HIJOS DEL SOL: Los Goonies de Oriente Medio

Hijos del Sol es una de esas películas ante las que te quedas prendado, y no solo una vez la has visto, sino incluso mientras la estás viendo. Te atrapa, te envuelve, te hace partícipe de la aventura a todos los niveles que propone Majid Majidi, su director, y quedamos fascinados por esos niños que son los Goonies de Oriente Medio.

El protagonista de Hijos del Sol es un niño de 12 años, Ali (Rooholah Zamani), que destaca entre su grupo de amigos, otros tres chicos de su edad, que en el Irán más desfavorecido se ganan la vida trabajando en un garaje y cometiendo algunos delitos para poder sobrevivir.

Además, la madre de Alí está enferma y lo único que el niño quiere es poderla cuidar, pero no tiene posibilidad de hacerlo, así que su jefe hace un trato con él: le conseguirá una habitación mejor que en la que está si encuentra el tesoro que se esconde en el cementerio. Pero es imposible acceder a él si no es a través del depósito de agua del colegio que está enfrente, bajo los túneles que la recorren.

Asistir a la Escuela del Sol, que es como se llama este centro para niños sin hogar, es gratis, porque su matriculación no cuesta nada, es una escuela pública que funciona gracias a las subvenciones, así que Alí no tiene excusa para no ir a clase y ponerse a cavar en cuanto le sea posible.

Alí acepta el encargo y a partir de entonces todo para él, y para sus amigos, será una aventura que se va revelar como una experiencia inolvidable.

Los niños mirando el tesoro que aspiran a encontrar

Hijos del Sol está hecha con el material con el que se forjan las leyendas. Es cine de muchos quilates que desborda talento y potencial para convertirse en un clásico.

Este nuevo Mikey en busca del tesoro de Willie ‘el tuerto’ es un niño lleno de buena voluntad, armado de un corazón de oro, que nunca ha tenido la oportunidad de demostrar que puede mantenerse fuera de la delincuencia. En Irán la vida no es fácil y desde pequeño hay que lanzarse al mundo del delito, no por gusto sino como única opción de redención.

Ahora, en cambio, va a poder acercarse a la escuela pública, a ese tesoro que es el conocimiento, mientras busca el tesoro material que se esconde debajo de las clases.

La denuncia social convive en Hijos del Sol con la defensa de una escuela en igualdad de oportunidades para quienes menos tienen y el resultado es un mensaje precioso envuelto en una película repleta de ritmo y de personajes asombrosos con los que nos vamos a ir encariñando a medida que los vayamos conociendo.

El maestro con el que van a estudiar, que se va a convertir en su particular profesor Keating (Robin Williams en El club de los poetas muertos) o la hermana de uno de sus amigos, Zahra (Shamila Shirzad), una niña dulce y decidida con una personalidad apabullante en un Irán donde los afganos como ella no son bien vistos. Los dos, unidos a la pandilla que forman los chicos protagonistas, todos componen un equipo del que no nos vamos a querer desprender cuando la película finalice.

Los niños tienen unos personajes preciosos

Hijos del Sol pudo verse en el festival de Venecia del pasado año y desde entonces lleva encandilando a todo el que se acerca a esta mágica historia llena de esperanza. Y de enseñanza.

Si en lugar de que el iraní Majid Majidi, cuyo film Children of heaven fue nominado al Oscar a la mejor película extranjera en 1999, la hubiera dirigido Ken Loach en Europa, el resultado, es de imaginar por las características y las trayectorias de ambos directores, hubiera sido muy parecido. Pero Majidi es menos mediático, por lo que Hijos del Sol deberá defenderse en las salas sin una estrella que el gran público reconozca en su cartel.

Pero está a su alcance: Hijos del Sol tiene una entidad propia para llegar a los corazones de los espectadores y atraparlos con la sensibilidad con la que nos acerca a estos niños y nos quedamos prendados de ellos.

Y la aventura en la que se ven inmersos también será un motivo para que la película enamore a quien la vea. Imposible mantenerse al margen, sentirse fuera de la historia, imposible no animar desde nuestra butaca para que cada esfuerzo realizado a la hora de avanzar en el túnel dé lugar a un siguiente paso hasta alcanzar el ansiado desenlace.

La precisión con la que Hijos del Sol realiza su recorrido, tanto bajo la escuela como en sus instalaciones, nos va dando una película gloriosa llena de momentos asombrosos. Sumando uno detrás de otro descubrimos una película redonda en la que el final es la apoteosis de un proyecto sobresaliente. No se puede concluir mejor una película, su cierre es tan épico como el de Otra ronda, solo que cada una en su correspondiente sentido.

Estos nuevos Goonies, tan alejados del Hollywood en que se movieron Mikey y sus amigos, son unos jovencitos que no han tenido una vida fácil y que van a apostarlo todo por un futuro mejor. Y nos van a ofrecer, con su ilusión y su firmeza, una de las mejores películas del año.

Silvia García Jerez

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