RADICAL: La letra con curiosidad entra
Radical, la película mexicana que se estrena el 15 de marzo en las pantallas españolas, está basada en una historia real ocurrida en la ciudad de Matamoros, conocida como ‘la ciudad del estigma’ por esas tierras. No había, y sigue in haber, noticiero que no hablase de la zona como aquella en la que la delincuencia campa a sus anchas -narcotráfico, masacres, cultos macabros…- y lo último en lo que piensan los niños y sus familias es en estudiar. Porque no se lo pueden permitir. Ni por dinero ni por situación social. Los sicarios precisamente empiezan sus trayectorias a edades tempranas como única solución viable para ambas.
Pero las noticias al respecto de Matamoros dieron una muy buena en 2013, cuando llega a la escuela José Urbina López, ubicada a un lado del basurero local, un profesor que deslumbra a sus alumnos. Daba clases a los estudiantes de sexto grado, pide el traslado a ese centro tan conflictivo, y desde el primer momento llama la atención tanto de los chicos como del equipo docente, incluyendo al director del colegio, Chucho (Daniel Hahhad), con el que acaba entablando una amistad entrañable y necesaria para los dos.
Este profesor se llama(ba) Sergio Juárez Correa y lo interpreta el actor mexicano Eugenio Derbez, al que ya vimos como profesor de música en la oscarizada CODA (sí, aquel que anima a la protagonista oyente a seguir cantando, para revés de su familia sorda, que la necesita continuamente al lado para poder comunicarse con el mundo). Aquí, Eugenio también produce la película, y realiza no sólo un homenaje a la educación más práctica y vanguardista, sino también a la alumna más importante que tuvo Sergio, Paloma Noyola, una chica tan brillante que llegó a salir en la portada de la revista Wired como ‘la próxima Steve Jobs’ debido a su talento para las matemáticas, así como al propio profesor, al que llegó a entrevistar la BBC en un artículo firmado por Jossette Rivera, debido al éxito y la fama alcanzada por el método utilizado por Sergio para sus clases.
Y es que Radical nos habla precisamente de la radicalidad con la que Sergio quiso que sus alumnos despertaran a la educación. Él tenía la teoría, porque lo había comprobado en la práctica, de que si no insuflas la curiosidad en ellos, los pierdes. Dejan de estudiar porque piensan que estudiar no sirve para nada, y menos en el entorno hostil en el que viven. Así que Sergio se propone que los chicos se interesen por las materias, y lo hace de la manera más vanguardista posible, totalmente alejado del método tradicional, ese que hace bostezar a todo el que se acerca a él.
Por supuesto, el primer día los alumnos no se pueden creer lo que Sergio está haciendo. Lo que les dice, lo que les incita a hacer. Nunca han tenido un profesor igual y al principio no son capaces de asimilar el cambio. Pero poco a poco se van quedando fascinados y el método comienza funcionar. Y con él, las mentes de los chicos, que son mucho más brillantes de lo que ellos mismos llegaron a pensar.
Radical es una película deliciosa. Didáctica, emotiva, entrañable, brutal cuando debe y consciente de la cantidad de sentimientos que provoca, la mayoría tan positivos que a pesar del entorno que describe es incapaz de desdibujarte la sonrisa. Porque también tiene tintes de comedia. Asistir a cómo Sergio defiende su método es un espectáculo de lo más divertido. Las reacciones a sus preguntas, a sus peticiones, a los requerimientos en una escuela que apenas puede permitirse sillas y mesas, son de una belleza apoteósica.
Y está pensada así para que, aún con el entorno hostil que rodea al centro, sepamos extraer la enseñanza de que hay que hacer cosas diferentes si queremos obtener resultados diferentes. Los métodos deben cambiar, y hay que hacer participar al alumno de una forma activa para que él también genere preguntas que pueda llegar a responder. Es enseñar a pensar. Y si se hace bien, como fue el caso de Sergio, resulta ser un proceso, tanto mental como físico, fascinante.
La película nos presenta a varios personajes centrales, todos ellos maravillosos por una u otra razón. De un lado, Paloma y Nico, los alumnos más destacados por el guión, de otro, Sergio y su director, Chucho, un tipo también sobresaliente. Lo cierto es que, como espectador, no quieres salir de esa clase. Es el lugar acogedor dentro de una ciudad inhóspita, un sitio en el que la razón y lo razonable encuentran el colchón perfecto para que los alumnos más inquietos puedan llegar a realizarse y para que aquellos que no sean tan brillantes se encuentren cómodos en un ambiente que también los abraza del mismo modo.
Es cine que retrata el mundo de la enseñanza, un género dentro de lo social que siempre resulta estimulante. El ejemplo más claro es El club de los poetas muertos, la película que protagonizaba Robin Williams y en la que descubrimos el enorme talento de un principiante Ethan Hawke. Pero no es el único título arrebatador. Recientemente el público abrazó la fabulosa El maestro que prometió el mar y sería bueno que se recordara a la ignorada Uno para todos, con David Verdaguer como estupendo profesor. Pero si miramos hacia atrás en el tiempo nos encontraremos con la francesa Los chicos del coro, la espléndida El indomable Will Hunting, la llamativa Whiplash o la muy actual, en lo que a temática se refiere, película alemana La ola.
Radical será una más a sumar a esta lista de películas, una cinta trepidante en lo que a acción interna se refiere, llena de ritmo y de amor por la enseñanza y por aquellos que la descubren de la forma menos esperada. Una película preciosa que quienes se acerquen a verla recomendarán como lo hicieron con las que hoy ya son referentes.
Silvia García Jerez