Los Miserables, un espectáculo visual y musical de primer nivel
Desde el arranque, Los Miserables en el Teatro Apolo envuelve al espectador con una energía arrolladora. Su puesta en escena, intensa y envolvente, sumerge al espectador en un París turbulento y hacen que la obra no solo se contemple, sino que se atraviese y se viva, convirtiendo la experiencia en algo más que una simple representación.
París convulso y la fuerza de la historia
La obra se ambienta en un París del siglo XIX lleno de tensiones sociales y políticas. Tras la Revolución de 1830, los obreros y ciudadanos más pobres se levantaron contra un sistema injusto liderado por Carlos X, levantando barricadas y enfrentándose a la represión de las autoridades. Este contexto histórico no es solo un telón de fondo: se percibe en cada escena, en cada gesto y en cada canción, logrando que el público sienta la intensidad de un país al borde del cambio. La lucha por la justicia, la desigualdad y la represión impregnan la narrativa de la obra, dándole un peso emocional que se mantiene constante a lo largo del espectáculo.
La magnificencia del montaje visual
Uno de los aspectos más impresionantes de esta producción es su escenografía. El uso de la profundidad, la anchura y, especialmente, la altura del escenario permite crear imágenes impactantes que capturan la atención en todo momento. Los distintos niveles aportan dinamismo, haciendo que la acción se desarrolle de manera casi cinematográfica. Las proyecciones y gráficos están perfectamente integrados y ayudan a resolver escenas complejas como la persecución por las cloacas o la caída de Javert, aportando realismo y espectacularidad sin sobrecargar la vista.
La iluminación es otro elemento fundamental del montaje. No se limita a acompañar la acción; narra la historia. Cada cambio de color, intensidad y dirección refuerza el tono emocional de la escena, generando desde momentos íntimos hasta escenas de máxima tensión. La combinación de escenografía, proyecciones y luz hace que el espectáculo sea no solo visualmente deslumbrante, sino también entretenido y absorbente en todo momento.
Música y estructura sung-through
Los Miserables es un musical casi completamente cantado, con diálogos muy limitados. Esto convierte cada función en un auténtico reto vocal, ya que los intérpretes deben mantener un nivel constante de intensidad, emoción y precisión técnica durante toda la obra. Desde las arias más emotivas hasta los recitativos más rápidos, cada momento exige máxima concentración y maestría.
El elenco español responde con solvencia a este desafío. Adrián Salzedo interpreta a Jean Valjean con fuerza y emoción, transmitiendo la complejidad del personaje con naturalidad. Pitu Manubens da vida a Javert con firmeza y contundencia, creando un contraste dramático intenso con Valjean. Teresa Ferrer construye una Fantine desgarradora y luminosa, mientras que Elsa Ruiz Monleón encarna a Éponine con delicadeza y pasión, logrando que cada escena en la que aparece sea memorable. Los Thénardier, interpretados por Xavi Melero y Malia Conde, aportan el contrapunto cómico necesario: su desparpajo, ritmo y complicidad escénica equilibran perfectamente el dramatismo general, sin romper la tensión narrativa.
Una experiencia completa e inolvidable
Esta producción de Los Miserables en el Teatro Apolo demuestra que los clásicos del teatro musical pueden seguir siendo relevantes y emocionantes si se renuevan con creatividad y respeto por la obra original. La combinación de escenografía espectacular, iluminación narrativa, música impecable y un elenco de primer nivel crea un espectáculo completo que mantiene al público cautivo de principio a fin.
Entretenida, intensa, visualmente deslumbrante y vocalmente impresionante, esta versión de Los Miserables logra que la experiencia teatral trascienda la simple representación, convirtiéndose en un recuerdo que permanece mucho después de abandonar la sala. Sin duda, uno de los musicales imprescindibles del año.
