UNA NOCHE FUERA DE CONTROL: desenfreno y bochorno
Una noche fuera de control es la que tienen Jess (Scarlett Johansson) y sus amigas de la Universidad cuando una de ellas, Alice (Jillian Bell) decide que vayan a Miami para celebrar la despedida de soltera de la primera, quien está a punto de casarse con su prometido, Peter (Paul W. Downs).
Tras el rato de rigor en las discotecas, las chicas se marchan a una casa alquilada frente al mar para llevar a cabo la fiesta. Todo va según lo previsto en este tipo de celebraciones hasta que llega el stripper que han solicitado por Internet. Desde entonces nada volverá a ser lo mismo para ellas.
Lucia Aniello y el ya citado Paul W. Downs, el novio de la película, son los guionistas de Una noche fuera de control, que la propia Lucia dirige, una comedia alocada que pretende ser la respuesta femenina a cintas como Resacón en Las Vegas pero que lejos de acercarse a la estupenda película que lanzó a Bradley Cooper al estrellato, se queda más bien al nivel de La cosa más dulce, aquella otra comedia protagonizada por la hoy retirada del cine Cameron Diaz, de la que apenas podía decirse nada positivo.
Una noche fuera de control pretende reivindicar temas que no tendrían cabida en un cine donde los hombres constituyeran el reparto mayoritario, caso de los tampones o el más que típico viaje de las chicas al baño… incluso es complicado que en una película comercial se pueda ver a una pareja de chicas lesbianas con la misma naturalidad con la que una hetero completa en el desarrollo de la cinta su arco dramático.
Todo es bienvenido, el punto de vista femenino no solo se agradece sino que debería estar mucho más presente en el celuloide, pero lo que parece inevitable es que si de comedia nortemaricana se trata, tenga que aparecer el humor grueso, ese de brocha gorda tan alejado del que, sin ir más lejos este verano, hemos podido disfrutar en Wonder Woman. No es imposible que la elegancia esté presente en el humor ni ambas cosas están reñidas, pero o no se quiere o bien no se puede porque el talento no lo permite, y es el resultado el que se ve afectado por esta carencia.
Scarlett Johansson, a pesar del carácter coral de esta aventura, es la auténtica protagonista de Una noche fuera de control. Sobre ella recae el peso de la acción: es su personaje el que va a casarse, por su boda todas se trasladan a Miami y es ella la heroína de la función cuando, en los giros planteados por el guion, a alguien le toca hacerse con los mandos de la situación.
Pero no es menos cierto que una película como esta es impropia de una estrella de su talla. Cuando tu nombre asegura llevar a mucha gente al cine es injusto ofrecer un producto de tan escasa calidad. Los admiradores de la actriz, que saben que es capaz de participar en grandes películas, se sentirán decepcionados al ver esta. Y tendrán razón.
Silvia García Jerez