NATALIA DE MOLINA: Yo sé lo que es ir por la calle por la noche y tener miedo
Natalia de Molina vuelve a estrenar película junto a Miguel del Castillo. La anterior fue Techo y comida, por la que consiguió su segundo Goya, y en esta ocasión, en La maniobra de la tortuga, repite brillantez en su interpretación, gane premios o no. A su lado está Fred Tatien, actor francés al que hemos visto en El Ministerio del Tiempo o La enfermedad del domingo en papeles muy pequeñitos y ahora afronta su primer protagonista. Ambos nos han hablado de la complejidad de un rodaje en el que no solo tenían que esforzarse físicamente, también a nivel emocional, y del que salieron muy satisfechos.
La Cronosfera: Es una película muy difícil, ¿os costó mucho meteros en vuestros personajes?
Natalia de Molina: Es una película muy complicada y evidentemente son personajes difíciles porque guardan mucho dentro, porque tienen un pasado que les persigue. Pero para mí cualquier trabajo, cualquier personaje es difícil porque no me los llevo a mí, yo voy a ellos, e ir a otra persona siempre requiere de mucha energía, mucha responsabilidad y mucho compromiso. Para mí ha sido difícil.
Fred Tatien: Para mí también. Es un personaje que tiene muchas caras. Bueno, como en la vida misma, nosotros no solo tenemos una cara, según lo que nos pasa. Pero en este papel había variedad de interpretaciones, emocionalmente más complicados, y a veces es un tío borde. Pero me lo pasaba bien y mal a cada momento, porque no puedo decir que lo haya sufrido nada más, a la vez lo he disfrutado. A veces en las peleas lo he pasado fatal, porque tenía miedo de hacerme daño, de no hacerlo bien, porque queríamos hacer un plano secuencia en la pelea importante que encajara con la posición de la cámara. Todos los actores lo ensayamos pero era complicado. Pero lo he disfrutado porque dar puñetazos también era muy liberador. El personaje sufre y es una manera de sacar la energía y la rabia. Es un inspector que atraviesa por un duelo por su hija, que ha muerto por violencia de género, y es un hombre destrozado. Todo lo he sufrido y lo he disfrutado.
La Cronosfera: ¿Leísteis la novela para prepararos vuestros personajes u os ceñisteis al guión? ¿Habéis investigado fuera de él hablando con quienes hayan estado en una situación parecida?
Natalia de Molina: Yo sí. El guión es la base y lo que está puesto es lo que hay que hacer, pero a mí me gusta siempre ir más allá. Me leí la novela, que eso ya te da información, porque una novela nunca es una película. Las pelis ponen el foco en unas cosas, las novelas en otras, son lenguajes diferentes, pero sí, me la leí, era importante para mí. Para saber más de Cristina. Y luego, a mí me cuesta ponerme delante de personas que han vivido algo así para que me cuenten su experiencia porque soy muy sensible, así que he tirado más del documental. Ahí encuentras muchas voces de mujeres que lo han experimentado y de especialistas que tratan estos casos, y por desgracia conozco personalmente casos. No tan literales como el de Cristina pero sí de violencia de género. Y luego, tirando de clichés, yo sé lo que es ir por la calle por la noche y tener miedo. No tiene que ver con lo de Cristina porque lo suyo es real, ella sabe que lo que está sintiendo va a pasar, y lo dice. Pero a ella no se la cree y eso es muy terrorífico. Pero yo como mujer sí que ha habido situaciones en las que he podido sentir no ese miedo, otros miedos. Y desde ahí investigué para Cristina.
Fred Tatien: Yo recuerdo… bueno, a mí me gustan las anécdotas tontas. Ya sé que es una película dura pero dentro de todo esto quiero aligerar un poco el tema. Como yo, como Fred, siempre he tenido respeto a la autoridad. Cuando pasas por una tienda que pita el arco de la puerta sé que no tengo nada pero hay un guardia en la puerta y paso como miedo. Claro, no me parezco en eso nada a mi personaje. Pero es divertido porque cuando rodamos en la comisaría en Jerez había policía real. Hacían de figuración, pero había altercados y ellos te cogían fuerte y lo hacían real todo. Hablamos un poco y como estaban de uniforme hablábamos casi de tú a tú. Luego, quitando las barreras del uniforme yo creía que eran colegas míos. Y por la calle veía policías y ya no tenía tanto miedo. Casi me atrevía a saludarlos como si fueran compañeros. (Risas)
Con eso, y leyendo la novela, te empapas de lo que hay a tu alrededor y de cosas reales en las que te puedes inspirar. Cosas también personales que he utilizado cuando ha sido necesario porque te ayudan a crear la historia. Yo creo que incluso te ayuda llorar. Creo que el médico te debería recetar llorar una vez al mes. Para liberarte. Y los hombres más. Que siempre te dicen que no eres una niña y que no puedes llorar.
La Cronosfera: Natalia, tú tienes una historia más íntima, incluso a nivel de óptica. No sé si es un teleobjetivo lo que utiliza Juan Miguel del Castillo para retratarte justo cuando más angustia transmite tu historia.
Natalia de Molina: Eso se llama SnorriCam y yo llevaba todo un arnés en el cuerpo. Llevaba la cámara yo. 13 kilos, con la cámara aquí. Viéndome reflejada todo el rato. Ha sido lo más difícil que he hecho a nivel técnico. Ha sido complicadísimo porque era muy difícil evadirme de la falsedad de un rodaje porque lo tenía en mi cuerpo, no me podía escapar. Y pesaba muchísimo y tenía que moverme con ello y tenía que estar en la emoción del personaje, en sus momentos más dramáticos.
Fred Tatien: Y habías perdido siete kilos, ¿no?
Natalia de Molina: Sí, pero como tengo la cámara tan cerca tampoco se nota. (Risas) Pero sí. Pero la SnorriCam me ayudó también a sentirme más frágil. Los nervios te consumen.
La Cronosfera: Pero no solo con eso, también tienes una escena espectacular donde me hiciste llorar muchísimo estando tú al teléfono. ¿La tuviste que repetir mucho?
Natalia de Molina: Para mí esa secuencia era la más importante porque era consciente de que estaba verbalizando, en la voz de Cristina, lo que viven, experimentan y sienten todas las mujeres víctimas de violencia de género. Y para mí era mucha responsabilidad decir esas palabras con la mayor honestidad posible. Porque es verdad. Todo lo que dice es verdad. Y para mí era muy importante esa secuencia. La hicimos la primera vez y Juan me dijo que muy bien, que ya estaba, que la hacíamos en plano general y ya. Y yo le dije que no. Que estaba bien pero le pedí hacerla una segunda vez porque aparte hay confianza, nos conocemos, hemos vivido una cosa muy fuerte juntos con Techo y comida, y le dije: Juan, sé que puedo hacerlo mejor. Y me dijo: bueno, venga, vamos a hacerlo una segunda vez. Y es la segunda toma la que está montada. Y también gracias a él (a Fred Tatien), porque se esforzó muchísimo, porque la rodamos a las tres de la mañana y él estaba al otro lado de la llamada, desde su hotel. Y se agradece mucho cuando los compañeros son tan generosos.
Fred Tatien: Sí, esa llamada fue real. Para mí es importante.
Natalia de Molina: Y luego, cuando hicieron el tuyo, yo también.
Fred Tatien: Claro, tú estabas.
Natalia de Molina: Pero claro, lo mío era de día. (Risas) Cuando yo lo hice era de día, pero tú a las cuatro de la mañana.
Fred Tatien: Pero hay cosas que es importante hacerlas. Hay cosas que sin decir nada ocurren entre los dos. Son cosas que no se ven en pantalla. Cuando yo te cuento lo que me pasa me coges la mano, lo recuerdo. Eso no se ve en la pantalla pero yo lo recuerdo.
La Cronosfera: ¿Creéis que esta película va a visibilizar la violencia de género?
Natalia de Molina: Nunca puedes saber qué puede pasar con un proyecto, ojalá. El corazón de todos está puesto en eso. Pero, ¿visibilizar? Si es que está bastante visible. Si es que pones las noticias y todos los días hay algún caso.
La Cronosfera: Pero es que tu caso es terrible porque no se puede poner denuncia por eso.
Natalia de Molina: Es terrorífico.
Fred Tatien: Quizás el cine ayuda….
Natalia de Molina: A empatizar.
Fred Tatien: Eso es.
Natalia de Molina: Y entender que va más allá de un número en una noticia, que eso también lo dice el personaje. Esa cosa inhumana de resumir una vida, una familia, una mujer a un número. Con esta película esperamos que se pueda entender que hay muchas historias detrás de cada número y que todas merecen ser contadas.
Silvia García Jerez