NOSOTROS NO NOS MATAREMOS CON PISTOLAS
Nosotros no nos mataremos con pistolas. Menudo título más llamativo. En realidad viene de la obra teatral de Víctor Sánchez Rodríguez en la que se inspira, pero de por sí, si no sabes que tiene un origen previo, te quedas con él preguntándote qué habrá detrás.
Y lo que hay detrás es un poco ese esquema del cine de los 90, ese del tipo de Los amigos de Peter, de Kenneth Branagh, o Celebración, de Thomas Vinterberg. No en sus estilos, en sus historias. El hecho de que unos amigos se reúnan y después de los abrazos y los qué contento estoy de verte, llegue la realidad de por qué han sido invitados al reencuentro. Y siempre hay un fondo oscuro que va borrando las sonrisas iniciales, una verdad que no es la que se quiere saber, o que se sepa, pero que es la que nos ha traído hasta aquí.
En este caso nos situamos en una casa, la de Marina (Lorena López), en la que van a comerse una paella. Una paella cocinada por Blanca (Ingrid García Jonsson), que es la que los ha citado allí después de volver de Londres. Algo curioso, porque Blanca no ha hecho una en su vida…
Poco a poco van llegando Elena (Elena Martín), Miguel (Joe Manjón) y Sigfrido (Carlos Troya). Falta Paula (Paula Muñoz). En los viejos tiempos ella estaba, pero ya no. Sus cenizas reposan en el sitio de la casa que Marina le guarda, y un vídeo en VHS se la recuerda a los chicos. Todo parece bonito: amigos, nostalgia… pero la atmósfera indica que no lo va a ser tanto.
María Ripoll, directora de Lluvia en los zapatos, la primera película de Penélope Cruz fuera de España y la primera en la que la escuchábamos hablar en inglés, allá por 1998, también de la estupenda Tu vida en 65′ (2006) o de la fallida No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas (2016), basada en el conocido best seller de Laura Norton, estrena ahora Nosotros no nos mataremos con pistolas, uno de los mejores trabajos de su filmografía.
No solo nos habla de los secretos y las mentiras de sus personajes, es que con ellos nos revela algo más profundo: el desencanto de una generación a la que se le prometió un futuro que no ha logrado alcanzar, cuyas perspectivas eran otras y que han de conformarse con lo que hay. Y lo que hay es una verdad dura, incómoda, de esas para las que necesitas el apoyo de los amigos. Si no los tienes de lado, porque la verdad no es la mejor compañía para pasar la tarde.
Nosotros no nos mataremos con pistolas es un retrato generacional disfrazado de película aparentemente amable. Un film con el que reflexionar sobre lo que podíamos haber sido y lo que somos, sobre lo que nos prometieron y lo que realmente nos dieron. Y sobre las armas con las que hemos gestionado lo que hemos acabado siendo. Una película con la que pasarlo bien mientras nos adentramos en las vidas de estos cinco personajes y cuya sólida historia va girando hacia la dureza que les depara lo que tienen que ocultarse.
Poco a poco vamos sabiendo quiénes son estos chicos, qué dejaron atrás, qué querían y qué posibilidades tienen de retener lo que conservan. Nosotros no nos mataremos con pistolas no es una película perfecta pero es una película estupenda en la que vernos reflejados como parte de una sociedad que siente que su presente es diferente al que imaginó en el pasado. Y que tiene que aprender a afrontar el futuro sabiendo desde dónde parte y con qué cuenta para vivirlo.
Silvia García Jerez