A la mujer María Lejárraga
Hubo un tiempo en el que firmar cualquier creación con nombre de mujer equivalía a ser invisible. Pocas mujeres se hicieron un hueco en la literatura usando su propio nombre: Carmen de Burgos, Carolina Coronado, Rosario de Acuña, Emilia Pardo Bazán… Otras optaron por inventar un nombre masculino, un pseudónimo como Fernán Caballero o Francisco Lelio Barriga. Y para María Lejárraga la solución fue llegar a un acuerdo con su marido.
A la mujer María Lejárraga el arreglo no le salió como esperaba. María era una persona inteligente, culta, que se relacionaba de igual a igual con Juan Ramón Jiménez, Manuel de Falla o Federico García Lorca. Que escribió obras de teatro que fueron estrenadas en Broadway. Que fue diputada en el Congreso. Pero que tomó una mala decisión cuando era joven. Creyó que su matrimonio, y el pacto al que llegó con su esposo, sería una magnífica manera de poder escribir, publicar, estrenar sus obras de teatro… sin tener que lidiar con aquella parte que menos le atraía, la social. Su marido parecía moverse como pez en el agua con los empresarios teatrales y los editores. Ella se ensimismaba, buscaba en su interior y en sus relaciones personales, íntimas, las historias que escribía. Él las promocionaba y vendía.
Una relación que funcionó durante años, una simbiosis perfecta. Pero nada dura eternamente y María se vio atrapada en su propia trampa. A lo largo de su vida, la mujer María Lejárraga, descubrió que aquella decisión no fue su mejor idea. Y, como cualquier ser humano, al tiempo que evolucionaba y aprendía, María se arrepintió de algunas cosas y decidió avisar a otros de que no cometieran sus errores. En Cartas a las mujeres de España, Lejárraga les dice que estudien, que tengan inquietudes e intereses propios, que no dependan ni sentimentalmente ni económicamente de un hombre. Que sean independientes en todos los aspectos de su vida.
Todo esto y mucho más es lo que nos cuenta el documental de Laura Hojman.
En A las mujeres de España se recupera la historia de María Lejárraga. Un documental ficcionado con imágenes históricas, otras recreadas y con intervenciones de escritoras como Antonina Rodrigo (biógrafa de Lejárraga) o la dramaturga Vanessa Montfort. Recuperar la memoria de aquellas mujeres que lucharon por conquistar derechos que hoy disfrutamos es la labor de cineastas como Laura Hojman.
Laura dice sentir como un deber personal, de todos los que se relacionan actualmente con la cultura, dar a conocer al público quiénes fueron estas pioneras. Es una reivindicación y un agradecimiento. Cree que el cine puede hacer esa labor de divulgación. Ve este tipo de trabajos como un plantar semillas, un granito de arena que sea la base de una montaña. Y ve que esto da fruto cuando le llegan mensajes de asociaciones que se movilizan para que nombres como el de María Lejárraga que muestren en calles, plazas o bibliotecas.
Ayer, en los Cines Casablanca de Valladolid, se proyectó la película con la presencia del productor de Summer Films y de la propia directora y guionista del documental, Laura Hojman, con los que el público pudo mantener un coloquio.