SAW VIII: Jigsaw sigue jugando

Saw es una de las fanquicias más rentables del reciente cine comercial de terror en su vertiente gore de asesinos sádicos. Existe la saga Destino final, que a sus fans les divierte más que los asusta por el hecho de que la muerte persiga a los personajes que se han librado de ella gracias la visión de uno de los protagonistas, de modo que no mueran en grupo sino por separado y en el orden en que deberían haberlo hecho si el accidente del que huyeron a tiempo hubiera terminado con ellos.
Aquella serie de películas nació en el año 2000, y en 2004 el genio creativo de James Wan lograba que, al igual que en 1996 Wes Craven puso del revés el terror con la saga Scream, el género se renovara al estrenar Saw. Ese fue el título con el que lo conocimos y con el que empezó a asombrar al mundo antes de consolidarse gracias a Insidious y sobre todo a Expediente Warren: The Conjuring y las secuelas derivadas de ambas.
Saw vino para quedarse con la dificultad que su planteamiento entrañaba: no tener como protagonistas a adolescentes que escapaban de una muerte segura para encontrar otra más incierta, y a cual más bizarra, y un asesino justiciero que da a sus víctimas la posibilidad de escapar a sus macabros destinos si siguen a rajatabla las reglas de su espantoso juego… y tienen la suerte de acertar en la prácticamente imposible resolución del mismo.
Es decir, el hecho de que las víctimas sean personajes adultos con vidas adultas, y por otro lado la cuestión de que solo subjetivamente Jigsaw no los mate porque ya lo hacen ellos fallando el juego es, simplemente, brillante. Una vuelta de tuerca al convencional asesino que corre de noche detrás de niños pijos adolescentes a los que el género suele matar porque estaban allí o porque estaban practicando sexo.

Las cinco próximas víctimas de SAW VIII
Las cinco próximas víctimas de SAW VIII

El de Saw es un asesino peculiar, un enfermo de cáncer que al no tener ya nada que perder se dedica a hacer el bien, su bien particular, vengándose de gente que ha hecho algo inapropiado tanto para él como para los demás. Un hombre que, literalmente, se toma la justicia por su mano. Secuestra a sus víctimas y las lleva a escondrijos de los que solo se puede salir superando la prueba que su voz va indicando a cada personaje.
En Saw VIII vuelve para seguir haciendo lo que mejor se le da… pero en esta ocasión se supone que lleva muerto más de diez años, así que parece muy improbable que sea él quien esté matando.
Pero todo apunta a que John Kramer (Tobin Bell) es el responsable de los cuerpos que van aparecendo, con la marca inconfundible de una pieza de puzzle en algún lugar de sus anatomías. Y el conteo de los que aún quedan por rescatar, si es que la policía que investiga es lo suficientemente rápida.
La acción de Saw VIII transcurre en dos tiempos, el de las víctimas, que luchan por su vida y por superar la siguiente prueba, y el de los agentes que están tras las pistas, siempre escasas, para localizar el lugar en el que todo está ocurriendo.

Los juegos de Jigsaw son mortales también en SAW VIII
Los juegos de Jigsaw son mortales también en SAW VIII

Lo bueno de la saga Saw ya ha quedado esbozado, pero lo malo también existe, y es que por muy original que se sea a la hora de plantear una historia y de renovar el imaginario del género de los asesinos en serie dentro del terror, el éxito convierte lo nunca visto en fórmula gastada dentro de la cual la única pregunta que cabe hacerse es si el método con el que Jigsaw matará al siguiente será el más imaginativo de los que hayamos visto a lo largo de las siete películas anteriores.
Pero con Saw VIII, sin que esto deje de estar vigente y por lo tanto la nueva entrega aporte poco respecto a lo ya ofrecido, sí hay que admitir que ésta se hace más interesante que alguna otra que nos ha aburrido mucho más, que contiene un nivel de gore del que otras carecen y uno de los planos más llamativos de entre todas ellas que los amantes de la casquería van a recibir con los brazos abiertos.
También Saw VIII confirma, si ninguna de las anteriores lo había hecho ya, a Tobin Bell como uno de los actores que deberían pasar a la historia del cine por sus asesinos míticos, al lado de Robert Englund y su Freddy Krueger, Gunnar Hansen y su Leatherface de La matanza de Texas o Michael Berryman, el intérprete que encarnara al Pluto de la primera versión de Las colinas tienen ojos, de nuevo del maestro Wes Craven.
Y por supuesto, el éxito de la octava parte, estrenada en Estados Unidos el 27 de octubre, deja claro que estamos ante una saga con larga vida. Sus 10 millones de dólares de presupuesto y sus casi 80 de recaudación hablan de que a buen seguro tendremos una novena parte y de que la décima puede también llegar en cualquier momento. Los admiradores de Jigsaw como personaje mítico del cine de terror del siglo XXI están de enhorabuena.

Silvia García Jerez

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