Viudas: Asumir Las Culpas

Viudas, lo nuevo del director de la oscarizada 12 Años De Esclavitud, y de la sobrevalorada Shame, Steve Mcqueen, es un intento de navegar, a cualquier precio, en ese por otra parte siempre necesario río del empoderamiento de la mujer, haciendo pasar a primer término, en esto del testosterónico cine de acción, a la mujer del prota, encarnada aquí por, entre otras, Viola Davis o Michelle Rodríguez, quienes por otra parte ya han sido chicas de armas tomar en angelicales vengativas historias de furia y velocidad, siendo por ello esto poca novedad, la verdad. Además, ahondando en el tema, ¿quién no recuerda a la verdaderamente arriesgada Gloria, de Cassavetes? Personaje, por cierto, éste que más tarde llevaría también a la pantalla grande Sharon Stone, después del punzón y del enfrentamiento a ‘patadón’ limpio a un primer desafío total. Por cierto, ya que estamos: Recuerdos a Angelina Jolie.  

Sea como fuere, y apoyando sin fisuras por nuestra parte la mencionada intención, hemos de decir que estamos ante un grandísimo error de planteamiento emocional a la hora de abordar la historia que se nos trata de contar… de forzadísima manera, apoyándolo todo en un guion que hace más aguas que el Titanic por no saber justificar las resoluciones finales de unas féminas que parecen estar todo el tiempo en la inopia. O más desubicadas que Stitch leyendo el diario de E.T.

Las VIUDAS reunidas en la sauna
Las VIUDAS reunidas en la sauna

Viudas habla de cómo, pues eso, nuestro cuarteto femenino protagónico tiene que lidiar con los restos del naufragio de sus parejas. ¿Las motivaciones están claras? Pues no. ¿Qué sucede aquí entonces? Que entendemos que detrás de cada ladrón se conoce que hay una mujer totalmente despistada y nada al tanto de los tejemanejes de su ‘hombretón’. ¡Cáspitas!, una vez más. ¿De qué nos sonará en España esto? Como se supone que yo no sé nada, nada he de asumir. A otro perro con ese hueso. ¿Víctima o experta en hacerse la sueca?

Para ir terminando: Mcqueen, director, en esta ocasión concreta, de paradójico, poderoso y masculino apellido cinematográfico, a mi parecer pincha en hueso, ¿o ya lo hizo la escritora Lynda La Plantel en el libro que sirve de base? ¿A estas alturas qué más da? La realidad es que no nos creemos las formas de proceder de las viudas/víctimas del título ante las tribulaciones acontecidas ‘postmorten  matrimonial’, dejando en conjunto bastante que desear. Podríamos rematar nuestras argumentaciones en el caso Viudas: La Película, dando terribles pruebas palpables, todas ellas, eso sí, en formato spolier. Pero tampoco se trata aquí de eso, así que no lo haremos. Elegir siempre: sí o no.

Los que leáis esto pensareis: tan mala no puede ser. Actoralmente ya decimos que no. Los trabajos del reparto al completo, teniendo semejante guion, son dignos de encomio. Pero como no son ellos los que eligen la narrativa final, el montaje final, el empaque final… En fin, cada cual que elija si acudir o no a verla. Y eso: que asuma sus culpas. Si las hubiere.  

Luis Cruz

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