El NIÑO QUE PUDO SER REY: el siempre eficaz hechizo de la nostalgia
Este fin de semana llega a las salas españolas El niño que pudo ser rey. Ya han pasado ocho años desde el estreno de Attack The Block, primera película de Joe Cornish. Ahora el británico vuelve con esta segunda película, una aventura en tono de comedia juvenil, que desgraciadamente se aleja de la sátira propuesta en su ópera prima, que era un estilo más cercano a Edgar Wright (Zombies party, Arma fatal, Bienvenidos al fin del mundo…) que al de un cine más trivial.
El niño que pudo ser rey rescata la epopeya del Rey Arturo y nos la traslada al Londres actual. La premisa es la de un niño corriente pero valiente, que tendrá que asumir su rol de rey para derrotar a Morgana, hermanastra de Arturo, la cual sucumbió ante él, no sin antes jurar regresar cuando más divididos estuviésemos y que mejor momento para querer esclavizarnos que durante el Brexit.
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Para esta cruzada se servirá del apoyo del su mejor amigo, el típico regordete que no es más que un alivio cómico que carga el film con referencias a películas de aventuras tan populares como El señor de los anillos y un Merlín con aspecto juvenil que busca pasar inadvertido, al que da vida en su rol anciano el siempre genial Patrick Stewart.
Y es que El niño que pudo ser rey es un film que arriesga muy poco, es decir, una película blanca, correcta y cargada de valores como la responsabilidad y la amistad, que intenta no sólo educar y entretener a sus espectadores más pequeños, si no también sacar alguna que otra sonrisa al espectador más adulto. Esto último gracias a un inspirado Angus Imrie (lo mejor de la película) y a unos gags bastantes refrescantes y ácidos que al menos dan un respiro a esta monótona película.
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Por último destacar la escena en la que Angus Imrie (Merlín joven) se deleita con los perjuiciosos y extraños ingredientes de la comida basura a la que estamos más que acostumbrados. También destacar la sensibilidad con la que se trata la “relación” del padre de Alexander con su hijo, un momento bastante conmovedor. Como contrapunto, tenemos el no poder disfrutar de Rebecca Ferguson, una actriz hipnotizante que por desgracia es devorada en pantalla por el CGI. Pero sobre todo, lo peor de la película es su tedioso final o comúnmente denominado anticlímax. Ojalá haber tenido quince años para haberla podido disfrutar como lo que realmente es.
Guillermo Asenjo Lara
Comparto totalmente el punto de vista del crítico sobre esta película. Además, es verdad que «Attack the Block» una película más redonda.