LA MALDICIÓN DE BLY MANOR: La belleza del terror

La maldición de Bly Manor es, en esta vorágine tan absorbente de series que cada semana llegan a nuestra vida con la intención de coronarse como la mejor del año, una de las que verdaderamente deberían serlo.

Desde su estreno, muchas voces se han levantado en su contra. Que si no alcanza la grandeza de su antecesora, La maldición de Hill House, que si no da ni la mitad de miedo que aquella, que si las expectativas eran demasiado altas en comparación a la que veíamos el año pasado y, tal como esperábamos, no las ha cumplido…

Qué malas son las comparaciones. Y sobre todo, qué personales, qué subjetivas. No todos estamos de acuerdo con las voces que claman en contra de La maldición de Bly Manor. Es más, puede haber quien le encuentra muchas más virtudes que a la que la precede.

Porque esta historia de fantasmas, como la presenta su narradora (Carla Gugino), en la noche previa a la boda que ha reunido a los comensales que ahora son su público, despliega una suerte de sutilezas a veces incluso macabras con las que nos va a ir atrapando como a los personajes que las sufren.

Basada en la novela Otra vuelta de tuerca, de Henry James, que ya conociera versiones cinematográficas tan sensacionales como Suspense (1961), de Jack Clayton, con Deborah Kerr como la aterrorizada niñera de dos chiquillos que afirman que la mansión donde viven está hechizada, o como Otra vuelta de tuerca, tal cual, adaptación esta vez española, a cargo de Eloy de la Iglesia, no tan redonda como Suspense pero también fue un acertado acercamiento al universo de Henry James.

Esta vez, el título del escritor estadounidense, nacionalizado británico al final de su vida, se convierte en una serie de 9 capítulos auspiciados por uno de los nombres más importantes del terror contemporáneo: Mike Flanagan. Él es el productor y guionista de este proyecto que puede verse en la plataforma Netflix.

La maldición de Bly Manor. Victoria Pedretti interpreta a la dulce Dani de esta historia
Victoria Pedretti interpreta a la dulce Dani de esta historia

A muchos de los actores de esta entrega ya los vimos en la anterior, La maldición de Hill House, y aunque no es imprescindible haberla visto, si lo hiciste mejor para ti porque todo te resultará familiar, pero la trama no tiene confusión posible y camina por su lado, así que no habrá pérdida para quien se aventure en Bly Manor sin haberlo hecho antes en Hill House.

Pero los rostros de sus intérpretes sí resultan conocidos porque varios de ellos repiten en otros personajes. Y así las cosas, veámoslos en esta nueva historia, que, lejos de ser tan reiterativa y previsible como la que ocurría en la otra mansión, en Bly todo va a seguir su ritmo pero nunca caerá en los errores de su antecesora.

La protagonista de Bly Manor es Danielle ‘Dani’ Clayton (Victoria Pedretti), una joven encantada con su trabajo, incluso cuando las cosas se empiezan a torcer porque los niños se comportan de forma extraña, sobre todo el pequeño Miles (Benjamin Evan Ainsworth). La razón de su agresividad manifiesta y su mentalidad, tan alejada del pensamiento infantil que le corresponde, la iremos desgranando a lo largo de los capítulos.

Pero en realidad, tanto Miles como Flora (Amelie Bea Smith) adoran Bly Manor, adoran su casa cuando no pasa nada y quieren mucho a su nueva niñera, que sabe que algo terrible ocurrió en sus vidas en el pasado y por eso los trata con el mayor tacto que es capaz de desplegar. Y puede desplegar muchísimo, porque Dani es una chica maravillosa, la mejor en su puesto, de no ser porque sustituye a alguien que no merecía lo que le ocurrió.

Peter (Oliver Jackson-Cohen) llevando a Bly Manor a Miss Jessel (Tahirah Sharif), 
la niñera anterior a Dani. La maldición de Bly Manor
Peter (Oliver Jackson-Cohen) llevando a Bly Manor a Miss Jessel (Tahirah Sharif),
la niñera anterior a Dani.

Todos estos misterios los iremos desvelando a lo largo de los 9 episodios, 9 capítulos que comienzan con una atmósfera que ya nos avisa acerca de lo que nos espera. Cruzar la calle en la ciudad nunca dio más miedo que cuando Dani lo hace para enfrentarse a la entrevista que le dará el puesto al que se presenta, y a continuación nos internaremos en una casa en la que a todos nos gustaría vivir alguna vez, pero no con la tensión con la que hay que pasar las noches.

La maldición de Bly Manor es un catálogo de sutilezas al estilo victoriano que son un regalo para los amantes del género fantástico que se aleja del terror efectista y abraza, con todas las consecuencias, el ritmo pausado que mejor nos acerca a la atmósfera en la que los fantasmas no nos asustan de sopetón, sino poco a poco, apoderándose de nuestro ánimo y dejándonos a merced de escenas en las que tal vez no haya pasado nada, pero nos hemos sentido como si también a nosotros nos acecharan en las sombras.

Porque lo hacen. Si nos hemos sentido agobiados es porque en Bly Manor su maldición está presente, y cualquier cosa puede pasar en cualquier momento. Ese es uno de los aciertos que coronan La maldición de Bly Manor como una serie muy superior a La maldición de Hill House, que su opresión es constante y muy medida, porque además de ese terror sutil que la recorre está, en la superficie de su estructura, el drama de no poder vivir la vida que se quiere, porque en Bly Manor la vida, la de verdad, no importa, solo la de los muertos que los precedieron. Por eso las relaciones que se cuecen en sus habitaciones son vitales para que la maldición duela como lo hace.

Y por eso, además de terrorífica, La maldición de Bly Manor es tan bonita, podría decirse que de una belleza abrumadora. Y sirva como ejemplo toda la que contiene el episodio número 8. Llegar a él desde el final del anterior y detenerse en lo que allí sucede es tan desconcertante como necesario. Flanagan podía haber tomado otra decisión creativa, pero si se reflexiona serenamente, lo hace en el momento preciso para situarte, en lo alto de la narración, en el lugar que más te conviene como espectador. Y es arriesgado, pero supone un acierto al nivel del resto de capítulos que lo rodean.

Dani hablando con Jamie (Amelia Eve), la jardinera de Bly Manor
Dani hablando con Jamie (Amelia Eve), la jardinera de Bly Manor

Si al acabar de ver La maldición de Hill House uno piensa que ya está, una serie más o menos buena, según los gustos, que ya tenemos lista para comentar con los demás, el resultado de La maldición de Bly Minor se distancia de ella, porque en su caso cuesta soltarla. Queremos seguir en sus instancias, al lado de sus personajes, de Mrs. Grose (T´Nia Miller), esa maravillosa ama de llaves, de Owen (Rahul Kohli) el cocinero encantador, o de Jamie (Amelia Eve), la intrigante pero adorable jardinera, que tanto trabajo tiene en los verdes prados de la mansión.

Sin ellos, Bly Manor no sería la misma, y cuando acabamos de ver la serie ya forman parte de nuestro ideario colectivo de ficción seriéfila. Incluso yo admitiría que alguna lágrima se escapa por tener que abandonarlos.

Mike Flanagan, autor de la espectacular Oculus: El espejo del mal, film de terror que debería ser referencia obligada cada vez que se cite alguno grande del género, se encarga solo del episodio piloto en esta ocasión. Hill House la dirigió él entera, pero él lleva aquí la estructura creativa del conjunto completo, y lo cierto es que respecto a Bly Manor sí merece la nota que se espera de él.

La maldición de Bly Manor toma de Henry James el punto de partida que ya conocemos de Suspense y le añade elementos que sin desmerecer la obra original, la enriquece y le otorga una dimensión más cercana a nuestros días, a un drama que bien podría ser contemporáneo, trayendo al universo de James una nueva manera de entenderlo sin traicionarlo.

Aún así, cuanto requiere el género para pertenecer a él, La maldición de Bly Manor lo tiene. Una mansión, noches espectrales, atmósfera irrespirable, un lago que no inspira confianza, todo está en esos 9 capítulos que, además, también nos sumergen en el terror moderno. Una auténtica fusión de la que Henry James se sentiría orgulloso.

Silvia García Jerez

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