LA MUJER EN LA VENTANA: Resonancias hitchcockianas
La mujer en la ventana demuestra que la sombra de Alfred Hitchcock no solo es alargada, es que tampoco tiene rival. Por mucho que esta película que ahora estrena Netflix se base en la novela de A. J. Finn, los parecidos con La ventana indiscreta son tan evidentes que no puede esconder que la revisitación a la adaptación que el maestro del suspense hizo del relato de Cornell Woolrich es un hecho.
Una mujer en este caso, en lugar del hombre al que interpretó James Stewart; que en vez de tener una pierna escayolada no sale de su casa porque es agorafóbica; que ve un asesinato en la casa de enfrente; que no saca un móvil para usar su zoom, ahora que se puede, sino que coge una réflex… muchas coincidencias solo en apariencia, pero que están tan presentes que cuesta apartar de la mente el clásico de 1954.
Y como Alfred Hitchcock solo hubo uno, por mucho que un director intente que no se relacione una historia tan icónica con la que ahora estrena, es inevitable. Y las comparaciones solo le vienen bien a uno, en este caso al primero que llegó.
Ahora la protagonista es Anna Fox (Amy Adams), una mujer con un trauma familiar que le ha provocado una agorafobia por la que no puede salir de casa. Hasta su psiquiatra la visita en una de sus dependencias, no en su consulta, por lo que cuando es testigo de un asesinato en el edificio de enfrente, le resulta muy complicado que la crean. Ni la policía ni la familia de la víctima corroboran cuanto dice, y ella se ve inmersa en una carrera para intentar demostrar que no miente. Y que no está loca.
La mujer en la ventana es un batiburrillo de explotación del género del thriller con todos los tópicos que éste contiene, pero donde en unos films el director está acertado y mezcla los elementos de manera que parezcan nuevos, aquí Joe Wright, responsable de Expiación. Más allá de la pasión o de El instante más oscuro, solo consigue que luzcan con el desgaste propio del uso continuado.
El tono con el que Wright abusa de lo ya visto es, además, tan exagerado que chirría, tan pronunciado que nos saca del relato. Recurre tanto a subrayados evidentes que solo consigue rechazo.
Actores gritando (Gary Oldman, una vez más lejos de la contención que exhibió en Mank) o riendo por encima de la credibilidad de sus personajes (Julianne Moore en una secuencia para olvidar), un conjunto que deja de interesar antes incluso de plantear el caso que va a desviar al personaje de Amy Adams de sus problemas para focalizar su atención en el asesinato.
Un reparto lleno de nombres llamativos, que se completa con el de Jennifer Jason Leigh en un papel y una interpretación nada convincentes, que no es capaz de elevar, el reparto, no ella sola, la película a los parámetros mínimos para conseguir el aprobado.
Lo cierto es que esta producción de Netflix es muy fallida. Y es una lástima, porque La mujer en la ventana podría haber sido un gran thriller de haber sabido encajar las piezas con las que cuenta el puzzle. Simplemente cambiando el asesinato en el piso de enfrente por uno en el de arriba, que ella lo oyera sin verlo y lo investigara por su cuenta, ya habría sido mucho más atractivo que ceñirse sin que lo parezca al esquema de La ventana indiscreta.
Hacer un remake es legítimo, incluso lo es cuando se trata de un remake inconfeso. Las historias están ahí para contarse y se cuentan una y mil veces. Pero sería de desear que cada vez que se revisitaran el resultado tuviera el mismo nivel que alcanzó la que es leyenda.
Silvia García Jerez