De Puertas Hacia Fuera
De puertas hacia fuera parece que, como antaño, vamos a tardar en estar. Lo que por otra parte no sería en este punto nada nuevo bajo la luz de la lámpara del salón, ya que bajo el sol, salvo que nos revisemos el vhs de la película de Spielberg que nos presentó al que sería de mayorcito tanto un American Psycho como un Caballero Oscuro, correteando por tierras de Trebujena, ya sabéis El Imperio Del Sol, digamos que la cosa se va a demorar.
Y teniendo en cuenta que, 24 sobre 24, Los Diez Mandamientos nos parecen diez tuits, se le pierde el miedo a los dinosaurios por sobreexposición ante los 5 títulos de la saga jurásica, que nuestra segunda casa ha pasado a ser Tara, gracias a las tribulaciones de la señorita Escarlata o que la versión extendida de las tres entregas de El Señor De los Anillos se nos han quedado cortas en nuestro, casi infructuoso intento de viajar más rápido que el tiempo, igual es tiempo de sacar un billete multi-destinos en la agencia de viajes Séptimo Destino para abrir, sin rumbo fijo y solo por el placer de hacerlo, puertas, caminos, hacia otros enclaves reales o ficticios que maticen, y hagan soportables, las irrefrenables ganas de correr a todo lo que da por las verdes montañas y praderas cual Julie Andrews (a ratos también niñera mágica o miembro de la monarquía de un inventado principado de nombre Genovia) en Sonrisas Y Lágrimas.
Con la intención clara, pues eso, de viajar a través del cine (Outlander, Downton Abbey, El Ministerio Del Tiempo, El Cuento De La Criada, Doctor Who, La Maravillosa Señora Maisel, Torchwood, Mad Men, Deadwood, Life On Mars o cualquier otra serie de viajes temporales, a través o hacia atrás, las dejaremos en manos de los compañeros de nuestra sección de ídem), no demoremos más y pongamos en marcha el tren, saludando cual alter-egos de Tony Curtis y Jack Lemmon en Con Faldas Y A Lo Loco, encaminándonos hacía Hogwarts para llenarnos de magia y con parada en una pirámide que esconde secretos, al puente de Cassandra, para sentir la angustia de ese celuloide lleno de extraños en trenes con parada catastrofista al final del recorrido. Steven Seagal también nos da que algo sabe del tema, ya sabéis: por Alerta Máxima.
Creo que está quedando claro: nuestra máxima es viajar desde el sofá, apoyados en el cabecero de la cama, o inmersos en nuestra pantalla de móvil allí donde fuere… Pues sigamos a motorizado galope como los protagonistas de la libre Easy Rider, o en el asiento trasero de una grandiosa excursión liberadora pilotada por Thelma & Louise, y más, porque por tiempo no va a ser. Un tiempo éste que podríamos dedicar cual Indiana Jones en En Busca De El Arca Perdida (por decir una de las aventureras cintas protagonizadas por Han Solo, (¡Upps! Harrison Ford) a rebuscar en la web de la filmoteca o en la página efilm (web ésta de gratuitos préstamos audiovisuales bajo el paraguas de bibliotecas de la comunidad de Madrid), de entre un sinfín de opciones cibernéticas, hasta dar con esas película que no es que se nos pasaron por alto, sino que llegaron cuando muchos de los presentes no estábamos ni pensados. Nota: no subestimar la colección de viejas cintas de vídeo de papás, abuelos, mamás, primos mayores, etc.
Sin medidas, ni lugares de búsqueda prohibidos, pensemos entonces en vivir la aventura selvática, y en el caso de Mogambo, de incestuoso doblaje castellano, que nos propone el cine clásico, repleto éste de reinas de África, minas de un tal rey salomón (a Sharon Stone igual le suena el tema) o rugidos de marabunta. O descubrir en clave de lejano oeste que hay Horizontes Lejanos que nunca alcanzarán esos jinetes pálidos que seguirán siempre Sin Perdón, y mirando en lontananza a Horizontes Que Serán Siempre Muy Lejanos.
Hablando de Tom, y no el de la cabaña, sino de aquel que se empeñó en un Risky Bussines de la mano, de esa mano que al final mecería la cuna, Rebecca De Mornay, permitámonos surcar los cielos a espera de Maverick (que ya no llegará en verano, ya saben, por la terrible pandemia que vivimos), gracias a la ochentera Top Gun (¡qué gran canción!), pudiendo así aterrizar en un cuento llamado Legend. ¡Que siga la magia! Vivamos la épica fantástica con Willow, Jasón Y Los Argonautas, El Ejercito De Las Tinieblas o Excálibur. Seamos caballeros de princesas prometidas, compinches de Robin de los Bosques, tenga éste la cara de Errol Flynn, Sean Connery, Kevin Conster, Taron Egerton o Russell Crowe… Venga va, la Antigua Roma también es un bonito destino con títulos como La Caída Del Imperio Romano, Ben–Hur y Gladiator.
¿Qué tal la isla de Pascua? Que muy, muy, muy atrás se la conoció como Rapa Nui. ¿Quizá Pekín? Se sabe que Ava Gadner lo flipó allí durante 55 días, y mucho más que en su turbulenta estancia madrileña, que ya es decir. Ya puestos, ¿por qué no Madrid? Llena de vecinas al borde de un ataque de nervios e inmensas avenidas casi tan desiertas como en la terrible actualidad. ¿Qué tal una Sevilla, atípica, teniendo en cuenta nuestra realidad, ésta vez sí con Semana Santa en la que Nadie Conoce A Nadie?
Que sí, que estos días Sevilla tendrá tan poco mar, como color especial, como pocos apellidos vascos, pero no será por nosotros. ¿El mar, decís? Pues para ello está la inquietante, e inquieta, aleta de un temible escualo empadronado en un pequeño pueblo del este de Estados Unidos. Tan peligroso como los colmillos de orcas asesinas y ballenas vengativas. ¿Y qué decir de los tentáculos de calamares/pulpos localizables a 20.000 Leguas de Viaje Submarino? Y eso que no nos ha dado por solidificar el agua, ya que tendríamos no pocas Cosas malas, terribles.
En fin, la actualidad es la que es, y es poco buena, porque toca, y es lo mejor que podemos hacer: luchar contra un virus al que acabaremos venciendo, venciendo de paso también al aburrimiento que a priori nos provoca materializar el necesario lema Quédate En Casa (si Kevin se apañó bastante bien nosotros no hemos de ser menos), agudizando el ingenio de ratón de filmoteca, buscando la forma de ampliar todo lo que podamos nuestro mundo, nuestro conocimiento, nuestra mirada.
Desde aquí os invitamos a viajar envueltos en celuloide, algunos bastante reconocibles, otros quizá ocultos en palabras, o títulos incompletos. Quizá se trate de eso, de buscar, buscar y buscar más allá de lo ya vivido. Igual reinterpretarlo, dejándose aconsejar por ese pariente que asistió al estreno de la primera, primerísima, Star Wars, ya que el pasado también es ese lugar donde se guardan momentos que compartir o revivir, descubriendo grandes películas olvidadas, guardadas en cajones con más telarañas que el desván de Bastian o la biblioteca de Guillermo De Baskerville.
Es cierto, sí, el presente está más estático que El Coloso De Rodas, ese cuyo arquitectónico adjetivo trajo de cabeza a Paul Newman y Steve McQueen a comienzos de los llameantes años 70, pero nunca nuestras mentes habrán de estarlo. Luchemos por la victoria, aplicando las enseñanzas de Rocky, o aprendiendo de los errores del científico Rick Moranis. Miremos atrás, al lado, por el catalejo de Polanski, el microscopio de Cronenberg, el telescopio de Cuarón o los ojos de esa persona amante del cine con la que en principio no compartes gustos fílmicos y el viaje será alucinante, puesto que, y bien lo sabe Dante, si cambiamos el chip, éste será prodigioso.
Luis Cruz