BIRD: Adolescencia adulta

Bird cuenta la historia de una niña en edad adolescente con más de un rasgo adulto en su carácter. Se llama Bailey, la interpreta la debutante Nykiya Adams, y tiene 12 años. Vive en Kent, un condado pobre y con pocos recursos al norte de Inglaterra, junto con su padre, Bug (Barry Keoghan, protagonista de Saltburn, película a la que en ésta misma le hace un divertido guiño), un tipo al que sólo le interesa la música y ocuparse de su nueva novia, con la que está a punto de casarse. También vive con su hermano mayor, Hunter (Jason Buda), un joven con la vida tan desordenada como la del resto de la familia.

La adolescencia, en Bird, no significa nada. Normalmente es sinónimo de irresponsabilidad porque la juerga supera la necesidad de comportarse aunque sepamos que tiene debemos hacerlo, o el vandalismo en pandilla, ya que la integración lo requiere, pero para los personajes creados por Andrea Arnold además supone ser dueño de tu propia existencia. Porque aunque tengas una familia a tu alrededor nadie va a cuidar de ti. Tendrás que sobrevivir por ti mismo. Tienes que hacerte adulto día a día porque los adultos que están a tu alrededor no se comportan como tales.

Eso lo aprende pronto Bailey, y actúa en consecuencia. Con conciencia de lo que hace y tratando de que su padre y su hermano no pierdan la cabeza en las decisiones que toman. Y en ese pasar los días en un barrio en el que los altercados los produce gente que conoces, Bailey se topa con Bird (Franz Rogowski), un hombre solitario que en realidad lo que trata de hacer es encontrar a la familia que perdió hace años y que vivía en una de las casas vecinas a las de Bailey. Así que la pequeña ayuda a su nuevo amigo en lo que puede. Y poco a poco van siendo más y más inseparables.

Bug (Barry Keoghan) y su hija Bailey (Nykiya Adams), la protagonista de la película Bird
Bug (Barry Keoghan) y su hija Bailey (Nykiya Adams), la protagonista de la película

Bird es una historia de amistad, de descubrimiento del mundo y de lo que implican tus actos en él. Pero también una historia con toques de elementos fantásticos a la que, en medio de tanta realidad extrema, le sienta bien al relato. Plantea preguntas con respuestas más aleatorias que las que desearían los amantes de las tramas cerradas, pero aún así estamos ante una película hipnótica en la que el ritmo no para y no lo hace tampoco cuanto ocurre en el metraje.

El problema de la película radica en que entres o no en la propuesta. Te puede entusiasmar o se te puede hacer eterna. Y mirar al mundo de los adultos desde el punto de vista de una adolescente ociosa, sin nada que hacer y sin nadie que se ocupe de ella más allá de la pandilla de delincuentes con la que de tanto en tanto tiene trato, puede llegar a ser agotador. Desde que entra Bird en escena el panorama es más interesante, pero aún así no acaba de levantar el vuelo. Qué ironía para una película que en inglés se titula Pájaro. Y que, por supuesto, tendrá su explicación. A su debido tiempo.

Bird se presentó en el festival de Cannes del presente año y más tarde se vio en el de San Sebastián. Cosechó aplausos entusiastas en ambos porque su estilo de cine independiente que mezcla la denuncia social triunfa con fervor en estos ámbitos. Y el toque de cine fantástico que tiene -no, no se vio en Sitges- no le sienta nada mal. Pero no es la gran película que esperábamos para ir concluyendo el año. Su interesante retrato de las barriadas del lugar, con personajes al límite sin un horizonte claro lo hemos visto ya muchas veces retratado en el cine británico. Tal vez por eso no es fácil que nos entusiasme de nuevo. Y su mezcla de realidad y fantasía, que es el punto fuerte del relato, no es suficiente para subirle la nota.

Andrea Arnold, ganadora del Oscar en 2005 por el cortometraje Wasp, se hizo conocida por la dirección de películas como Fish Tank o American Honey, por lo que Bird era un trabajo muy esperado para el circuito de los festivales. Sitúa los acontecimientos de la cinta en el lugar en el que nació y, por lo tanto, que tan bien conoce, un sitio nada recomendable del que es mejor salir, como ella misma consiguió hacer. Ahora lo retrata en el cine y nos aporta su punto de vista como antes lo hizo Ken Loach, pero sin la fuerza del legendario cineasta.

Silvia García Jerez

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