LLAMAN A LA PUERTA: Impidamos el apocalipsis

Llaman a la puerta es la nueva película de M. Night Shyamalan, ese señor que deslumbró al mundo con El sexto sentido y que después siguió dejando el listón en lo más alto con El protegido y Señales, incluso con El bosque. Luego llegó La joven del agua y su seña de identidad como autor comercial, que era el giro al final de la película para darle la vuelta a lo que había sucedido hasta entonces, no se produjo. Se trataba de un cuento, escrito por él, que él mismo le leía a sus hijas cuando se iban a la cama. Y lo adaptó al cine y a sus fans los defraudó. Pero para otros muchos empezó un tipo de fandom distinto, ese que se entrega a cuanto se aleja del efectismo.

Con la estupenda El incidente continuó perdiendo adictos a su cine. A excepción de su espeluznante inicio, con esos suicidios tan llamativos, con el desarrollo y el desenlace de aquella historia tan inquietante, empezaba a no convencer. Pero con Airbender: El último guerrero, su fracaso fue rotundo, y a punto de no ser capaz de encarrilar su carrera estrenó After Earth, protagonizada por Will Smith y su hijo Jaden, que acabó de derrumbar el mito en torno a su nombre.

Pero con La Visita, una producción muy pequeñita y muy bien resuelta, volvió a ganarse la confianza de quienes se la habían retirado. La cinta gustó y lo ponía de nuevo en el buen camino, ese que los seguidores aplauden, algo que hicieron a rabiar cuando Shyamalan estrenó Múltiple. Con ella, su carrera regresaba al nivel de sus inicios, gracias, entre otros factores, a la fabulosa interpretación de James McAvoy, que encarnó a Dennis y a varios personajes más dentro de su personalidad múltiple, que era a la que hacía alusión el título. Un trabajo de Oscar que la Academia nunca habría reconocido porque no se lleva bien ni con el género fantástico ni con el terror, y Múltiple los aglutinaba a ambos.

En 2019, Shyamalan cierra la trilogía El protegido y Múltiple con Glass, una genialidad que redondeaba de una manera muy valiente el hilo conductor de las tres. Y dos años más tarde nos llegaba Tiempo, otra espléndida película, con algún momento más o menos irregular pero bastante intachable en su conjunto, que ha dado paso a la que ahora nos ocupa.

Dave Bautista, Abby Quinn y Nikki Amuka-Bird. Llaman a la puerta
Dave Bautista, Abby Quinn y Nikki Amuka-Bird,
tres de los cuatro intrusos en las vacaciones de los protagonistas

Llaman a la puerta está basada en la novela de Paul Tremblay The cabin at the end of the world, y nos cuenta la historia de cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, que se dirigen a una cabaña en el bosque en la que están de vacaciones una pareja con su hija. Llaman a la puerta y cuando consiguen entrar, de una manera bastante violenta, obligan a los inquilinos a tomar una decisión drástica: deben decidir a qué miembro de la familia sacrificar para impedir el fin del mundo. Si no matan a ninguno, la humanidad morirá.

Esa idea, que es muy potente, un punto de partida que te deja helado, ha de tener una continuidad a la altura y un desenlace que satisfaga al público. Y es muy complicado, aún basándose en la novela, que Shyamalan ha cambiado para bien en la adaptación, porque la narración tiene que tener una consistencia que la película no tiene.

La pequeña Wen (Kristen Cui),
la hija de la pareja protagonista,
en uno de los pósters promocionales de la película

Porque Llaman a la puerta es demasiado plana, una vez que se plantea el porqué de la visita de los intrusos, el resto ya es convencerles de que tienen que llevar a cabo su misión. Y cansa. No aporta nada lo que va sucediendo en el proceso, podría pasar eso como podría ocurrir otra cosa, y a ello se añade que Shyamalan va sembrando el relato con flashbacks que en su mayoría son innecesarios. Con los datos que nos van dando en el presente ya tenemos casi toda la información que necesitamos.

Lo único que convence es el desenlace, que por supuesto no vamos a contar. Pero es magnífico. Y distinto a la novela, más acorde con lo que tanto la moral como el público y la lógica exigen. Pero para llegar hasta ahí hemos tenido que atravesar un relato con personajes insufribles y una historia con poca fuerza y escasa tensión. Pesan más lo insoportables que son los intrusos, sobre todo los hombres, Dave Bautista y Rupert Grint (el Ron Weasley de la saga Harry Potter y el estupendo Julian Pearce de la serie Servant, producida por Shyamalan), que el miedo que puedan provocar sus gritos y su insistencia en que tomen la decisión cuanto antes.

Una ‘home invasion’ muy alejada de otras más impresionantes como el Funny Games original de Michael Haneke, A I´nterieur, la original francesa de Alexandre Bustillo y Julien Maury, la estupenda y juguetona Tú eres el siguiente (You´re next), o la obra maestra de Jordan Peele, Nosotros, con la que por cierto, Llaman a la puerta guarda un parecido razonable inicial que puede sacar al espectador de esta última, básicamente porque Nosotros es insuperable, y una vez que has marcado un punto de partida tan icónico es complicado no solo no recordarlo, también compararlo. Y el de Llaman a la puerta no cuenta con una tensión ni mínimamente parecida.

Llaman a la puerta, a pesar de su acierto a la hora de plasmar la diversidad de la sociedad contemporánea en su planteamiento y en su reparto, es una de las películas más flojas de la filmografía de M. Night Shyamalan. Contaba con un material de partida excelente y, teniendo en cuenta que cambia el final de la novela, podía haber cambiado más elementos, de modo que el conjunto hubiera funcionado mejor. De este modo logra una cinta que produce indiferencia: sin ser mala ni excelente se queda en tierra de nadie para decepción de quienes, en realidad, admiramos a su responsable.

Silvia García Jerez

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