EL VIAJE DE MARTA: La catarsis de la vida
El viaje de Marta es una de esas películas que no te esperas y que te atacan por todos los flancos para dejarte sin fuerzas como espectador pero completamente lleno como amante del cine.
Porque cuando crees que estás ante una película familiar, se corte amable, para llevarte de viaje de con el padre y los dos hijos a unas vacaciones navideñas en un resort de Senegal, uno tiende a pensar que está ante la típica estampa familiar en la que veremos conflictos paterno filiales que se resuelven en una disputa en la que toda la rabia de las circunstancias, y el pasado que las ha acabado exponiendo, salgan a la luz.
Nada más lejos que eso. El viaje de Marta se centra en el personaje que da nombre al título, la hija adolescente de un hombre divorciado que ha abierto una agencia de viajes para poder estar más cerca de sus hijos y que, precisamente en esos días en Senegal tiene previsto aumentar el negocio.
Pero Marta, su hija mayor, solo tiene ojos para ella, para su ombligo y para su aburrimiento. Además de que ve que el comportamiento de su padre es bochornoso y lo único que quiere es desprenderse de su compañía, para lo cual encuentra la excusa perfecta y comienza a moverse por la parte privada del resort, donde conoce al chico que, a la espera de hacer sus propias películas como director, se dedica a grabar en vídeo las excursiones que realizan los turistas como ella. Y como su padre.
La amistad con Khouma le puede salir muy cara. Su padre se lo advierte. Los chicos que están en los restort no son para hacer pandilla, pero Marta, encantada con el rumbo que le han deparado sus vacaciones, no tiene intención de hacerle caso, y sigue volcada en agradar al cineasta en ciernes. Hasta que la vida le enseñe que a lo mejor su padre no estaba tan equivocado, pero no lo aprenderá de la manera que imagina.
El viaje de Marta es la segunda película de su directora, Neus Ballús, tras la aclamada La plaga, y la primera de Elena Andrada, la actriz que interpreta a la protagonista, que de seguir en la misma línea de trabajos, se le puede augurar un futuro de lo más brillante.
Porque Elena no solo es el alma de la película, también la herramienta para rompernos la nuestra. Con su sencillez y naturalidad nos hace sentir, primero, una antipatía desbordante, gracias a un personaje adolescente con todas las características desagradables que tienen los jóvenes de su edad a esas alturas de la vida, gracias a un sentimiento de superioridad por encima de la de sus progrenitores, que les hacen ver todos sus consejos con malos ojos. Para ellos solo existen los amigos, solo ellos tienen razón, los padres no tienen nunca ni idea de nada.
Pero cuando hay un giro en los acontecimientos de lo que ella ha diseñado como el plan perfecto de sus vacaciones perfectas, la interpretación de Elena también nos lo muestra. Y seguimos con inquietud la suya, porque transmite con una veracidad incluso dolorosa todo su acercamiento al mundo real que ella, en su sabiduría innata, creía fuera de su alcance. Creerse por encima del bien y del mal tiene sus consecuencias.
Elena está sublime como esta Marta que vive y aprende, que intenta, como puede, arreglar lo estropeado, que crece de la noche a la mañana y no solo porque tenga lugar su cumpleaños, porque ella, sin haberlo imaginado, en ese momento está sumando unos cuantos más que el uno que le toca.
El viaje de Marta habla también del turismo, de cómo lo vemos desde fuera, desde nuestra perspectiva de turistas, tan arropados por las mantas del todo incluido, de las excursiones preparadas para hacernos partícipes de sus bailes y sus ritos sin que en realidad podamos, incautos seres que venimos de la ciudad a ver cómo vivís, ni siquiera intuir que todo está preparado para que disfrutemos en lugar de exponernos a la realidad de un día a día alejado del lujo que os proporcionamos.
Staff Only, título original de esta coproducción hispano francesa rodada sobre todo en francés y catalán, significa Solo Personal Autorizado. Esas puertas que traspasa Marta nos van a enseñar una ventana a la verdadera vida de ese servicio que trabaja para que el turista esté cómodo y cobra lo suficientemente poco como para que incluso el regateo en las compras se haga imposible de financiar.
Y por otro lado, nos muestra, cuando la acción se centra en Manel, el padre de Marta, interpretado por un espléndido Sergi López, que hacer negocios no es fácil y que a veces el comportamiento que demuestres puede parecer infantil y bochornoso pero es parte del negocio.
Porque todo es un negocio en la vida, estés donde estés, en Senegal también. Y eso Marta lo aprenderá junto con el resto de cosas que asume, como si fuera un paquete vacacional, pero en su caso es el paquete de la madurez. A ella le ha tocado en el kit de viaje a Senegal.
Y todo esto lo cuenta Neus Ballús en una película que no llega a la hora y media y no lo necesita, porque la concreción, que es algo de lo que muchos otros títulos carecen y de lo que El viaje de Marta puede presumir. Y para bien, porque en ese tiempo nos vapulea y como espectadores nos sentimos arrollados por la fuerza de los acontecimientos que Marta va viviendo.
Y sentimos, gracias a ella, todo el espectro de sensaciones, casi siempre terribles, porque ni que te caiga mal la protagonista ni que te acabe angustiando lo que le ocurre son sentimientos agradables. Pero son necesarios para mostrar la catarsis de una chica que llega a Senegal de una manera y se marchará de otra. Y para hacernos ver que no hay película pequeña, sino cintas que no son capaces de llegar al espectador como ésta lo hace.
Silvia García Jerez