HISTORIAS PARA NO CONTAR: La ruindad humana

Historias para no contar cuenta, y mucho, sobre cómo somos los seres humanos. En qué situaciones nos mete la vida y cómo salimos de ellas, normalmente mal parados. Los hombres y las mujeres. Hay para todos, que nadie se crea mejor porque somos ratas inmundas y solo necesitamos vernos atrapados en algún momento incómodo para sacar a relucir nuestro lado más rastrero.

Historias para no contar es la última comedia de Cesc Gay (Sentimental, Truman, Una pistola en cada mano…), guionista y director excelso para el que no existen secretos dentro del alma humana. Nos radiografía con una facilidad con la que es muy difícil sentirse identificado, porque los espejos son molestos y cuanto ocurre en la pantalla solo les sucede a los personajes de la película, en ningún caso es un reflejo de nada que pase en la realidad…

Una chica (Anna Castillo) enamorada de su vecino (Chino Darín), al que conoce porque ambos pasean juntos a sus perros, se ve inmersa en una situación surrealista con él; una chica (Alejandra Onieva) queda con su pareja (José Coronado) para comer a petición de éste porque tiene algo importante que contarle; unas amigas (Maribel Verdú, Alexandra Jiménez y Nora Navas) coinciden en un casting y en la espera salen a la luz confidencias inesperadas; un tipo (Alex Brendemühl) visita a una pareja amiga (Antonio de la Torre y María León) en su paso previo a coger el tren a Barcelona al día siguiente, pero primero ha de pasar la noche, y sus amigos no quieren que la pase solo; y por último, un chico (Quim Gutiérrez) que descubre en el libro que está leyendo su novia (Verónica Echegui) algo que no debería haber visto.

Antonio de la Torre y María León, pareja en una de las historias de la película

Historias para no contar es una comedia divertida, ágil, llena de ritmo y de una agudeza tan sofisticada que resulta apabullante acercarse al retrato que realiza sobre la ruindad humana. Hombres como marionetas en manos de mujeres que están a años luz de sus maquinaciones, mujeres que les sonríen a sus amigas cuando se las encuentran pero a las que no dudan en delatar cuando se dan la vuelta. Ni ellos ni nosotras nos salvamos de las uñas de un Cesc Gay prodigioso, que no se calla nada y al que no le importa demostrar que cualquiera puede ser mala persona, solo requiere de la situación adecuada para dejarlo patente.

Y qué bien dirige a los actores. Cesc Gay es sinónimo de la naturalidad y del detalle. Y no le importa el tema del que se hable. Historias para no contar gira en torno a las relaciones: de pareja, de amigos, de amantes… con muchos de los más importantes rostros de nuestro cine. Javier Cámara, que ganó un Goya como mejor actor de reparto por Truman, aquí aparece cinco minutos. Colaboración especial de gran amistad, es de imaginar, pero es que el resto del reparto es sensacional, y como muestra botones llamados Antonio de la Torre, Anna Castillo, Maribel Verdú, Quim Gutiérrez o Chino Darín, hijo del mismísimo Ricardo, también ganador del Goya al mejor actor por Truman.

Y a todos ellos les tocan papeles donde se habla de deseo o de sexo, de manera más o menos explícita, sin tabúes, como si los personajes se contaran su desayuno. Ya lo hizo en Sentimental y aquí vuelve a ser un tema primordial. Qué gozada escuchar diálogos sobre sexo con normalidad, sin ser susurrados, como el que se cuenta la excursión de ayer. Hay que ir dejando atrás los tabúes y Cesc Gay ha puesto de nuevo su granito de arena para hacerlo posible.

Historias para no contar se parece a la serie Vergüenza. Lo más ruin del ser humano expuesto sin velos ante los demás. Si te equivocas, te has equivocado. Y delante de quien menos falta hace. El personaje de José Coronado podría ser interpretado por Javier Gutiérrez perfectamente. O el de Quim Gutiérrez. Son intercambiables, lo cual dice mucho, y muy bueno, de ambos títulos y de sus intérpretes.

Historias para no contar debía ser contada. Y de esta manera: envuelta en el azúcar de la comedia para que no nos duela tanto vernos reflejados en alguno de los tipos que aquí se representan. Cesc Gay no exagera, no se ha inventado nada, somos así o conocemos a alguien que lo es. No son extraños a nuestros ojos, a nuestros oídos, somos nosotros mismos expuestos en una película que nos deja en evidencia, y lo hace con tal arte que se convierte en una de las más recomendables de la temporada.

Silvia García Jerez

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