Ellas hablan (Women Talking): los hombres callan (Men Shut Up)
La nueva propuesta de la productora de Brad Pitt (Plan B con 3:10 en su palmarés de ganadoras del Oscar a Mejor Película) nos lleva a una comunidad de Bolivia, una comunidad religiosa aislada de todo. Las mujeres que encabezan el reparto estelar son Ona (Rooney Mara), Salome (Claire Foy), Mariche (Jessie Buckley), Scarface (Frances McDormand), Agata (Judith Ivey), Greta (Sheila McCarthy), Mejal (Michelle McLeod) y Neitje (Liv McNeil). En un reparto en el August (Ben Whishaw) es la única voz masculina y en el que la comandante de la nave es Autje (Kate Hallett). Las ocho han sido elegidas para cometer el mínimo de miembros que el. requiere para votar.
Por no dejar de hablar de facciones que nunca están claramente divididas, ni escritas en piedra. La curiosa Ona tiene la cabeza en las nubes y siempre habla de su situación con la abstracción de un filósofo de la Antigëdad, un recuerdo vago de uno de sus agresores desconocidos, que parece ser un estigma más en concreto de lo que está en juego. Llena de rabia impotente y consumida por la impotencia que la acompaña, la abrasiva Mariche proporciona un contraste naturalista. La hermana de Ona, Salomé, lleva esa ira un extrpaso más allá e insiste en que las mujeres deben ejercer su ira divina cuando los hombres regresena la comarca. Pero, ¿?
Polley (que ya había trabajado como actriz para Cronenberg, Coixet y Snyder en películas como eXistenz, Mi Vida Sin Mi y El Amanecer de los Muertos respectivamente) adapta la novela Women Talking de la canadiense Miriam Toews. El guión está escrito con audacia y valentía, sin duda. Pero siendo consciente del background personal del que escribe aún teniendo en cuenta el fructífero progreso del movimiento #MeToo en los cinco últimos años
El personaje que más se destaca sobre el resto es el de Frances McDormand y sabiendo que también tiene un crédito como productora en Plan B (esta vez no le ha servido la promo para asegurar su plaza en los premios de la Academia) no es baladí pensar que haya aportado líneas de más a su Scarface Jans que en apenas 10 minutos de tiempo se come la pantalla con un papel simbólico a mas no poder. El sentido de las palabras de sus protagonistas es un sentir especial, un cántico futbolístico que se oye en un estadio durante sus 104 minutos de partido. Algunxs perecerán. Otrxs entrarán de lleno en el terreno de juego. Alivios cómicos aparte en varias secuencias, podremos esperen más de una historia quemada a más no poder y que quizás sea objeto de culto para aquellxs que vayan a dar el repaso a las voces más feministas del panorama audivisual (junto a Ducornau y Gerwig) de los «felices años veinte» que nos depara. Hasta entonces queda esperar.