DUNKERQUE: Christopher Nolan cogió su fusil

DUNKERQUE
Dunkerque, más que una película sobre el rescate y la evacuación, durante la II Guerra Mundial, de miles de soldados británicos atrapados en la playa de la ciudad francesa que da título a la película, es una experiencia extrema que nos acerca de tal forma a los personajes que protagonizaron la hazaña que el espectador se convierte en un soldado más al que tener que sacar de ese infierno.
Narrada en historias a tres tiempos y cubriendo tierra, mar y aire, Dunkerque atiende a los frentes de los soldados, angustiados por el asedio del ejército nazi, a los cazas, ayuda más que necesaria para acabar con los bombardeos del ejército enemigo, y a los barcos de rescate, a cuyos timones se encontraba buena parte de la población civil.
Dunkerque nos sitúa con rapidez en estos tres escenarios para, una vez que avanza en su narrativa, ir cercándolos y acercándolos, de modo que la operación Dinamo, como fue bautizada, se torne en una asfixiante lucha por la supervivencia.
Porque Dunkerque fue eso, el intento desesperado de no morir a manos de los nazis. Claudicar o perecer, las opciones eran esas, pero el milagro, como también se conoció a lo ocurrido, apareció y la Historia se convirtió en leyenda.

Dunkerque
Uno de los escenarios de DUNKERQUE, el muelle

LA PELÍCULA
Christopher Nolan, responsable de Memento u Origen y uno de los mayores genios del cine norteamericano contemporáneo, se embarca, nunca mejor dicho, en la aventura de dirigir esta epopeya y de hacerlo, además, como nadie lo había hecho antes. Enfrentarse de este modo al cine bélico, reinventándolo, es una proeza a la que tiene que rendirse el arte en el que Nolan ha resultado ser un maestro.
En Dunkerque, toma la decisión de que sintamos la batalla, el miedo, la angustia, y acerca la cámara a sus personajes para que comprendamos su experiencia. Salimos de allí, del asedio alemán, agotados. Pero como espectadores nos sentimos plenos porque su trabajo nos ha sumergido en la realidad y no solo hemos conseguido superarla sino que hemos asistido a la evolución del cine a un nivel al que no éramos conscientes que se pudiera alcanzar.
Christopher Nolan coge su fusil y retrata Dunkerque con la subjetividad con la que Johnny, el protagonista de aquella obra maestra de Dalton Trumbo, contaba su desgracia. Pero Nolan lo hace con todos los personajes participantes en la historia, y sufrimos con ellos en el fondo (asistiendo a su gesta) y en la forma (moldeando los instrumentos de que dispone el cine para conseguir una verosimilitud insólita).
Nolan toma el montaje y la música y los convierte en elementos narrativos. Los trabajos de Lee Smith y Hans Zimmer respectivamente, están al servicio de sus personajes, y hablan por ellos. El hecho de que Dunkerque apenas tenga diálogos, y estén casi todos focalizados en el Comandante Bolton (Kenneth Branagh) y en Mr. Dawson (Mark Rylance) y cuanto sucede en su barco, no significa que los demas no se expresen, porque el montaje y la música lo hacen por ellos.
Asistir a un espectáculo en el que la partitura te indica cómo se sienten los personajes resulta apabullante. Y que el montaje vaya marcando los tiempos, cada vez más paralelos, por mucho que sea un recurso dramático bastante más rutinario, en manos de Lee Smith, con Christopher Nolan como capitán del proyecto, se convierte en un ejercicio admirable debido a la fluidez que logra y la aparente facilidad con la que lo consigue.
Y eso que nada en Dunkerque es fácil, aunque resulte asequible. Hay que ser muy buen director para que una virguería visual y narrativa como esta pase por una película tan sencilla que rompa la gruesa línea que separa el cine de autor minoritario del destinado a las masas.
Nolan sabe muy bien lo que hace. Desde el primer momento, en el que nos introduce a Tommy (Fionn Whitehead) huyendo como puede de balas que alcanzan a quienes pillan, presenta una situación extrema sin mostrar en ningún momento a aquellos que la provocan (las escuelas de cine dedicarán algún día parte de su temario a analizar un hecho tan insólito), de forma que la inmersión en el drama sea más completa que en cualquier otra película de género bélico.

Dunkerque
Christopher Nolan, director de DUNKERQUE

CHRISTOPHER NOLAN
Durante la promoción de Dunkerque, su director aseguraba que Netflix, la famosa plataforma de películas y series online, al producir un catálogo de títulos destinados a verse en formatos televisivos éstos, por concepto, dejaban de ser cine.
Sus palabras fueron, son y seguirán siendo polémicas, pero en cuanto uno entra en una sala en la que se proyecte Dunkerque y comprueba la magnitud de lo que Nolan ha rodado, cae en la cuenta de la dimensión de la idea y las dosis de verdad que contiene: hay películas que lejos de la gran pantalla dejan de ser una experiencia y se transforman en otra cosa, algo para lo que desde luego no fueron concebidas.
Se pueden ver donde uno quiera pero el cine, gestado con esa magnitud, con tanto detalle y con un cuidado extremo para lograr un sentimiento determinado, nunca será tan escalofriante como visto en una gran pantalla. Y en el caso de Dunkerque, en Imax o si se está en Barcelona, en la sala Phenomena, único cine de España que la proyecta en los 70 mm en que Nolan la rodara.
Por lo tanto, lejos de adoctrinar con un pensamiento que pudiera calificarse de radical, el genio detrás de Interstellar ofrece con Dunkerque un ejemplo de aquello en lo que cree: cine irrepetible que nace para ser vivido, cine valiente que se salta las coordenadas de los convencionalismos para salvar, como a los soldados atrapados a los que homenajea, los obstáculos con los que habitualmente se encuentra el celuloide comercial y ofrecer un mosaico nunca visto con anterioridad.

Silvia García Jerez

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