ONDINA: La fascinación de la leyenda

Ondina. Un amor para siempre, es una de esas películas en las que la ficción y la leyenda se entrecruzan para crear otra aún más atractiva de lo que era ya en origen.

Según la tradición griega, la Ondina es una ninfa que vive en los lagos y que es bella e inmoral, pero al enamorarse de un joven noble renuncia a esos dones. Aún así obtiene de su galán la promesa de amarla eternamente y con este propósito se unen y tienen descendencia, pero la edad no perdona y la ninfa se marchita.

Por lo tanto, el noble la engaña y ella lo maldice: mientras estés despierto vivirás pero cuando duermas te ahogarás, porque me prometiste que cada aliento tuyo sería una muestra de tu amor hacia mí y no has cumplido tu promesa.

En la película alemana que ahora se estrena, Ondina (Paula Beer) es una guía turística que se encarga de explicarle a los visitantes del museo de Berlín en el que trabaja la historia de cómo la ciudad ha llegado a ser la que es, con la ayuda de dos maquetas de la misma con las que cuenta en la sala en que la vemos disertar.

Ondina tiene un novio, Johannes (Jacob Matschenz) que en un paréntesis de las exposiciones de la chica le dice que ya no siente por ella lo mismo que antes. Ondina le da un rato para que se lo piense. Si al volver, porque tiene que seguir trabajando, él le dice que la quiere, no pasará nada, pero si se reafirma, tendrá que enfrentarse a su propia muerte.

Pero al volver, tal y como se teme, Johannes se ha marchado. Ella lo busca por el bar pero a quien encuentra es a otro joven, Christoph (Franz Rogowski) con el que se queda fascinada. Y comienza una relación con él. Eso sí, Ondina no olvidará la historia pendiente que le queda con Johannes, no hay rencor que se apague por sí solo, así que a pesar de la felicidad que parece rondar la vida de Ondina, su leyenda espera el momento de consumar su venganza.

Ondina (Paula Beer) y Christoph (Franz Rogowski)

Ondina. Un amor para siempre, es la nueva película que une al director Christian Petzold y a la actriz Paula Beer, con la que ya coincidió en la fabulosa En tránsito, y aquí repiten fascinación y calidad. Un tándem perfecto que si perteneciera al cine americano tendría una repercusión mucho mayor que tratándose del cine europeo al que entre los dos tan grande hacen.

Ondina. Un amor para siempre, acaba de ser nominada a los premios del cine de este continente en las categorías de mejor actriz y mejor película. Paula competirá por el galardón con la española Marta Nieto por Madre, de Rodrigo Sorogoyen. Independientemente de quién lo gane, Paula está sensacional en su papel de mujer enamorada entregada a su nueva vida tras el desengaño.

El rostro dulce de la actriz invita a seguir su juego a través de todo el relato, el de una mujer encantada con su nuevo amor, cuya compenetración desde el primer instante es absoluta, y nos trasladan, ambos, una pasión que traspasa la pantalla.

Petzold, como director, nos lleva a un viaje fascinante a lo largo de las emociones de unos personajes que se entregan a todo lo que los ocupan, porque Ondina en ningún momento deja a un lado su trabajo en el museo, incluso asume el de alguna compañera a la que se esfuerza por sustituir de la mejor manera posible.

Ondina trata de seguir su vida sin

De este modo, Ondina. Un amor para siempre, nos muestra una historia apasionante que continuamente divaga entre lo real de la ficción que presenta y lo fantástico de la leyenda a la que se debe.

Y esa mezcla de realidad en la ficción y de ficción en la realidad es una gozada. Aparentemente nos confunde porque ambos se diluyen en un flujo narrativo que debemos dilucidar, pero una vez tengamos todas las piezas colocadas vamos a concluir que este estilo narrativo es necesario para obtener el aura de leyenda terrenal en la que Ondina se zambulle, nunca mejor dicho.

Ondina. Un amor para siempre, por lo tanto, es una de esas películas que no debemos dejar pasar en nuestras carteleras. Un ejercicio de cine contado con la fuerza de las imágenes y la presencia de unos actores que gracias a su sutileza nos van a trasladar a su universo, el de una ninfa humana que, además de a Christoph, nos va a fascinar a todos los demás.

Silvia García Jerez

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