VÍCTOR MATELLANO: Ramón Langa es muy divertido

Víctor Matellano, director de Wax y Vampyres, estrena película. Su título, Stop over in hell (Parada en el infierno), una producción española rodada en inglés con actores nacionales e internacionales. Un western como pocos se ruedan ya y, como bien apunta el director, pocos se estrenan y mucho menos en numerosas salas. Pero él ha conseguido hacerle llegar al público su nueva película y le ha contado a La Cronosfera la odisea por la que ha pasado desde que nació la idea de la película.

Víctor Matellano
Cartel oficial de PARADA EN EL INFIERNO

La Cronosfera: ¿Qué tal estás?
Víctor Matellano: Estoy en ese momento de la espera. Es curioso lo de los tiempos. Sobre todo porque te dice la gente: oye, pues ha sido rápido. Fíjate en lo que es rápido, porque yo he reflexionado un poquito estos días y decía: ¿te acuerdas los tiempos de comedia, no muy lejanos, hace 20 años o así, que en seis meses fabricaban una película? Y ahora en cambio, se pasa todo muy rápido, pero dices, claro, la película se rodó hace exactamente dos años y se escribe otros dos años antes. Y eso es ir rápido ahora. Cuatro años para sacar una película. Es una sensación extraña porque el hijo ya está parido, por decirlo de alguna manera, y echado a andar, con todas las dificultades y con todo lo bueno y lo malo. Que para nosotros es nuestro niño, pero con todo lo que supone un niño. Si alguien sabe las características de un niño es su padre.
L.C.: ¿En qué momento piensas más que lo has conseguido, en el momento de rodarla o en el de estrenarla?
V.M.: En realidad ese ese el drama, porque el drama está en que te dicen primero: no te quejes, tienes productores. Luego: no te quejes, la has rodado. Y ahora es: no te quejes, la estás estrenando. Es que ya se ha convertido en sí mismo en un logro. Y si uno mira desde las primeras que he hecho, que ya era un logro y un triunfo sacar una película adelante en este país, desde ese parámetro somos capitanes generales. Ya, nos vaya bien o nos vaya mal, es un logro. Una película independiente, sin una televisión detrás, sin una subvención ministerial ni de ninguna comunidad autónoma, que te van a poner equis copias, que además no vamos mal de copias. Ahora, mis términos son que no es un continuon. Que el continuon de un producto es desde el momento en que lo estoy concibiendo y lo voy trabajando al máximo pensando en el espectador. Mis circunstancias van a ser las que sean, voy a tener más o menos. Generalmente voy a tener menos de lo que voy a necesitar porque son las que son, pero dentro de eso es mi meta y mi trabajo. Y si ves que el espectador responde, pues muchísimo mejor. Pero eso es lo bueno y lo malo de nuestras circunstancias. No te sientes tampoco fracasado porque lo fracasado es no hacerlo.
L.C.: ¿Te ha resultado más difícil esta que las anteriores que hiciste?
V.M.: Esta era un poquito más complicada por el nivel técnico, y es curioso que además esta no era tan fácil para que las distribuidoras se fijaran en ella, y eso ha pasado, que con este tipo de películas que han surgido, tanto americanas como europeas, en estos tiempos, tampoco se han estrenado, como el caso de Bone Tomahawk o The salvation, o Slow West, que se han estrenado en una sala o dos. Todas tienen su complicación. En el casos de las anteriores mías, fueron casos muy intensos y esta lo ha vuelto a ser. Intenso para lo bueno y para lo malo, y ha habido mucho más bueno que malo. Lo bueno es que aquí ha habido unos productores que han confiado, un equipo que son muy generosos conmigo y unos actores a los que les decía que yo no podía sostener esta película con efectos y con caballos, que si ellos no funcionaban, no funcionaba la película. Por eso piensas, cuando los consigues, que esos son los mejores actores del mundo en esos momentos.

 

Víctor Matellano
Víctor Matellano en el rodaje de STOP OVER IN HELL (PARADA EN EL INFIERNO)

L.C.: ¿Qué películas te han servido de inspiración?
V.M.: Durante la preparación de la película no quise ver nada de western europeo. Precisamente porque lo tenía muy presente, y me parecía mucho más interesante irme un poco más a las raíces. Y dentro de las raíces Hathaway, Ford, Peckinpah, Brooks, hasta Monte Hellman, un abanico muy grande. Ahora, cuando ya la hemos rodado y la hemos montado, son estos días en que me estoy viendo Django, de Corbucci, de Leone, es ahora cuando me las estoy viendo. De todas maneras lo que contamos en la película es una aventura en la que el western queda un poco relegado en pos de otros géneros, y ahí están mis filias y mis fobias. Y mi Carpenter.
L.C.: El western es lo que engloba toda la película, aunque luego tengas elementos de género y otros ajenos al western, pero el western es la base sobre la que se monta la película.
V.M.: Eso que tú dices es muy interesante. Últimamente estamos diciendo que tal película no es exactamente un western. ¿Porque tiene una mezcla de géneros? No, porque en el western ya estaban esas cosas. Es que Asalto a la comisaría del distrito 13 es un western, es uno de los ríos de Howard Hawks. Eso se nos ha olvidado. Yo no sabía por qué en el guión habíamos metido determinadas cosas, pero ahora, viendo Django otra vez, que yo no lo recordaba, hay una machacada de una mano y corte de una oreja, y resulta que lo tenemos nosotros también. Es decir, que el western ya ha contado muchas de las cosas. Lo interesante del western era que es un género absolutamente primitivo que apela a los sentimientos más primitivos, y también es primitivo, y complejo a la vez, en su lenguaje. Es que ya estaba todo eso. Lo que pasa es que no hemos visto suficientes western porque ya los había que tenían esto. El western en muchos casos era solo una ambientación histórico-espacial, porque en muchos casos eran dramas. Johnny Guitar no es exactamente una película de acción. La leyenda de la ciudad sin nombre es un musical y es un western de alguna manera. Dentro del género muchas de estas claves ya se habían tocado. Y sí, nuestra base es esa. Y ese es nuestro deseo, queríamos hacer un western.
L.C.: ¿Y cómo te has sentido cambiando radicalmente de género, yendo del terror puro al western?
V.M.: Una de las claves que les di a los coguionistas fue que por favor, no dejéis, en ningún momento, si tengo tendencia a virar al código del fantástico, que no me dejéis. Yo escribí la menor parte de los tres guionistas que tiene la película. Y luego al final te das cuenta de que el terror también tiene mucho que ver en determinados western. Tiene sus propias raíces también pero tiene sus cosas de interrelación. Y eso hace un sentimiento de que estamos cambiando de tercio, que es muy interesante, estoy contando otra historia, que es mi mayor deseo, aunque me he dado cuenta de que en todas mis películas hay psicópatas y una serie de elementos. Y luego está que quiero jugar. Y en el jugar, en cuanto a los deseos, es jugar a los indios y a los pistoleros. Y tenía unas ganas de jugar locas. Para mí luego el rodaje fue como un juguete en el sentido de llegar allí y ver la diligencia puesta, verlos a todos con sus pistolas… eso no tiene precio.
L.C.: ¿Cómo ha sido trabajar con los actores extranjeros?
V.M.: Desde Wax en todas mis películas hay gente de muchas nacionalidades. En la que más nacionalidades ha habido ha sido en Vampyres. En esta creo que había siete. Y te das cuenta de que al final los códigos y los problemas que tienen son los mismos. Los problemas e inquietudes de un actor se parecen. En este apecto, yo con el reparto estoy agradecido. Para ellos fue un rodaje muy difícil porque fue muy físico. Porque era un decorado interior exterior, plantado en el campo. No era un estudio, no tenía las comodidades de un estudio. Se cambiaron los módulos pero vivieron como en localización todo el rato. Vivieron en exteriores. Y vivir en el campo durante un mes es muy duro.

Víctor Matellano
Víctor Matellano y Ramón Langa

L.C.: ¿Y con Ramón Langa, que es un actor asociado al doblaje pero que es un actor como tal?
V.M.: Ramón era muy divertido. Yo le preguntaba: ¿me haces esto? Sí. Cuando le dije que iba a disparar un Winchester fue el hombre más feliz de la tierra. Igual pensaba que iba a cabalgar. No cabalgaba en esta. Él monta a caballo muy bien, de hecho tiene caballos, y aquí no monta. Y él quería.
L.C.: Háblame de la música.
V.M.: Hay dos cosas en la música. Música propia, cantada por los actores, referencia al western y a las baladas irlandesas, es decir, las canciones, que sí que tienen un aire más tradicional, y luego está el score, que es el que ha hecho José Arrufat, muy atrevido y muy interesante, que es metálico y nos remite más a películas futuristas. Ha sido una gozada hacerlo con él porque entraba dentro del concepto de la película, porque esta película yo la veo con sabor, con olor y con color de hierro. Todos los colores remiten al hierro, los sonidos remiten al hierro y la película me sabe a hierro. Me suena a hierro la banda sonora. Es muy atrevida, se aleja de la música western completamente.
L.C.: Hemos conocido el nuevo cartel de la película, que remite a carteles históricos hechos en España y fuera. ¿Cómo se ha diseñado?
V.M.: Hay un cartel, que es el oficial, que es el del gancho, que lo ha hecho el estudio Limbo Kids y el diseñador Daniel Fumero, muy interesante porque es el concepto de la película, y el otro era mi gran capricho. El de Manuel Sanjulián, un portadista de un grupo de Barcelona que era Selecciones Ilustradas. Selecciones Ilustradas contrataban autores para trabajar con los ingleses y los americanos. Él empezó a trabajar con Warren e hizo los dibujos famosos de las portadas de Creepy, Vampirella y todas aquellas. Y yo siempre le he seguido porque yo era muy lector de aquello de niño. Eran cómics para adultos que no leían los adultos, lo leíamos los niños, pero es que todos éramos muy precoces. Luego era el portadista de las películas de Juan Piquer, de Los diablos del mar y ese tipo de películas. Y eran unas portadas preciosas. Y además descubrí después que él había dibujado en su momento muchísimo western y que le había reclamado trabajo George Lucas. Él hizo la portada de la edición videográfica de THX y estuvo trabajando en el rancho en la preparación de El Imperio contraataca. Manuel también ha hecho muchas portadas para el festival de Sitges y me pareció un lujazo. Manuel trabaja de una forma muy curiosa, porque él acepta si renuncias a que te haga pruebas. Tú le cuentas la película y le mandas fotos, no hace falta que vea la película, que es como entonces trabajaba. Le cuentas un poco la película y luego ya ves el cuadro. Puede modificar alguna cosita, le dije que me cambiara de color una cosa y que me acentuara otra, pero no hacer un boceto previo era la única condición. Tengo colgado en mi casa el cuadro original y ese ha sido uno de los momentazos de esta película. Por temas de distribución pensaron que el que había que distribuir era el otro, pero ahí está este.

Silvia García Jerez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *