UN PEQUEÑO MUNDO (Playground)

Un pequeño mundo es la historia de un acoso. Acoso escolar. Bullying, lo llaman ahora quienes no se cansan de introducir anglicismos en nuestro pulcro castellano, pero es el acoso escolar de toda la vida. Y es muy grave. Para todos: para quien lo sufre, quien sabe que otro lo sufre, quien no hace nada porque no sabe o no tiene los recursos para hacer algo… y para quien lo comete, porque si no le paran los pies a tiempo puede saberse impune. Y eso genera más acoso: si me lo permiten es que puedo, y no voy a parar.

Un pequeño mundo (Playground) cuenta la historia de Nora (Maya Vanderbeque) y Abel (Günter Duret), dos hermanos perjudicados por el acoso escolar. Al segundo lo maltratan unos niños de su clase, a la vista de todos, pero en realidad de nadie, porque nadie, excepto su hermana Nora es capaz de verlo. Como cuando alguien hace algo que no debe y quien está delante se gira porque intuye algo detrás y entonces esa acción se detiene. Solo ella se da cuenta de las atrocidades a las que someten a su hermano porque da la casualidad de que las ve cuando y donde tienen lugar, así que sería complicado que la creyesen… si lo contara.

Ella se encuentra en esa tesitura, decirlo o no decirlo. Su hermano le pide que no lo haga, ya que podría verse metido en más problemas y no es asunto suyo. Su padre, que los lleva y los recoge del colegio, la apremia para que le cuente qué le pasa. No es normal verla tan triste y eso es debido a algo. También su profesora la azuza para que se lo cuente porque su rendimiento en clase no es el mismo, su concentración ha dejado de ser una constante. Lo cuente o no, es evidente que algo va mal.

Un pequeño mundo
La profesora de Nora la apremia para que cuente lo que sabe

Un pequeño mundo (Playground) nos deja claro que la infancia no es ese tiempo de felicidad que nos venden, esos años de inocencia incorrupta donde los niños disfrutan y hacen disfrutar a partes iguales. La infancia es un periodo de tiempo tan complicado como los que le seguirán, solo que siendo niños tienen problemas de niños, de los años que sean, que nada es fácil desde que naces, pero tenemos la idea colectiva de que entonces es todo fantástico y entrañable.

Nora es muy pequeña, por eso el título español de Un pequeño mundo, el que se le hace teniendo que afrontar todo esto ella sola. Con sus aproximadamente cinco o seis años ha de lidiar con algo que le viene muy grande, con el aislamiento de su hermano en el patio del recreo. Por eso el Playground, su título en inglés. Nadie quiere juntarse con él y eso afecta también a que nadie quiera juntarse con ella. Los males se autoalimentan. Y eso, en el microcosmos del colegio es una pesadilla.

Laura Wandel, directora y guionista, nos acerca a Nora y a su punto de vista situando la cámara a su altura, siempre a su escasa altura. Y a su lado. No se despega de ella. Vamos a ver lo que ella ve, y eso nos va a afectar tanto como a ella, porque somos testigos de la ausencia de testigos, de la incomodidad de que su relato no sea comprendido, más allá de que su estado de ánimo refleje que hay algo detrás que lo justifique. Qué difícil es ser pequeño y tener que arrastrar una mochila con mucho más que libros en ella.

Un pequeño mundo (Playground) es una película fabulosa. Sin música que adorne o dulcifique el dolor, es un retrato crudo de la realidad de muchos niños y su indefensión ante la barbarie. Cómo salir de ella es la pregunta, no queramos conocer la respuesta. La realidad crea monstruos que no queremos afrontar. Mejor dedicarse cada uno a lo suyo, mirar para otro lado ante la falta de recursos para combatirla.

Ese es el fondo, la forma de la película es igual de impecable. Gracias a ella, a esa elección de punto de vista narrativo, nos zambullimos por completo en la angustia de Nora, haciéndola nuestra. En poco más de una hora de metraje somos capaces de construir el arco de su universo para horrorizarnos ante el calibre de su presente. Y de su inminente futuro. Cada segundo que pasa en el colegio es peor que el anterior. Y ella solo es testigo de lo que sucede, no sujeto directo directo de las acciones. Imaginemos ahora, sin que la cámara nos lo muestre, lo que vive su hermano. Un infierno todo.

La infancia es una época muy compleja, no la subestimemos porque los niños no tengan aún los problemas de los adultos. Tienen sus propios problemas, y ahora con las redes sociales es todavía peor, aunque esta película no lo refleja porque los niños son aún pequeños para tener móvil. Pero que esperen unos años. El mundo de la docencia es un campo de minas.

Un pequeño mundo (Playground) es un ejercicio ejemplar de cine de calidad. Una pequeña película belga llega a las carteleras para asombrar a quienes no confíen en que un producto sin efectos especiales ni hablado en inglés pueda llegar a ser sobresaliente. Bélgica la mandó a competir por el Oscar y pasó el corte, junto a otras como la española El buen patrón, pero no llegaron a ser nominadas: de 15 finalistas solo podían quedar 5. Pero que eso no le quite el mérito que tiene de que, con premios o sin ellos, no deja de ser una joya.

Silvia García Jerez

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