WARNER/HBO nos trae Space Jam: Nuevas leyendas con una serie de easter eggs pensados para recordar a toda una nueva generación lo que era sentarse a tempranas horas del amanecer y ver los Looney Tunes en acción. Aquí se puede ver el Serveverse de la marca, al pensar en la cantidad de títulos clásicos (Casablanca, La naranja mecánica y El exorcista) y exitazos modernos (Mad Max: Fury Road y Matrix), que ha logrado un estatus cultural del que se jacta.
Lo más interesante de Space Jam: Nuevas leyendas ocurre durante el partido, entre bastidores, recurriendo a una buena dosis de villanos clásicos (y no tan clásicos): los Caminantes Blancos de «Juego de Tronos» (2011-2019), la versión de Catwoman que nos trajo la Pfeiffer en los noventa y el Pingüino de DeVito de «Batman Vuelve» (1992), incluso la Bruja malvada del oeste de «El Mago de Oz» (1939) que aplaude siempre que se marca un tanto. Todas estas referencias sacadas de la manga (no como ocurre en RPD) por el personaje de Don Cheadle aka la brillante mente de los ejecutivos de Warner y no se avergüenzan de ello pues la clave es que Space Jam: Nuevas leyendas sea una película autorreferencial (con la realidad que @kingjames vive hoy en redes sociales) y absurdamente autoparódica (el allegado cameo de una figura clave en Hollywood en la era Black Lives Matter) y una buena ración de product placement, de la mano de Nike o de Monster, entre otras. Otro grave problema, a través del que se pueden vislumbrar las intenciones de «apoltronamiento» de sus creadores, es que el metraje se acerca a la friolera de casi dos horas de duración y creo que Mr.Ducsay podría haber sido más generoso con la tijera en la sala de edición. Recordad que la película original de 1996 duraba lo que tiene que durar de media un largometraje de estas características: 88 minutos.
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