1898. LOS ÚLTIMOS DE FILIPINAS: estuvimos con ellos
1898. Los últimos de Filipinas cuenta la historia real del destacamento español que fue sitiado en la isla de Luzón, en la iglesia del pueblo de Baler, por insurrectos filipinos, durante 337 días.
Se trata de la ópera prima de Salvador Calvo, que se ha mantenido riguroso a todo lo que entonces ocurrió gracias a «la colaboración de dos historiadores que leyeron el guion y nos aportaron ideas que nos ayudaron, porque a veces la realidad es más sorprendente que la ficción y por ejemplo, nos dieron datos de como que el capitán de las Morenas (al que interpreta Eduard Fernández) iba con su perrito a la guerra. Eso es real aunque alguien no se lo crea, que alguien se pueda llevar el perro a la guerra. Hay muchos datos históricos asesorados pero no se pueden contar para no hacer spoilers.»
La Cronosfera estuvo con el equipo responsable de esta enorme producción cinematográfica que ahora llega a las pantallas, descubriendo detalles de la misma y desmontando mitos, como que tal vez la cinta fuera rodada en los mismos decorados que sirvieron de plató a los dos capítulos dedicados a Los últimos de Filipinas en la serie El Ministerio del Tiempo:
Salvador Calvo: La película está rodada en tres sitios. En Guinea Ecuatorial, en Tenerife y Gran Canaria. La historia ocurre en Baler, en Filipinas. Es verdad que a Baler no íbamos a ir no solo porque está muy lejos y es muy caro sino porque allí se intentó rodar Apocalypse Now, la película de Francis Ford Coppola, pero antes de que empezaran a rodar llegó un tifón y se los llevó por delante. Tuvo que parar la peli y cuando volvió a encontrar financiación la rodó en Santo Domingo. Y no íbamos a caer dos veces en la misma historia.
Estuvimos barajando Colombia, Santo Domingo, o Guinea Ecuatorial, que como tenía el reto de que no se había rodado nunca allí, los productores, Enrique Cerezo y Pedro Costa, quisieron intentarlo. Las costas y las selvas allí eran perfectas para la película. En Tenerife hemos rodado la parte del barco, con un barco de verdad, porque me gusta más que que sean digitales. El barco es de principios de siglo, parecido al que usaron los últimos de Filipinas para llegar a Baler. Se llama El Correíllo.
En Gran Canaria estuvimos en Santa Lucía de Tirajana, en el centro de la isla, un valle alejado de todo. Los decorados los ha construido Carlos Bodelón y son exclusivos de la película. No hemos utilizado decorados de otras pelis u otras series.
Uno de los aspectos más llamativos de 1898. Los últimos de Filipinas es, a primera vista, su reparto. Actores veteranos de la pantalla como Luis Tosar, Eduard Fernández, Javier Gutiérrez o Karra Elejalde, se dan la mano con jóvenes que nada tienen que envidiarle a ninguno de los anteriores, caso de Miguel Herrán, Goya al mejor actor revelación por A cambio de nada, Patrick Criado, candidato al mismo premio por La gran familia española o Álvaro Cervantes, reciente protagonista de la serie Carlos, Rey Emperador y alma absoluta y rotunda del film del que hablamos.
Ante la pregunta de qué consejos han recibido los jóvenes de la generación más experimentada, la respuesta de Álvaro deja sin aliento: «En la rueda de prensa de antes de empezar el rodaje yo estaba muy nervioso. Quedaba una semana y estuve todo el fin de semana en casa, encerrado con el guion, dándole vueltas, y Karra me dijo: ¡Error! Cachito a cachito se come el chuletón.
Y yo lo entendí completamente, porque me encanta la carne (Risas) y tuve la imagen de ese chuletón de un kilo que te llega a la mesa y tienes mucha hambre y te lo quieres comer… Empecé con mucha fuerza y mucha confianza gracias a ese consejo, pero luego me encontré que me ayudó a comerme el chuletón todo el reparto. Para mí ha sido un máster en generosidad. Me emociona mucho recordar los dos meses y pico de estar con estas bestias pardas.
Por alusiones, es el turno de Karra: no te puedes llevar al protagonista al set cada día. Si mañana rodamos la 14, entonces tú te vas con la responsabilidad de hacer la 14. Si no, es un peso enorme que te llevas todos los días que no sirve para nada, eso de estar preocupado por la 37 si hoy rodamos la 14.
Lo que moló de esta peli es que generalmente ruedas en Madrid y cada uno se va a su casa. En este caso estuvimos en Guinea en una especie de jaula de cristal, de la que no apetecía salir mucho, porque no hacía buen tiempo (risas del equipo) y en Canarias estábamos allí, o culo do mondo, entre palmeras y líquenes… Esto fomenta mucho que juegues al billar, que te tomes otro Gin Tonic… En eso sí que ha sido una aventura. Y hemos estado viéndonos cada día, vacilando, ¿dónde están estos? ¿Dónde están los otros? Mira, aquel está borracho, no digáis nada (Risas) O llegar a las 00:00 al hotel con hambre y que solo dieran de cenar a las 22:00. ¡Todos a la cama, entonces! Eso también mola (Risas) La aventura humana ha sido la más bonita.
Tratándose del cine bélico, al que 1898. Los últimos de Filipinas pertenece, los actores requieren un entrenamiento especial de cara a hacer creíble sus personajes, y aunque los jóvenes fueron muchachos a los que mandaron a la guerra sin conocimientos previos del manejo de armas, aún para eso los actores tienen que estar preparados, ya que en la película están obligados a utilizarlas por sus circunstancias.
A ese respecto, Álvaro Cervantes detalló su entrenamiento: «Yo he tenido algún contacto con el cine bélico, pero no de esta envergadura. Estuve con Salva en Los nuestros, una serie sobre los Boinas Verdes. La época cambia y la estrategia cambia, y estos chicos que no tuvieron ningún tipo de entrenamiento militar. Nosotros estuvimos entrenando con el mauser, que es un personaje más en esa gesta. Tiene un mecanismo curioso, hay que practicar un poco. Estuvimos con militares trabajando y echando mañanas disparando fogueo.»
Llegados a este punto cabe preguntarse si la película es o no antibelicista, tema del que surge un curioso debate. Luis Tosar afirma que «tiene un halo antibelicista en el sentido de que hablamos de lo absurdo de la guerra desde cualquier lugar del que se mire. Aquí hay unos señores que firman cuatro papeles y empieza la desgracia para miles y miles de personas en cualquier parte del mundo, en este caso de Filipinas. Señores perdidos y aterrorizados en el confín del mundo en 1898. No entendían muy bien qué hacían allí y a medida que pasa el tiempo lo entienden cada vez menos. Eso, traído a nuestro tiempo, es lo mismo que le ocurre a cualquier soldado en cualquier conflicto. en cualquier parte del mundo. Y ni qué hablar de los civiles, que se ven en medio de este quilombo. En este caso los flipinos, que verían a los españoles como extraterrestres, sin pintar nada en ese lugar.»
Pero para Eduard Fernández el aspecto antibelicista es más discutible: «Yo hay una cosa que no acabo de entender, cada uno es como es. Se está diciendo aquí que es una película antibelicista y a mí no me da esa sensación. A mí me da la sensación de que es una película humana que incide sobre los seres humanos, sobre cada uno, sobre cada personaje, sobre qué le ocurre, qué motivos tiene para hacer lo que hace, todos muy fundamentados y muy bien hechos, con toda la honestidad de que hemos sido capaces y muy bien dirigidos por Salva. Lo digo de verdad. Y de eso quizá al espectador le emana que es antibelicista, pero yo tengo la sensación de que no hay ninguna intención de torcer lo que ocurrió en función de que parezca antibelicista sino que es simplemente contar lo que sabemos que ocurrió de una manera humana. El mensaje que salga de ahí es cosa de cada uno.»
A partir del 2 de diciembre, 1898. Los últimos de Filipinas se estrena en España y todos los espectadores pueden acercarse a comprobar cómo fue aquel infierno para unos hombres sitiados y abandonados por su gobierno, que intentaron sobrevivir de la manera en que les fuera posible y donde se convirtieron, tanto los que salieron de allí como los que no, en auténticas leyendas.
Silvia García Jerez