SPIDERMAN: HOMECOMING Nuevas telas de araña
Spiderman, uno de los superhéroes por excelencia de la cultura popular norteamericana, y por extensión mundial, junto con Superman y Batman, vuelve a la gran pantalla. Y lo hace como nunca antes lo hemos visto, con un nuevo intérprete, Tom Holland, con una nueva visión y con un argumento que parte de un lugar en el que no hemos estado previamente.
Ahora Peter Parker compagina su formación como superhéroe, con Tony Stark como mentor, con sus obligaciones como estudiante de instituto, siendo un alumno no demasiado popular debido a su torpeza, más que evidente, en el trato con los compañeros. Únicamente su amigo Ned (Jacob Batalon, la revelación de la película) se mantiene a su lado con la esperanza de convertirse en su mano derecha.
Un Spiderman principiante que se codea con Los Vengadores y que ve la oportunidad de demostrar lo que vale cuando El Buitre (Michael Keaton) amenaza seriamente su vida y a su entorno más cercano.
El origen del Spiderman que conocemos, al que le picó una araña y su cuerpo mutó adoptando las cualidades físicas y las habilidades y destrezas de dicho animal, queda meramente esbozado en esta cinta, sin darle la importancia que otros films, caso del de Sam Raimi de 2002 con Tobey Maguire y Kirsten Dunst, le otorgan.
En Spider-Man: Homecoming, se le cede todo el protagonismo al traje de última generación que le envía Stark, un prototipo avanzadísimo lleno de prestaciones que será uno de los aspectos más llamativos de la película.
Aunque el que de verdad se adueña de la función es Tom Holland, ese actor que Juan Antonio Bayona descubrió al mundo en Lo imposible y al que hemos visto recientemente en Z, la ciudad perdida. Holland demuestra aquí, una vez más, que es capaz de superar con nota cualquier prueba a la que sea expuesto. Y da la impresión, gracias a su talento y a su carisma, de que ha nacido para darle vida al superhéroe.
Holland se mueve delante de la cámara con la facilidad con la que un niño corre por un parque. La hace suya y comparte con holgura su espacio con otro grande, Robert Downey Jr., con quien tiene que medirse y frente a quien el combate entre personalidades ilustres del cómic no defrauda.
Pero no todo es bueno en Spider-Man: Homecoming. Se trata de una película que entraría sin problemas en el cajón del cine entretenido sin más pretensiones que la de hacer pasar un buen rato, además de acercarse en lo posible a los cómics como ninguna otra producción lo haya hecho antes, lo malo es que llega tan tarde que el esfuerzo en alcanzar lo primigenio no compensa y el resultado sabe a rutina.
La saturación, ya agotadora, de superhéroes a la que estamos abocados desde hace años y que no parece perder fuerza a medida que llegan nuevos títulos y cruces entre personajes, ahoga el propósito de renovación de los mismos, y por mucha mezcla más o menos brillante que se quiera presentar, la sobredosis no permite un aplauso muy efusivo.
Contar con escenas espectaculares en distintos emplazamientos que pongan a prueba el poder del bueno frente al malo, o del bueno frente a la catástrofe, no constituye sino un plato más de lo mismo que tomamos ya en el menú anterior. Y se da por hecho que estará bien cocinado, los técnicos de efectos visuales en Norteamérica son maestros en ese aspecto.
Se echa de menos en Spider-Man: Homecoming una consistencia que no convierta al personaje en un torpe e intrascendente adolescente capaz únicamente de caernos bien por lo que significa su presencia y sobre todo por el carisma indudable de quien lo interpreta.
Porque por mucho parecido que tenga con su original, cinematográficamente hablando y por comparación con los ya vistos, se torna excesivamente naïf y el giro hacia los cómics que pretende darle frescura a su nueva adaptación para que llegue a los más jóvenes sin perder de vista al público que habitualmente sigue sus aventuras no consigue elevar al personaje a otra dimensión. Simplemente lo convierte en un joven entrañable que todavía no tiene las características de superhéroe mítico.
Eso sí, es de agradecer la mezcla de universos de Marvel. La entrada de Los Vengadores en la trama le da un vigor especial a la cinta y le aporta una épica que en solitario no tendría. Los lectores llevaban tiempo pidiéndolo y hay que darles la razón. Y la enhorabuena por haberlo conseguido.
Silvia García Jerez