HOLLYBLOOD: Mi vida como un vampiro
Hollyblood es, en esta ficción de Jesús Font escrita por José Pérez Quintero, una saga de novelas de vampiros, como Crepúsculo y sus continuaciones, solo que es la saga que le gusta a Sara (Isa Montalbán), la chica de los sueños de Javi (Óscar Casas), su compañero de instituto y persona totalmente anónima para ella porque, aunque él está enamorado, Sara no sabe ni que existe. Pero él sí está al tanto de sus gustos y está seguro de que irá al preestreno de la adaptación de la primera novela al cine. Por lo que Javi decide acudir por si acaso puede acercarse a ella.
Y claro que puede. Los acontecimientos acompañan al joven, al que las casualidades hacen que salve a Sara de algún que otro momento delicado. Pero Sara piensa ahora que es un vampiro, y que por eso ha podido realizar la hazaña, por lo que Javi se inventará todo un universo alrededor de su persona como Azrael, el ser fantástico que ella cree que es, involucrando a Fernando (Jordi Sánchez), su padre, en el engaño. Todo para poder estar cerca de Sara. Lo que no saben es que el auténtico Azrael los acecha y no va a dejar que Javi se salga con la suya tan fácilmente.
Hollyblood comienza con más intenciones que buenos resultados, aunque aún así cuenta con aciertos, entre ellos un Carlos Suárez (el chico friki de la pandilla de Caminantes), ese Diego youtuber torpe y entrañable que está dispuesto a cazar un vampiro como sea para que lo vean sus seguidores, o Jordi Sánchez, especialmente brillante, lejos de personajes más cargantes que ofrecen menos empatía con el público, por mucha fama que le hayan dado. Aquí está fabuloso, divertido y con una vena tierna que hace que desde el principio conectemos con ese padre perdido que no sabe bien cómo ni cuándo hablar con su hijo, por mucho que esté decidido a estrechar unos lazos que no parece que Javi esté dispuesto a atar.
Pero lo más llamativo de todo es la atmósfera. En medio de una comedia juvenil, que es lo que Hollyblood pretende ser, una comedia que parodia, en general, las sagas de género fantástico, encontramos un ambiente inquietante en ese instituto donde estudian los protagonistas. Algo pasa en él que las sensaciones que desprende no son las de un sitio convencional. Y eso también nos gana.
Y a medida que el metraje avanza los errores parecen ir quedándose atrás y va acumulando más puntos positivos hasta que llega su tramo final, en el que ya levanta el vuelo y se vuelve la película que queríamos ver y no acababa de llegar. Aquí ya tenemos el ritmo perfecto, los efectos visuales que esperábamos y el cierre de unas tramas que consiguen que Hollyblood se convierta en un título de lo más disfrutón, a la altura de lo que podríamos esperar en una primera sesión o en una golfa de la Muestra Syfy de cine fantástico. Una película veraniega fresca con la que divertirse, reír y pasarlo bien.
Silvia García Jerez