tiene un fondo verdaderamente interesante, con una crítica importante a la hora de exponer el tipo de vida que hay que llevar en el desierto, que lejos de ser un territorio romántico en el que se pueden vivir múltiples aventuras, es un lugar hostil en el que hay que hacer cualquier cosa por sobrevivir.
4 latas refleja, tanto en el presente como en el pasado de los personajes, esta lucha constante por la vida y por seguir un minuto más hasta salir de las situaciones más intrincadas. Por ese lado es un film sin fisuras que a pesar de no entrar a fondo en lo que expone tampoco se le exige, bastante hace siendo una comedia.
Pero sí sería fantástico que lo hiciera con un poco de mejor gusto, con menos escatología, con más sutilidad en el planteamiento de las jugarretas que algunos compañeros de viaje realizan en su propio beneficio para procurar, como todos los demás, no morir en el intento.
4 latas es una producción íntegramente española, aunque tenga entre sus protagonistas al actor francés Jean Reno. Es decir, que no es una coproducción con el país vecino debido a lo cual, como obligación en las coproducciones, hay que incluir actores de las nacionalidades implicadas.
Pero es que Jean Reno no es la primera vez que trabaja Gerardo Olivares, coguionista y director de 4 latas: ya coincidieron en Hermanos del viento en 2015, y ahora repiten colaboración. En este caso a Reno le toca un personaje especialmente sufridor. Y un pícaro pero de buen corazón.
Aunque la sorpresa de 4 latas no está en ninguno de sus protagonistas, sino en dos actores secundarios, uno detonante de todo y el otro responsable de que el grupo de amigos resuelva alguno de los giros que contiene la película.
Por un lado, en Quique San Francisco, hombre de enorme presencia y voz inconfundible que va a utilizarla para ponerle el off a ciertos momentos que la cinta requiere. Su intervención, escasa pero definitiva, consigue que sus instantes en la película sean los más emotivos.
Y por otro, destaca Arturo Valls, que da vida a un loco fumado al que cuesta reconocer, para aplauso del equipo de caracterización en maquillaje y peluquería, y por él mismo, con un trabajo vocal que dejará asombrado a quien se acerque a verla. Gracias a Arturo, 4 latas se hace mucho más disfrutable.
Pero lo cierto es que el film no tiene mucho más que destacar. Es una lástima que una película de estas características no consiga resultados mejores pero lo cierto es que vamos buscando más y nos encontramos con poco. Eso sí, lo poco, que lo tiene, merece la pena.
Silvia García Jerez