La relevancia del triunfo de CODA en los Oscar

La carrera al Oscar es muy larga. Que CODA haya ganado el premio gordo de la noche lo demuestra. Es la inercia del último mes, y se ha confirmado como tal. En las dos últimas semanas CODA ha disparado sus posibilidades, desde que sus actores ganaron el SAG, premio del gremio, al elenco en su conjunto, su guión adaptado, del de Stanislas Carré de Malberg, que parte de la idea de Victoria Bedos, el BAFTA británico en esa categoría y a continuación se hiciera con el PGA, el premio del gremio de productores, que funciona a partir del mismo sistema de voto preferencial que tienen los Oscar, CODA ya quedaba lanzada hacia un Oscar que pocos, que casi nadie vio venir desde que se ganara el corazón del festival de Sundance, en enero de 2021.

Pero es que hace dos meses la favorita era Belfast. Y en semanas posteriores al festival de Venecia 2021, celebrado en septiembre, la que tenía más posibilidades de ganar fue El poder del perro. Pero como digo, la carrera al Oscar es muy larga. Oficialmente empieza cuando en diciembre los críticos norteamericanos comienzan a dar sus premios. Ahí se crean ya inercias de las que vamos a estar hablando meses. Normalmente se concretan siempre alrededor de dos o tres nombres. Hay actores que son favoritos desde el principio y no hay premio que se les resista. Otras veces, como en este 2022, la carrera ha sido más complicada y no se ha centrado en los cuatro que ya estaba claro que ganarían la pasada madrugada hasta que no se dieron los BAFTA porque, sobre todo en la categoría de mejor actriz, no coincidían las cinco del quinteto candidato al Oscar ni en las nominaciones británicas ni en el SAG.

Pero sí, lo que hace un mes no parecía posible, anoche sucedió: CODA ganó el Oscar a la mejor película, además de los otros dos a los que aspiraba, mejor actor secundario para Troy Kotsur y mejor guión adaptado, firmado por Sian Heder, la directora de la película. Y a pesar de que El poder del perro es una obra maestra indiscutible, aunque discutida, porque no es una película fácil de ver ni de asimilar, cosa que CODA sí tiene a su favor, ésta ha logrado hacerse con el triunfo. Y no solo se lo merece porque sea una gran película, aunque no con el peso y las dotes académicas de la cinta de Jane Campion, sino que es un triunfo, además, muy importante para la comunidad sorda.

La familia sorda de CODA

CODA es el acrónimo de Children Of Deaf Adults, Niños de adultos sordos, en nuestro idioma. Adultos, los que sean, de los sexos que sean, los adultos son adultos. Y sordos, no sordomudos. Sordomudos nunca. Todos los sordos pueden hablar. Lo que no pueden es oír, pero hablar sí. Más de una vez habréis escuchado el extraño sonido gutural que hacen los sordos al hablar. O sea, que ya están hablando solo que no estás acostumbrado a ese sonido. Hablan raro porque no modulan la voz porque no se oyen. William Hurt, recientemente fallecido, interpretaba en Hijos de un dios menor a un profesor de adolescentes sordos a los que enseñaba a hablar, película por la que, por cierto, Marlee Matlin ganó el Oscar a la mejor actriz. También ella le pegaba un rapapolvo a William Hurt cuando le gritaba que la dejara en paz, que pasaba de hablar. Pero podía hacerlo. Porque no es sordomuda.

CODA deja esto muy claro. Es la historia de Ruby (Emilia Jones), el único miembro oyente de una familia de sordos en la que a su madre la interpreta Marlee Matlin y a su padre Troy Kotsur, otro actor sordo en la vida real, ganador anoche de su merecido Oscar como mejor actor secundario. Está fabuloso como padre sin pelos en las manos… en la lengua, para los oyentes. Algunos de los momentos más divertidos de la película son suyos. Y alguno especialmente tierno también. No tenía rival.

Y cuando digo que CODA deja muy claro que los sordos hablan, y que hablan raro, es porque dentro de la extraña e incómoda integración, a la que Ruby no acaba de acceder en el instituto, se encuentra el hecho de que quienes se ríen de ella le piden que hable como una sorda. Y ella le explica a su mejor amiga que hablan raro. Se lo explica a su mejor amiga pero en realidad lo hace para el espectador.

Por estos detalles, que CODA haya ganado es muy importante. No solo es algo que no se aprecia en la película francesa, la americana incluye también un exhaustivo estudio de cómo es la comunidad sorda respecto a la oyente. Cómo se sienten de excluidos, cómo nos ven y cómo los vemos. Hasta qué punto los oyentes los consideran bichos raros siendo igual de válidos y de inteligentes. O más. Es tan clarificadora, sin perder la naturaleza de película divertida y emocionante, que de no haber estado nominada al mejor guión adaptado habría que habérselo dado igual. Otro de sus aciertos, ya a nivel narrativo, es haber eliminado las elecciones que lastraban la película francesa. Se le agradece porque en la francesa no tenían ningún sentido.

Y por supuesto, su vitoria en sí es importante. El hecho de que una película protagonizada por actores sordos de verdad, ya que en La familia Belier eran oyentes interpretando a sordos, haya ganado el premio más importante de la noche, es un hito. La lengua de signos -no lenguaje de signos, porque el lenguaje es lo que hacemos con la lengua, por ejemplo, ser laístas- ha sido importante esta madrugada. Lengua de signos americana, que cada país tiene la suya, como pasa con los idiomas. Los sordos no son distintos tampoco en eso.

Pero es que nunca había ganado una película con personajes sordos en el centro de la historia. Si había alguno en una película era testimonial, una aparición, medio minuto. Y ya. Hasta los actores sordos cuentan que mientras crecían se preguntaban si ellos podían hacer películas porque no tenían modelos, ningún referente que refleje que su realidad puede ser visible en la gran pantalla.

Últimamente hemos visto a una niña sorda protagonizando una película de terror: Millicent Simmonds en Un lugar tranquilo 2, donde su personaje tiene más peso que en la primera parte. Y ahora una historia con una familia sorda gana el Oscar. Menuda gozada. Y añadir a esa victoria la de Drive my car, la incomprensiblemente aupada a la categoría de obra maestra, que también cuenta con un personaje sordo en el reparto, y que se ha alzado con el Oscar a la mejor película internacional. Compitiendo con La peor persona del mundo. Eso sí que no es merecido, pero al menos queda la doble visibilidad del mundo sordo en estos Oscar.

Insisto en que CODA no es mala. Obviamente es más simple, más sencilla que El poder del perro, pero eso no significa que lo que ambas pretendan lo consigan igual, cada una en su dimensión, en su género y con sus armas. Una llevando la opresión y el terror de la masculinidad tóxica al campo de la sutileza más admirable, la otra manejando de maravilla los hilos de los sentimientos más reconocibles. Dos historias de personas rechazadas que encuentran la manera de ser felices. Y solo una de ellas podía ganar. Si El poder del perro va a seguir siendo una película gloriosa, dejad que por una vez lo hagan las que en la vida real son más invisibles, hasta el punto de que ni siquiera la sociedad las llama correctamente: personas sordas.

Silvia Gar´cia Jerez

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